sábado, 17 de agosto de 2019


Encuentros y Desencuentros

entre Bolívar y Guayaquil [1]

La historia de Guayaquil ha sido pensada, escrita y explicada desde fuera. Muchas veces acomodada, silenciada y hasta con determinado interés, minimizada regionalmente. Este trabajo es parte de nuestra tarea impuesta para su rescate y reconstruir con la mayor objetividad posible la historia del litoral y de Guayaquil.  En este intento, en   todas las ediciones efectuadas, no hemos escrito si no la verdad. Publicaciones fundamentadas que actualizan visiones caducas y rescatan documentadamente lo que no se ha difundido o que habiéndose hecho ha sido distorsionado u ocultado. También pretendemos, con civismo, desempolvar documentos que prueban nuestros planteamientos, que se refieren al Libertador Bolívar y su relación con el avatar histórico de Guayaquil.
Nadie puede dudar de la genialidad, y del valor de Bolívar, menos nosotros. Pero dentro de su proyecto de independencia que incluía a los países del noroccidente sudamericano contó muy poco con Guayaquil como espacio estratégico para las guerras de independencia. No está en sus planes militares procurar su independencia para introducir una cuña y espacio libre, desde el mar, entre las ofensivas independentistas del norte y del sur. Pues, pese a su amistad con Rocafuerte, y su conocimiento de la brillante trayectoria de Olmedo en las Cortes de Cádiz, aparentemente desconoce o no reconoce ni valora objetivamente la importancia y las fuerzas sociales y políticas de la ciudad. Parece ser que sus propósitos militares son básicamente andinos, en lo táctico-militar. Pues, poco espacio deja a la ciudad-puerto. Esto nos parece evidente, pues es ella, una vez independiente, la que lo busca y sale a su encuentro. En la propuesta guayaquileña estaba, en primer plano, la vinculación con ambos movimientos continentales, del norte y del sur, por eso buscan la relación y el apoyo de San Martín-O’Higgins y Bolívar. 
Muy temprano, una vez obtenida la independencia, Guayaquil y sus líderes los días 11 y 12 de octubre de 1820, respectivamente, despacharon sendos mensajes a San Martín, con José de Villamil, en la goleta “Alcance” y a Bolívar con el capitán Francisco Lavayen, por la vía del Chocó[2], anunciándoles la buena nueva que significaba un aliado importante en el corazón del problema. 
Además, la expresión con que Cochrane celebra la independencia de Guayaquil: “la campaña ha principiado bajo los más favorables auspicios; ya tenemos un puerto amigo y un astillero a sotavento”[3]. Nos indica con toda nitidez la importancia que concede al hecho, y señala claramente su alcance estratégico para la emancipación continental. Pese al éxito alcanzado, los líderes de la Provincia Libre tenían conciencia de su debilidad y dificultades para mantener la libertad por su solo concurso. Que el poder español, radicado en los Andes, pese a su debilitamiento, todavía representaba un grave peligro para el mantenimiento de la independencia y hacía prever un asedio militar para recuperarla. Esto los lleva a incorporarse en el esfuerzo general emancipador, a buscar la protección de un designio mayor, venga de donde viniere y a alistarse en la propuesta de libertad total y de destrucción del poder colonial español que propiciaban ambos libertadores sudamericanos. 
Para octubre de 1820, Bolívar se hallaba inmerso en negociar con Morillo un armisticio, y con una mezcla de cálculo y drama, presentaba al mundo una Colombia que negociaba de vis a vis con España. En el mes de diciembre, cuando se enteró de la independencia de Guayaquil, se hallaba en Trujillo, Colombia. Es entonces cuando se ilumina su pensamiento y se percata de la importancia del hecho, de lo vital que resulta para sus planes, al punto que piensa en movilizarse él mismo. Al no ser esto viable, encarta del 10 de diciembre de 1820, dice a Santander:
“es preciso hacerlos marchar, volando, volando, y que un cuerpo de reserva salga para ocupar Pasto, porque la ocasión es favorable y no debemos malograrla de modo alguno. (...) Insto, insto mucho porla expedición del Sur (...) Valdés debe tener entendido que es un axioma militar que por donde pasa una cabra, pasa un ejército (...)por el mapa yo no encuentro nada en él que sea inexpugnable. Sin duda debe ser la culpa del diseño o del ingeniero”[4].
