sábado, 17 de agosto de 2019




Bolívar y los ingleses

Bolívar, después de su misión en Londres, desarrolló una actitud muy particular hacia Inglaterra, que la podríamos calificar como una relación muy singular. Pues durante esta gestión tuvo la oportunidad de contactar a Miranda, devorar sus consejos diplomáticos y militares. A través de este viejo militar y hombre de mundo, accedió a logias masónicas y clubes donde las opiniones, discusiones políticas y mercantiles se cruzaban en alta voz. Los enredos de toda índole salían a la luz, desde un ambiente humeante de cigarros, paño inglés, sombreros de copa, escupideras de porcelana, carcajadas y puñetazos sobre las mesas. 
Ese ambiente y conducta deslumbró a Bolívar, y profundamente impresionado por las costumbres y prácticas inglesas en las relaciones sociales, políticas, empresariales, etc. Y a su retorno a Venezuela no podía apartar de su mente la necesidad de crear un ejército formado por británicos, a fin de colocar en el escenario mundial a una Colombia que luchaba por su independencia junto a oficiales ingleses, escoceses e irlandeses. Como la mayoría de sus propósitos, lo logró. 
Aunque esta presencia no fue muy numerosa, la conducta de sus miembros en las acciones bélicas fue ejemplarizadora para las tropas independentistas, de ordinario indisciplinadas y renuentes al esfuerzo sublimado, se sentían luchando de igual a igual y con aptitudes similares. El propio Bolívar tuvo al irlandés O’Leary como su edecán.[1]
Toda esta adicción a lo inglés, que tiene su semilla en la gran admiración que sentía por Francisco de Miranda y sus ideas, lo indujo a pensar en la entrega de la libertad de América meridional al protectorado de Inglaterra. Los planes de Miranda que también incluían un proyecto político de alianzas con Inglaterra y Estados Unidos, planteado en 1791, son la simiente del gran centro de comercio universal, que bajo el dominio de Inglaterra imaginó instalar en el Istmo de Panamá. Y que, además, contemplaba el acercamiento de esta con los Estados Unidos que se hallaban separados por la guerra.
El proyecto de Miranda que tanto inspiraba a Bolívar, era de 18 puntos. Uno se refería a la provisión por parte de Inglaterra de “veinte buques de guerra, un cuerpo expedicionario de 8.000 hombres de infantería y 5.000 de caballería, con objeto de favorecer el establecimiento de su independencia, sin exponerla a funestas convulsiones políticas (…) En fin, por ser de sumo interés para Inglaterra la navegación por el Istmo de Panamá, el cual ha de ser transitable dentro de poco, así como la pronta y fácil comunicación del mar del Sur con el Atlántico, la América meridional le garantizaría, por cierto número de años, la navegación de uno y otro pasaje en condiciones favorables para ella, no habrían, sin embargo, de ser exclusivas”.[2]
También su célebre carta de Jamaica del 6 de septiembre de 1815, cuando fugitivo de Cartagena se hallaba en Kingston, aparece su admiración por la organización política inglesa, que desearía aplicar a la Colombia de sus sueños: “Esta nación se llamaría Colombia como un tributo de justicia y gratitud al creador de nuestro hemisferio (…) Su gobierno podrá imitar al inglés; con la diferencia de que en lugar de un rey habrá un poder ejecutivo electivo, cuando más vitalicio, y jamás hereditario (…) una cámara o senado legislativo hereditario (…) y un cuerpo legislativo de libre elección, sin otras restricciones que las de la Cámara Baja de Inglaterra”.[3]
También desde Kingston escribe a Sir Richard Wellesley[4]en el mismo sentido: “¡El equilibrio del universo y el interés de la Gran Bretaña, se encuentran perfectamente de acuerdo con la salvación de América! ¡Qué inmensa perspectiva ofrece mi patria a sus defensores y amigos! Ciencias, arte, industrias, cultura, todo lo que en el día hace la gloria y excita la admiración de los hombres en el continente europeo, volará a América”. 
“La Inglaterra, casi exclusivamente, debe contarla por su bienhechora (…) vea Ud. con indulgencia, señor, estos transportes que parecerían exageraciones de un delirante (…) no es sino la imagen fielmente representada de lo que visto y de lo que es infalible, si la Gran Bretaña libertadora de la Europa, amiga del Asia, protectora del África, no es la salvadora de América”.[5]
En la mente de Bolívar siempre estuvo presente Inglaterra como el sustituto y contrapeso del poderío español: “La gran federación americana no se puede lograr si los ingleses no la protegen con su alma y con su cuerpo. Por lo mismo, es preciso le quitemos lo que pueda embarazar esta mira. Sobre este importante negocio he hablado largamente con el vicepresidente (Gral. Santander)”. 
“Dígale usted que yo le he indicado esta idea, para que él le explique los pensamientos que tengo sobre ello. Hágase usted un esfuerzo por acordarse conmigo este negocio y persuadir al vicepresidente que nada importa tanto a nuestra existencia como ligarse de cuerpo y alma con los ingleses. Conozco más que nadie los inconvenientes del caso. Pero yo tengo mí política como decía el otro”.[6]
Bolívar consideraba la indisciplina, corrupción y anarquía, como vicios de la naturaleza de los hispanoamericanos. Los cuales creía desaparecerían cuando estos estuviesen sometidos a un protectorado, que con su experiencia propicie y oriente el establecimiento de su gobierno. Suponía, como ejemplo, un sistema de gobierno semejante al británico, que en Norteamérica hizo surgir un país con recursos humanos e intelectuales, ordenado y progresista. Era un convencido que mientras la América meridional no pasara por esa escuela formativa, ni los tradicionales cabildos, ni los congresos podrían llevarla ordenadamente al progreso.
¿Cómo pudo Bolívar colocar de fondo al Congreso de Panamá la entrega de la Gran Colombia a Inglaterra? (Arciniegas). En realidad estas ideas no fueron originalmente de él, sino tomadas del El Precursor Miranda, pero las plantea como propias a Hipólito Unanúe:[7]“falta una consideración que hacer de no poco peso, y es la de que Inglaterra debe hacer todo esfuerzo por impedir toda lucha entre nosotros, y de nosotros con los europeos, pues la Inglaterra no tiene otra esperanza en la América que la posesión de un rico comercio, comercio que se mantiene con los frutos de la paz. Con estos datos soy de parecer que debemos consultar a los agentes ingleses y aún al mismo gobierno sobre el juicio que ellos formen de la naturaleza, origen y consecuencias de esta cuestión”.[8]
14 años de guerra y de triunfos militares, sembraron en los más destacados oficiales americanos, la creencia de que estos los convertirían en acertados y eficientes gobernantes, o también, con la excepción del general Santander, en asesores y cogobernantes útiles entre los príncipes que vendrían de las casas reinantes europeas a asumir los destinos americanos. 
“El general San Martín envió a Londres a García del Río para que gestionara la venida de príncipe inglés a Buenos Aires. El general Páez proponía para suceder a Bolívar príncipe de Francia. El general Urdaneta movía desde Bogotá la maquinaria de la Cosiata,[9]que buscaba lo que Páez propuso al Libertador. El general Flórez (Juan José Flores) dejó a Quito para irse a Europa a traer príncipe. Francés o español, no importaba”.[10]
Esta tozudez de Bolívar demostrada por su insistencia en poner su esperanza en un país ajeno a la idiosincrasia americana, que además era un colonialista contumaz, nos lleva a preguntarnos: ¿qué hizo descender a ese nivel su deseo de entregar su vida a la independencia americana? ¿Acaso éste empeño por someter a la América a la protección europea, implica un desprecio hacia el mestizo y los recursos intelectuales hispanoamericanos? Determinado por la desconfianza que le inspiraban sus propios compañeros de epopeya a quienes consideraba incapaces de gobernar.[11]
Interrogantes que, en primer lugar: evidencian una quimera que se destruyó al primer contacto con su objetivo, pues, “El equilibrio entre las dos América, no pudo, ni podía establecerse introduciendo a una potencia fuera del continente, Buscarlo así iba contra el principio fundamental de la independencia. La teoría de la doctrina Monroe, en ese sentido era justa. Volver al pasado colonial era un imposible filosófico tanto para los emancipados de Inglaterra como para los emancipados de España. La solución era la Independencia, y dentro de la Independencia el acuerdo continental”.
En segundo lugar, también podríamos pensar en que el surgimiento de pequeñas repúblicas en nuestro continente, lo hacían temer que cayesen bajo el poder de distintas potencias europeas, como ya lo habían intentado Francia, Holanda, Portugal e Inglaterra al principio del siglo XIX, y lo harían con posterioridad España, Alemania, Estados Unidos, Francia, Inglaterra y Rusia, entre los años 1829 y 1897.[12]



