jueves, 13 de junio de 2019


Visitas, viajeros y hoteles en Guayaquil-III

También en 1862, en la casa de propiedad de los hermanos José Plácido, Juana y Francisca Roldán, situada en la esquina de las calles del Comercio (Pichincha) y Senado (Sucre) mediante un contrato de arrendamiento por doce años con el señor Luis Desserth se estableció el Hotel Francia. El contrato determinaba que Desserth podía cada tres años rescindirlo o traspasarlo a un tercero, asunto este último que por conveniencia personal transfirió a Antonio Elías, quien el 16 de abril de 1863 convocaba a los acreedores del Hotel de France o de Desserth que se presenten al establecimiento a cobrar sus créditos. Pero el 10 de enero de 1865 al cumplirse los tres años convenidos originalmente, Elías, inquilino por sucesión, hizo la entrega de la mencionada casa al arrendador José Plácido Roldán (AHG. Documento EP/J11375).
En 1876 llegó a Guayaquil el viajero y explorador canadiense Thomas MacFarlane, quien hace una sucinta descripción de la ciudad en la que dice: “...la estadía de seis días en Guayaquil me permitió ampliar muchísimo mis conocimientos acerca de la ciudad (...) El hotel consistía en una serie de cuartos en el segundo piso, ninguno de los cuales tenía la bendición de poseer ventanas, por lo cual durante el día la luz siempre entra solo por la puerta abierta”. 
“La puerta de mi dormitorio se abría a la calle que está al frente del río, y la vista que desde allí se tenía siempre era placentera y hermosa. Los muebles eran toscos y las camas duras, pero aun así prefería infinitamente estas habitaciones a las que había ocupado en Playas y en Totorillas. Las comidas se servían en un salón de la misma calle, y consistían en un café a las ocho de la mañana, un desayuno a las once de la mañana y una merienda a las cuatro de la tarde. Este horario se resolvió en dos comidas diarias...” (Thomas MacFarlane). 
Seguramente se trataba del Hotel Nueve de Octubre que era el que en esa época podía calificarse como tal, pues el científico andinista Edward Whymper desembarcó en Guayaquil en diciembre de 1879, y mientras esperaba el buque para su retorno a los Estados Unidos, dice: “Durante la siguiente quincena viví en un hotel llamado Nueve de Octubre, en donde, aunque solitario en cierto sentido, nunca estaba sin acompañamiento (…) por la noche correteaban multitudes de ratones y enjambres de diminutas hormigas lo invadían todo. El áspero ruido del mordisqueo de voraces ratas estaba dominado por la suave música de innumerables mosquitos” (Edward Whymper, “Viajes a través de los majestuosos Andes del Ecuador”).
De la existencia de este hotel Nueve de Octubre, dan fe varios avisos aparecidos en los diarios: por ejemplo, un italiano llamado Enrico Rossi Galli impartía lecciones de canto en el cuarto número 6 (Diario El Comercio de Guayaquil, 16 de abril de 1878). Y unos periodistas señalaban: “Hemos visitado este establecimiento refaccionado hoy por su dueño el Sr. Adolfo Enríquez y notamos en su servicio esmero, aseo y prontitud. Las viandas que se ofrecen al público son variadas y buenas, los viajeros tanto del interior de la república como del exterior tienen pues con este hotel un lugar donde alojarse cómodamente” (Diario El Comercio de Guayaquil, 24 de diciembre de 1878).
Por entonces, también existía en la ciudad el Hotel Unión, hasta que apareció un aviso de arrendamiento que demuestra el cierre de sus operaciones: “el arriendo del local que hoy ocupa el hotel “Unión” sito en la calle de Luque que corre a cargo del Sr. Antonio Ivar. Para tratar, véase con su dueño señor Santiago Letechi” (Ídem, 24 de mayo de 1878).
En 1878, hay una referencia al Hotel Francés, que como hemos visto fue fundado en 1853. Sin embargo, por el tiempo transcurrido entre ambas fechas podría tratarse de la repetición del nombre. En todo caso, la modista Rosa Malavessi, que había sido ayudante en Lima de la madama Corina Dupo, se hospedaba en este y“ofrecía sus servicios profesionales a la ilustre sociedad del Guayas y en general a la de toda la República del Ecuador. Pudiendo hacer sobre medida gorras, sombreros y toda clase de vestidos para señoras y niños a la última moda. Las personas que deseen ocuparla pueden verla en el hotel Francés, habitación número 6” (Ídem. 30 de julio de 1878). En ese año se hallaba situado en la calle Luque y su administrador era el señor Antonio Ivar (Ídem, 24 de mayo de 1978). 