Es casi dos años más tarde, precisamente, cuando quedó entrampadoen las alturas de Bomboná, desde el 7 de abril hasta el 9 de junio de 1822, que se percató de esta realidad. Es al abrírsele, desde el sur, las puertas de Pasto, gracias a la independencia de Guayaquil, que confiesa a Santander cuan equivocado estaba en su ligera apreciación: ”Había pensado no escribir a Vd. sino de Pasto, o del otro mundo (...) Cada posición es un castillo inexpugnable“[5]
El movimiento social que obtuvoGuayaquil con su independencia, sin la participación de las armas de Colombia, debió incomodar al Libertador, pues, en todas las cartas revisadas, no se encuentra una sola frase que exprese satisfacciónporque esta ciudad haya alcanzado su libertad. Asumo que le resultaba imposible admitir que algo así pudo haber ocurrido sin su intervención, y hasta cierto punto se sorprende que solos, sin ayuda, lo hayan logrado. 
Esto es tan real que a partir de entonces no busca ganarla como aliada importante, respetando su libre voluntad y decisión política autónoma. Por el contrario, desde el comienzo de su relación con Guayaquil, trató de imponer su voluntad y poder (”El militarismo prócer amenazaba aherrojar, conseguida la independencia, los atributos de la libertad“)[6]
Primero envió a Mires y luego a Sucre como representantes suyos para promover la anexión de esta provincia a Colombia“[7]. Cuando él se encuentra con la ciudad y puerto independiente, y la halla registrada en el proyecto libertario continental venido del sur, por el mar, le resulta chocante, lo inquieta, y desde el principio se empeña en domeñar ”sus egoísmos patrios“. Repárese que, constantemente se expresó mal del patriotismo de los guayaquileños.
En ningún documento consta indicio alguno que sugiera que la ciudad-puerto, como tal, haya figurado en el esquema del plan estratégico, táctico, militar y libertario de Bolívar. En sus cartas sólo habla del Departamento del Sur o simplemente  de  Quito, sin establecer diferencias, que en realidad desconocía. Empezó a referirse a Guayaquil después del 9 de Octubre de 1820, cuando se percató de la posibilidad que San Martín la sumase a un Perú, en espera de ser liberado. Tal pareciera que ignoraba la existencia e importancia de la ciudad-puerto. Solamente, en términos generales la concede a todo el territorio de la Audiencia. Fueron los guayaquileños de la Provincia Libre, convencidos de su reconocida monta, posición estratégica, y economía privilegiada, quienes, al declararla independiente, a los pocos días buscaron integrarse con autonomía al proceso de libertad continental.
“Desde el momento en que esta provincia proclamó su independencia reconoció que debía agregarse a una mayor asociación, y consiguió este voto en la misma acta constitucional. El grado de la ilustración pública, la débil noticia de los principios de la ciencia legislativa, el atraso de la agricultura y de las artes, y la escasa población del país, efectos necesarios del maquiavelismo español, todo indica la necesidad de incorporarnos a un Estado que con sus luces nos esclarezca, quecon sus armas nos defienda, y que con sus leyes afirme y consolideel orden social; que ponga en movimiento nuestra industria, dé nuevas alas a nuestro comercio, y eleve esta provincia al punto de prosperidad a que está llamada por la naturaleza“[8].
Nadie puede negar que la provincia de Guayaquil, alcanzó la independencia por el esfuerzo propio y voluntad de sacrificio colectivo de sus habitantes. Que se apoyaron en la llegada del batallón “Reserva” y los oficiales del “Numancia”, separados por sospechosos. En la presencia de la flota naval de Cochrane y del ejército de San Martín en las costas peruanas, es verdad. Que sabían que no eran lo suficientemente fuertes para conservarla por sí solos, también lo es. Que, desde el primer momento, procuraron la ayuda y protección que le ofreciesen cualquiera de los poderosos vecinos, nadie lo duda. Pero, que se liberaron por sí solos, es una verdad incontrovertible.
La visión de sus líderes, además de sustentar la ideología revolucionaria,en lo civil, militar y económico, consiste en que, una vez independientes, salen a encontrarse con su destino, no lo esperan, lo buscan. “Era muy natural que los revolucionarios de Guayaquil no perdieran tiempo en buscar apoyo y protección en los patriotas de Chile que mantenían una escuadra en el Pacífico, y en el General San Martín que se aproximaba a las costas del Perú con un ejército de esa nación (...) Al mismo tiempo despachar al capitán Lavayen para que fuera a entenderse con los patriotas de Nueva Granada, que Bolívar había liberado un año antes”[9]. Por eso es necesario dejar expresa constancia que, si hay algo que decide el éxito de la Revolución de Octubre, es aquella decisión de integrarse y concertar sus creencias revolucionarias e independentistas con el movimiento continentalcontra el colonialismo español que se daba en ese momento.
