La marcha hacia Pichincha
“El Patriota de Guayaquil” es
el medio oficial mediante el cual, la Junta mantenía informada a la ciudadanía,
tanto en el campo administrativo como del proceso de la guerra. En el semanario
quedó registrado que el 25 de enero de 1822, el coronel Andrés de Santa Cruz
Jefe de Estado Mayor, en operación militar coordinada con el comando de Sucre
salió de Ica, Perú, hacia el norte, al mando de una tropa de 1.200 hombres que
agrupaba argentinos, chilenos y peruanos. En el camino debió acantonar en
Piura, posición en la que recibió la orden de San Martín de iniciar la marcha y
conforme a sus preferencias decidió penetrar por Macará.
Y Sucre al ser informado por San Martín de la marcha de Santa
Cruz, “se resolvió a moverse de Guayaquil con su División, constante de 1.700
plazas”, para alcanzarlo en Cuenca. Todos estos desplazamientos, por la
cortesía que se estilaba entonces, fueron previamente notificados al general
español Tolrá, pues, correspondían al rompimiento de hostilidades y término de
una tregua, que “ni Aymerich, primero, ni Mourgeón, después, habían querido
ratificar tal armisticio” (Camilo Destruge, 1982).
El
encuentro de ambos ejércitos se produjo el 9 de febrero de 1822 en la población
de Saraguro. A partir de entonces los movimientos del comando de Santa Cruz,
responden a las órdenes de Sucre. El 9 de marzo, “El Patriota” anunció
que el 21 de febrero Sucre había ocupado Cuenca, donde permaneció más de un mes
“esperando que avanzara por el Norte el ejército libertador” (vana espera, pues
conocemos que Bolívar no pudo pasar de Pasto). Entretanto aumentó sus fuerzas
con quinientos reclutas (cuencanos) sacados del país (J.M. Restrepo, 1969). El
2 de febrero, Santa Cruz había hecho lo propio con Loja: “el bravo comandante
Santa Cruz, que manda la vanguardia. Dos provincias libres han sido el
principio de esta campaña a costa solo de las fatigas de la marcha” (El
Patriota 09/03/1822).
En el mes de marzo se produce una situación adversa para los
planes de la liberación de Quito. El día 2 Santa Cruz recibió la orden de San
Martín de abandonar la campaña sobre Quito, ponerse a las órdenes de La Mar y
dar contramarcha hacia Lima, lo cual comunica a Sucre el 29. “Tengo el sentimiento de
comunicar a V.S. que se hace necesaria e inevitable la separación de la
División de mi mando que por ordenes expresas de mi gobierno debe retrogradar
sobre la capital de Lima que, amenazada por las tropas de los generales La
Serna y Ramírez, corre el mayor peligro” (Jorge Paredes, Hist. Perú).
El 31 desde Cuenca Sucre lo conmina a no olvidar lo que
significa para el ejército de Colombia su anunciada retirada. “Al leer la nota
de V.S. de anoche, he visto que V.S. poseyéndose de un absoluto espíritu de
obediencia a la orden que ha recibido para la retirada de su división por el
peligro que pueda amenazar a Lima, se ha olvidado del peligro que en el acto
amenaza con esta retirada al más brillante ejército de Colombia, y con él a la
república, y aun diré al Perú” (Sucre, De mi propia mano). Esto es la confirmación
de que el triunfo de Pichincha no fue solo de las fuerzas mandadas por Sucre,
sino del ejército continental que participó en la campaña.
Según lo registra el historiador peruano Jorge G. Paredes,
estas órdenes “a Santa Cruz de retrogradar desde cualquier posición que se
encontrase y se pusiese a órdenes de La Mar”, fueron trasmitidas a La Mar por
San Martín, en respuesta a un acuerdo entre este y la Junta de Gobierno de
Guayaquil a fin de evitar que la Provincia de Guayaquil fuese anexada a
Colombia por la fuerza.
Al respecto, el 3 de marzo, Monteagudo (hombre de confianza
de San Martín) ofició a La Mar en el sentido que en el caso que Guayaquil
“solicitase sinceramente la protección de las armas del Perú, por ser su
voluntad conservar la independencia de Colombia, en tal caso emplee V.S. todas
las fuerzas que están puestas a sus órdenes en apoyo de la espontánea
liberación del pueblo.
Esto demuestra que San Martín era partidario de dejar a los
guayaquileños la decisión sobre su destino, sin someterlo a la fuerza. Actitud
diametralmente opuesta al pensamiento de Bolívar: “Yo no pienso como V.E. que
el voto de una provincia debe ser consultado para consultar la soberanía
nacional, porque no son las partes sino todo el pueblo el que delibera en las
asambleas generales reunidas libre y legalmente”. Fragmento de carta de Bolívar
a San Martín, “Simón Bolívar, Obras Completas”, Págs. 649-650.
