Visitas, viajeros y hoteles en Guayaquil-IV
En febrero de 1895 llegó a Guayaquil Emilio Dufour traído expresamente por don Pedro Tallet para maestro de cocina de su Hotel Gran Cardinal ubicado en la calle Pichincha Nos. 50-52-54. Ese mismo año el diario El Globo en su edición del 28 de mayo, anunciaba habitación más comida por S/. 1.60 en el Grand Hotel Cristóbal Colón de propiedad de Camilo Drago, también situado en la calle Pichincha entre Colón y Sucre” (Guía Histórica de Guayaquil, tomo 5, 2008).[1]
El 12 de febrero de 1896 se produjo un gran incendio en la vecindad de la actual Casona Universitaria, en el cual se quemaron hasta los cimientos los hoteles Colón y el antiguo Francés. Fue un trágico preludio del “Incendio Grande” ocurrido el 5 y 6 de octubre de ese año, en que desapareció la zona residencial, comercial y bancaria de la ciudad y con ella todos los hoteles, pensiones y posadas que se hallaban desde la calle Aguirre hacia el norte, hasta Las Peñas y desde el malecón al oeste.
En este terrible flagelo desaparecieron los hoteles Francés, Colón, Gran Hotel, Europa, Continental, Iris, Gran Cardinal, ubicado en la calle Pichincha, el Nacional y el 5 de Junio. El 1 de marzo de 1898, se inauguró el Gran Hotel París, situado en Elizalde y Malecón, que tenía una extensión en la Plaza Rocafuerte (Almanaque Ecuatoriano o guía de Guayaquil de 1900).[2]Este fue uno de los primeros en levantarse después del gran incendio. En 1900, la extensión que el hotel París tenía en la plaza Rocafuerte fue cerrada.[3]Sin embargo, a la llegada de Hans Mayer en 1903 había algunos más como el Gran Hotel California, Guayaquil, Cosmopolita, “situado entre las calles de Pichincha y Pedro Carbo”,[4]y Gran Victoria. El 13 de agosto de 1900, El Grito del Pueblo publicó: “Se arrienda. El departamento que ocupó el “Hotel París” en la casa que fue del Dr. Modesto Jaramillo, situada en la Plaza Rocafuerte”.
El ilustre geógrafo y geólogo alemán Hans Meyer llegó al Ecuador en 1902 para estudiar sus alturas, y aunque al referirse a nuestra urbe no menciona específicamente ningún hotel, anota lo siguiente: “Digna realmente de una gran ciudad sudamericana, es sin embargo, la calle ancha que corre a lo largo de la orilla del río, el “malecón”, con su multitud de almacenes, “palacios” y hoteles”. Además, describe realmente la finalidad científica de su viaje y con cierta emoción se refiere a la maravillosa variedad existente en un país tan pequeño:
“El viaje que efectué en la primavera y el verano de 1903 a la República Sudamericana del Ecuador tenía, en lo principal, un fin: el estudio de las regiones cubiertas de nieve y hielo en la Cordillera ecuatoriana. La investigación de la alta zona montañosa prometía, precisamente allí, muy interesantes resultados. Pues talvez ningún otro país del mundo reúne en sí una tal plenitud de contrastes naturales, ni ofrece un número tan importante de problemas geográficos en una conexión espacial tan próxima, como la región andina del Ecuador, alzada, cual una torre, desde las cálidas llanuras tropicales hasta las regiones de las nieves eternas, por la inmensa fuerza volcánica, edificadora principal de las montañas”.
Y al referirse a nuestra urbe dice lo siguiente: “Como única ciudad comercial de toda la costa colombiana, ecuatoriana y peruana del norte, Guayaquil es no solamente el centro económico de esta enorme faja, sino la principal ciudad intelectual del Ecuador mismo, al contrario de la capital, Quito que en todos los aspectos, se queda atrás, por estar situada en el interior, lejos del gran intercambio mundial. De Guayaquil brotan todas las ideas reformistas, pero también todos los movimientos revolucionarios…” (Hans Meyer, “En los altos Andes del Ecuador, 1902-1904). [5]
En 1905, el Hotel Cataluña, se hallaba “frente a la puerta oriental del Parque Seminario, en la calle de la Municipalidad y Chile”.[6]El Hotel Guayaquil, de propiedad de Martín Artieda, que hasta 1906 aparecía su publicidad en los diarios, estaba “situado en la segunda cuadra de la calle de Bolívar, a pocos pasos del muelle del Ferrocarril del Sur” (Ídem, 18 de octubre de 1905).[7]El Gran Hotel Royal, de propiedad de Sebastián Cabezas, se afincaba en el Malecón Nº 104 (Ídem, El 10 de diciembre de 1905).[8]El Hotel Oriente, de propiedad de C. Rodil, se ubicaba en la calle “Pichincha, entre Sucre y Municipalidad <10 de Agosto> (Ídem, diciembre 12 de 1907).[9]
Por los últimos días de agosto de 1921 la viajera norteamericana Blair Niles arriba a la ciudad y al referirse a ella, afirma: “Guayaquil ciudad limpia y fragante (…) sí que se puede decir que hay movimiento, fueron tan veraces esas palabras que nos fue imposible encontrar habitaciones en los principales hoteles Ritz y Tívoli, que fue inaugurado en 1918 por su propietario el inmigrante italiano Leo Mesticelli y los hoteles Guayaquil y Victoria.[10]Todos los hoteles estaban atestados de gente de manera que optamos por comprometer un departamento en una casa posada (…) situada en el Malecón. Teníamos un hermoso balcón que dominaba la ría (…) El menaje de los cuartos se reduce a lo indispensable, a lo cual se añade una hamaca de mocora muy grande” (Blair Niles “Correrías casuales en el Ecuador”.[11]
Por 1923, el ciudadano italiano Luiggi Pippa Frizzione inauguró el Hotel España en la calle Aguirre 707, entre Boyacá y García Avilés, administrado por Rafael E. Ramírez. Uno de los hoteles de primera clase fue el Grand Hotel construido en 1925 por la Junta de Beneficencia de Guayaquil, sobre una propiedad donada por el filántropo guayaquileño Rosendo Avilés, cuyo arrendatario y propietario de las instalaciones fue el señor Enrique Stagg.