Bolívar es un luchador de gran visión estratégica, pero parece reducirla a una concepción andina. Por eso no cuenta con la Guayaquil, es su revolución la que hace posible la batalla de Pichincha, y la victoria que alcanza en ella le abre las puertas desde el sur, para su ingreso a Quito. Si esta hubiese estado comprendida en sus planes, la habría mandado liberar por ser un punto vital y estratégico. Esto nos hace sospechar que su visión geopolítica de ofensiva militar presentaba alguna debilidad. Su proyecto era básicamente interandino, y su intención siempre fue la de tomar el control de los Andes, mas no las estratégicas y ricas zonas costeras. Pudiera ser así, en razón de que el grueso del ejército español y su poder estaba en el interior, por ser lo más poblado en comparación con la Costa. 
San Martín, en cambio, sube de Chile por el mar, por la Costa, lo que nos hace creer, en la posibilidad que entre sus objetivos, sí pudo haber incluido a Guayaquil. Era el único surtidero seguro, protegido por 60 millas aguas arriba del Guayas, que además de grandes riquezas y recursos materiales, ofrecía instalaciones de abrigo y astillero para carenar buques y habilitar una flota en base a naves mercantes. La presencia del almirante William Brown, “el insurgente” explica la intención del proyecto independentista venido del sur. En su caso, podemos decir que es claro y definido, en cuanto a tomar parte en la liberación de Guayaquil y su provincia. La presencia de Brown y Cochrane y su asedio a lo largo de la costa del Pacífico sur lo evidencian.
Los elementos que estimularon y ayudaron a insurreccionar Guayaquil tienen su origen en el sur. Reparemos que los marinos Brown y Cochrane, y los oficiales disidentes del ejército español, Febres Cordero, Urdaneta y Letamendi, vienen de esos rumbos. También desde el sur influyeron las sociedades secretas que mayoritariamente se hallaban en Lima. 
“Finalmente, la situación conspirativa adelantó con la llegada de tres oficiales venezolanos del batallón español Numancia, acantonado en Lima, que también pertenecían a la francmasonería (...) Hombres acostumbrados a la acción, estos se metieron de lleno en el trabajo conspirativo y, junto con los masones guayaquileños, se abocaron a la tarea de coordinar la resistencia criolla y preparar la insurrección liberadora, que se inició, por fin, el 8 de octubre de 1820”[10].
A su regreso a Londres en 1797, Miranda fundó la Gran Logia Americana, la cual fue el centro de la confabulación y organización de la emancipación del hemisferio occidental. En ella se vincularon e instruyeron los criollos que acudían a Europa para el perfeccionamiento de su educación, que a la postre fueron la simiente de la revolución independentista. Esta Logia tuvo filiales en París, y pese a las precauciones tomadas por la Corona española, se estableció en Madrid, y en Cádiz, puerto de destino al que afluían los americanos. En estas ciudades, la Logia fundada por Miranda se estableció con el nombre de Sociedad de Lautaro o de los Caballeros Racionales, con la que tenían contacto directo los recién llegados a España, que a su vez se encargaron de trasladarlas a las colonias americanas. 
Entonces la ideología del enciclopedismo, fruto de los más preclaros masones y filósofos franceses, abrió amplias perspectivas a los sentimientos embrionarios de los americanos. El principio de soberanía emanado del pueblo, trajo por consecuencia el desprestigio del carácter divino de la monarquía[11].De ellas partieron las actividades de los hombres que se esforzaron por aniquilar al imperio español en América. Entre los fundadores de las ramificaciones de las logias europeas, en esta parte del continente, se contaron, O´Higgins, para Chile y Lima; Bejarano para Guayaquil y Quito[12].
El estímulo recibido por la presencia de los militares, y la participación directa de los masones, fueron elementos importantes para la concreción exitosa de la revolución del 9 de Octubre de 1820. Los patriotas percibieron que debían sumarse a un propósito continental, tanto a las fuerzas que provenían del sur como a las del norte. Tenían muy en claro que su lucha era contra un poderoso imperio, consecuentemente, era necesario someterse a la protección del mayor número de fuerzas. 