[1]Germán Arciniegas, “Bolívar y la Revolución”, Bogotá, Editorial Planeta, Pág. 32, 1993 (Cuarta edición).  
[2]Germán Arciniegas, Op. Cit. Págs. 48-49.
[3]Vicente Lecuna, Cartas del Libertador, “Contestación de un Americano meridional a un Caballero de esta Isla”, Caracas, Lit. y Tip. Del Comercio, Págs. 181-205, 1929.
[4]2º Conde de Mornington,Embajador de Inglaterra en Españay Secretario de Estado de Asuntos Exteriores en el gabinete de Spencer Perceval.
[5]Vicente Lecuna “Simón Bolívar, Obras Completas”, La Habana, Editorial Lex, Págs. 32-33, 1947. Carta del 27 de mayo de 1815, Pág. 137.
[6]Lecuna, Carta desde el Cuzco del 10 de julio de 1825, a José Rafael Revenga Págs. 1128-1129
[7]Hipólito Unanúe fue la figura más importante de la Ilustración peruana,de personalidad polifacética, como médico, físico y estadista. Su vida y obra, son ampliamente conocidas a través de la historia de ese país.
6Ibídem, Carta desde Arequipa del 30 de mayo de 1825 al doctor J. Hipólito Unanúe, 1109-1112.
[9]La Cosiata(cosa sin importancia) o revolución de los morrocoyes, fue un movimiento que estalló en Valencia el 30 de abril de 1826, acaudillado por José Antonio Páez.
[10]Germán Arciniegas, Op. Cit. Pág. 53.
[11]Ibídem, Pág. 79.
[12]Manuel Medina Castro, “Estados Unidos y América Latina, siglo XIX”, Guayaquil, Lit. e Imp. de la Universidad de Guayaquil, Págs. 399-430. 1967.

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