Este número, cada vez más creciente de hoteles indica claramente el gran nivel cultural, científico, turístico y comercial que tenía la ciudad. Viajeros, empresarios taurinos guayaquileños que contrataban toreros y cuadrilleros a su paso al sur, gente de circo como Chiarini, llegados a finales de 1878, demandaban buen alojamiento, alimentación, etc. 
El movimiento de extranjeros en Guayaquil era muy significativo, así lo confirma la vieja costumbre que tenían los más importantes hoteles de, bajo el título de “Ayer en los hoteles”, publicar en los periódicos las listas de pasajeros hospedados. En ellas podemos ver a ingleses, franceses, italianos, norteamericanos, españoles, etc., como: Grimonth, Hilbet, Bruce, Ragener, Bruckman, Adams, Jerome, Urzúa, Jacobs, Breau, Fruchia, Zacolli, Hansen, Harris, Dufrenne, Atkin, Reinhasdt, Lavezzo (Diario El Grito del Pueblo, 10 de julio de 1904), que por distintas razones visitaban la urbe.
Pese a las bondades hoteleras sugeridas en este artículo, el francés Charles Wiener llegado por 1879, afirma que“Los enojos y el aburrimiento del extranjero que desembarca en Guayaquil empiezan desde el instante en que busca alojamiento. Allí no hay fondas ni hospitalidades, y los habitantes han debido perder las caballerescas y benévolas costumbres españolas, antes de poder contar con las facilidades que Europa ofrece a los transeúntes. Las casas particulares en otro tiempo abiertas siempre para el viajero, hoy se le cierran, y no hay más remedio que albergarse en chiribitiles indecentes y conformarse con los servicios de los indios toscos y estúpidos” (Charles Wiener “América Pintoresca. Descripción de viajes al Nuevo Continente. Viaje al Río Amazonas y a las Cordilleras, 1879 – 1882”). Wiener, como buen francés, debió ser muy tacaño, pues el disgusto que expresa al no haber hallado alojamiento gratuito así lo confirma.
En 1882, se inaugura en Guayaquil el servicio de cable submarino que le daba comunicación inmediata con el mundo, facilitando la reservación de hoteles, etc. También ese año, según el Almanaque Ecuatoriano o guía de Guayaquil existían cinco hoteles: Universo, situado en la calle General Elizalde Nº 18 y Comercio (Pichincha); Bolívar, en la calle de la Catedral Nº 99; Europa, calle del Correo Nº 56; Norero Hermanos, calle Sucre Nº 34; Pichincha, calle del Teatro (Pedro Carbo) Nº 146 y la Casa Posada Comercio en la calle del mismo nombre Nº 43.
La existencia del Grand Victoria Hotel situado en la esquina sur del Malecón y 9 de Octubre, de propiedad del señor Julio L. Baquero no solo la hemos hallado registrada por Julio Estrada en su Guía Histórica de Guayaquil, sino por un acontecimiento grave ocurrido en la ciudad: Como sabemos, el año 1910 es cuando se produce uno de los más intensos conflictos con el Perú, que casi nos lleva a la guerra, por lo que el pueblo guayaquileño atacó al Consulado del Perú que se hallaba “en los altos del Hotel “Victoria” situado en el Malecón intersección 9 de Octubre” (Semanario El Correo del Guayas, Pág. 7 Nº. 58 que circuló el 4 de abril de 1910).
En vista de la demanda de comodidad pública, de lugares para expansionarse, conversar, ver pasar las bellas con sus contoneos tropicales, o simplemente beber un refresco, en 1893 el Municipio mediante el pago de una tasa de 0.20 centavos diarios permitió a los hoteles, salones, refresquerías, cafés, etc., instalados en el centro de la ciudad colocar mesas en los portales al pie de sus establecimientos. 
En estos se atendía al público con refrescos, bebidas calientes, dulces, etc., excepto las alcohólicas. Así nacieron las “Pesebreras” donde se jugaba dominó y bebía chocolate caliente, como antecesoras de las “Carretillas” y de la hermosa y ya desaparecida costumbre guayaquileña de refrescarse, y reunirse a charlar en mesas instaladas en los portales bajo una gran tolda de lona.

2 comentarios:

  1. Me encantó su relato, lo sigo en twitter, saludos @tore0522

    ResponderEliminar
  2. citricamultimedia.com/que-fue-la-revolucion-inglesa/
    El gobierno de Cromwell llegó a catalogarse como una dictadura, viendo la manera en la que él quiso que se asumieran las cosas y sabiendo que esto podría ser contraproducente.

    ResponderEliminar