Muchos recordarán este hotel: “con su pasaje interno de comunicación entre las calles Pichincha y Clemente Ballén, que era verdaderamente hermoso, adornado con farolas y rejas de hierro forjado, y al cual se le impuso el nombre del filántropo”.[12]
En la década de 1950 fue convertido en el Hotel Crillón. Además, servían a Guayaquil otros establecimientos como los hoteles Crespo, Astoria, Excelsior y Lacassagne.
En la década de 1920 también existían en la ciudad hoteles como Cecil, Lusitania, Barcelona, Mediterráneo y el primer Hotel Palace situado en 9 de Octubre y García Avilés, donde poco tiempo después funcionó el Ritz. En la década de 1930, El Gran Hotel Guayaquil fue establecido y dirigido por su propietario Germán Suárez Bango y el inmigrante español Francisco Playa, instaló el Hotel Cataluña en la calle de la Municipalidad (Aguirre) y Chile, repitiendo el nombre del que se fundó en 1905. Igualmente lo fue el Hotel Londres, situado en la calle Abdón Calderón Nº 2101 y Malecón.
A medidos de 1930, Pedro Perrone Risso, descendiente de italianos, construyó el Hotel Majestic en Pedro Carbo 108 y 9 de Octubre, que sobrevivió hasta 1970 en que fue demolido para formar parte del complejo del Banco Central en esta ciudad.
El Hotel Metropolitano fue construido entre 1936 y 1937 por la Sociedad Técnica Fénix para el señor Isaac Aboab, ciudadano británico oriundo de Gibraltar, que además poseía dos hoteles del mismo nombre en las ciudades de Riobamba y Quito.Eldoctor Albert B. Franklin, profesor de la Universidad de Harvard, que visitó la ciudad en la década de 1930 a 1940, en que el presidente de Estados Unidos Franklin D. Roossevelt, propició una nueva política para el desarrollo de La Américas. El profesor Franklin escribió: “El hotel Metropolitano de Guayaquil, es uno de los hoteles más limpios, confortables y modernos de todas las Américas. Su único inconveniente (para el visitante) por más que se rodee de los lujos ultramodernos (…) su espíritu estará una y otra vez con el montuvio y su piragua”.[13]
Estos datos sobre viajeros y científicos, artistas y actividad cultural, turistas y hoteles que hemos registrado en este artículo, encierran una verdad que es importante destacar. Esta es, que a despecho de interesados en distorsionar la realidad y alardear de una superioridad relativa, los guayaquileños, además de ser hospitalarios y trabajadores, receptivos y abiertos a toda expresión cultural, que asimilamos como elementos enriquecedores de nuestro espíritu eminentemente progresista.
Esto muestra y demuestra, que la vida espiritual de los habitantes de esta ciudad, tiene un profundo antecedente de rica actividad, pues la situación geográfica permitió disfrutar de la influencia cultural de visitantes, viajeros, científicos, compañías de danzas y teatrales que, en tránsito hacia el norte o el sur, desde tiempos remotos ya tocaban nuestras riberas, cuando otros lugares no pasaban de llevar una vida aldeana y monacal.
[1]Cecilia Estrada Solá – Antonieta Palacios Jara, “Guía Histórica de Guayaquil” tomo 5, Guayaquil, Poligráfica, Págs. 18-19, 2008.
[2]Almanaque Ecuatoriano o guía de Guayaquil de 1900.
[3]”. El Grito del Pueblo, 13 de agosto de 1900.
[4]El Grito del Pueblo, septiembre 1 de 1903.
[5]Hans Meyer, “En los altos Andes del Ecuador, 1902-1904”, Quito, Colección Tierra Incógnita, Ediciones Abya Yala. 1993.
[6]El Grito del Pueblo, 11 de febrero de 1905.
[7]Ídem, 18 de octubre de 1905.
[8]Ídem, diciembre 10 de 1905.
[9]Ídem, diciembre 12 de 1907.
[10]El Hotel Tívoli fue inaugurado en 1918 por su propietario el inmigrante italiano Leo Mesticelli.
[11]Blair Niles “Correrías casuales en el Ecuador”, Quito, Abya-Yala, Colección Tierra Incógnita, Págs. 37-60, 1995.
[12]José Antonio Gómez Iturralde, “Las calles de mi ciudad”, Tomo I, Guayaquil, Editorial Luz S.A., Págs. 87-89, 1996.
[13]Albert B. Franklin, “Ecuador, Retrato de un pueblo”, Quito, Corporación Editora Nacional, p. 76, 1984.