Pero, si por el contrario, el gobierno de Guayaquil y la
generalidad de los habitantes de la provincia, pronunciasen su opinión a favor
de las miras de Colombia, sin demora vendrá V.S. al departamento de Trujillo a
tomar el mando de la costa norte, reunir la división del coronel Santa Cruz en
Piura, aumentarla hasta donde alcancen los recursos del territorio, y obrar según
lo exija la seguridad del departamento de Trujillo...” (Jorge Paredes).
Finalmente,
Santa Cruz, según su conciencia de militar pundonoroso, asumió su
responsabilidad y contraviniendo órdenes expresas del gobierno del Perú decidió
permanecer al lado de Sucre. De esta forma las tropas unidas reanudaron
la marcha sobre Quito y el 23 de abril de 1822, según el parte que eleva Sucre
a La Mar tomaron posesión de Riobamba (El Patriota de Guayaquil, 05/11/n1822).
Una vez en ella, Sucre arenga a los soldados, citando la composición de su
ejército: “¡Peruanos, argentinos, colombianos! La victoria os espera sobre el ecuador (la
línea equinoccial): allí vais a escribir vuestros nombres gloriosos, para
recordar con orgullo las más remotas generaciones. Soldados, vuestras
privaciones van a concluirse. Los trabajos de la campaña serán recompensados
debidamente por el reconocimiento de la república” Sucre, Op. Cit. Págs. 6061).
En vista que el avance militar era sostenido, y buena parte
del país había sido liberada, la Junta de Gobierno de Guayaquil decidió reabrir
el comercio con la Sierra, que había cerrado al inicio de la campaña:
“Hallándose ya libres muchas provincias de la Sierra por los progresos que han
hecho las armas de la División unida que marcha sobre Quito (…) quedaban
suspendidas las disposiciones que eliminaban el comercio con los pueblos del
interior y la abolición del impuesto a que los sometía el Gobierno colonial. Y
para aquellos que debían viajar hacia el interior o desde éste a Guayaquil, se
les extendería el correspondiente pasaporte del Gobierno” (El Patriota de
Guayaquil, 05/18/1822).
El 3 de mayo, desde el cuartel general de Latacunga, Sucre se
dirige a María Ontaneda Larraín, dama influyente quiteña, pidiéndole ejerza su
persuasión y ascendiente sobre las autoridades españolas en Quito para evitar
la confrontación armada: “Esta es la ocasión más oportuna para que Vd., en
virtud de la notoria decisión por la causa de la independencia con que se ha
distinguido en esa capital, repita sus esfuerzos (…) a fin de evitar que las
armas sean las que decidan la suerte de esta hermosa parte del territorio de
Colombia” (Sucre, De mi propia mano).
El 17, desde el cuartel general en Chillo, en las goteras de
Quito, con el ánimo de proteger a un informante anónimo, le escribe sin
nombrarlo: “me ha manifestado que Vd. desea venirse; pero esto no nos es útil.
Continúe Vd. allá (…) para darme diarios avisos de las operaciones del enemigo,
de su fuerza, de sus disposiciones, de sus medidas de defensa, o si resuelven en
su desesperación atacarnos”. En la necesidad de obtener información fehaciente,
le propone corromper a soldados y oficiales: “puede asegurar a cada soldado de
Infantería que se me presente, que tendrá diez y seis pesos de gratificación
(…) a los de caballería se le darán veinte o veinticinco (…) a los oficiales se
les remunerará cualquier servicio que hagan” (Sucre, Op. Cit. Págs. 62-53).
Con la batalla de Pichincha ocurrida el 24 de Mayo de 1822,
se consolida la independencia de los territorios de la Audiencia de Quito,
alcanzada por una guerra que iniciaron, participaron y sustentaron, con grandes
sacrificios personales y colectivos, los habitantes de la Provincia de
Guayaquil, es decir: parte del sur de Esmeraldas, Manabí, oeste de Prov. de Bolívar,
Los Ríos, Guayas y El Oro. Y el gran actor y componente del ejército formado
por colombianos, ciudadanos y provincianos guayaquileños, valientes
litoralenses que fueron reclutados por Sucre en la provincia libre y ciudad de
Guayaquil, fue el montuvio.
El hombre de nuestro litoral, que no es una etnia sino una
cultura muy importante pero postergada, que sirvió a la patria, enriqueciéndola
con el esfuerzo de su brazo (que mantuvo la economía del país hasta 1970), como
soldado de la independencia, como soldado de la revolución autonomista,
antibolivariana desconocida y ocultada del 16 de abril de 1827 (por publicarse),
del 6 de Marzo de 1845, nuestra segunda independencia. De la Revolución Liberal
y triunfos desde Manabí hasta culminar en Guayaquil el 5 de Junio de 1895.
No hay comentarios:
Publicar un comentario