Los encuentros y desencuentros de Bolívar con Guayaquil no se produjeron si no después de su independencia. Y solo cuando él no pudo aceptar las posiciones, concepciones y propuestas autónomas registradas en el Reglamento Provisorio de Gobierno, promulgado por el gobierno liberal de los guayaquileños. El leyó los hechos en forma arbitraria, subjetiva y desde arriba. Por eso no vacila en estigmatizarlo con su propia frase, que ”una ciudad y un río no hacen un país“. Definitivamente, no comprendió, o su obsesión por anexar Guayaquil era tal, que no le importó pasar por alto lo que todos los documentos del 9 de Octubre, sus elites y su visión de la independencia, decían sobre lo que realmente se buscaba. Siendo el objetivo de independencia de Guayaquil más afín con las intenciones del sur, le aplicó todo su empeño en desvalorarlo y someterlo.

I

El proceso deIndependencia de Hispanoamérica
    
La crisis del dominio colonial español ya era evidente a fines del siglo XVIII, y a comienzos del XIX la independencia resultaba imparable. Los primeros años de  este  último, una  vez  colapsado el imperio debido a la invasión napoleónica en 1808, se iniciaron las luchas de los paíseshispanoamericanos contra su dominación y explotación. La desintegración del imperio era incontenible y cuando intentó reaccionar, propiciando desde las Cortes de Cádiz, reformas, cambios sociales y administrativos tendentes a liberalizar las actividades económicas, de las cuales dependían diecisiete millones de personas, ya era muy tarde. 
El agotamiento del modelo colonial y el avance, en el mundo moderno de entonces, de las teorías sobre organización económica, social y política, que España no las tenía, fueron determinantes para los hispanoamericanos. Además, la independencia de estos países, aunque acelerada por una variedad de factores externos, no deja de tener como significativo aderezo, la toma de conciencia de su propia identidad y cultura. Y en el caso de Guayaquil, debemos agregarle la aspiración permanentemente postergada por la corona, de entrar en posesión y administración de sus grandes recursos.
El régimen colonial, egoísta y explotador, con sus formas exclusivistas y monopolistas, ya era un obstáculo para entrar al siglo XIX. Poco o nada tenía para ofrecer ni a sus propios pueblos, peor a las posesiones ultramarinas. Económicamente España era la retaguardia de Europa. ”Ideológica y doctrinariamente vivía sumergida en la escolástica medieval“[13], consecuentemente ella se encargó de estimular la lucha contra sí misma. 
Las reformas borbónicas que, con miras a la modernización y liberalización, había puesto en marcha, fueron entendidas por los americanos, como realmente se las había concebido. Un medio para asegurar una mayor sujeción de las colonias, lo cual significaba el incremento del peso en la dependencia de las naciones en ciernes. ”De este modo la reforma imperial plantaba las semillas de su propia destrucción: su reformismo despertó apetitos que no podían satisfacer, mientras que su imperialismo realizaba un ataque directo a los intereses locales y perturbaba el frágil equilibrio del poder dentro de la sociedad colonial“[14]
Esta intención, mal encubierta, de reformismo innovador promovía un retomar el dominio, y prometía imponer nuevas cargas al comercio y  una proliferación de cargos oficiales para controlarlas.  Este fue, en definitiva, uno de los principales factores que precipitaron la revolución por la independencia.
La emancipación de Hispanoamérica –que ha sido considerada como una lucha heroica– realmente forma parte del proceso mundialde difusión y expansión de revolución burguesa europea. Es la insurrección liberal, cuyas ideas fueron traídas de Francia, Inglaterra, los Estados Unidos, y en alguna medida de la propia España. El uso de la fuerza, rompió definitivamente los lazos que la ataban al régimen español con onerosas contribuciones económicas y una despreciable segregación social y política. 
Fue una lucha a profundidad llevada por la elite criolla culta,  ilustrada, que habiendo desarrollado el concepto de independencia  y  autonomía, buscaba difundir en sus pueblos el disfrute de las libertades individuales y políticas producto de un nuevo orden de cosas. Se aspiraba, además, a implantar el comercio libre como el mejor camino hacia el progreso económico, y el establecimiento de reformas sociales para alcanzar la felicidad y el desarrollo espiritual de los pueblos. Todo  esto, a  sabiendas que  la única manera de  lograr estas transformaciones, era alentar el crecimiento de una sociedad fundamentada en otros y nuevos sectores sociales, los criollos
En Hispanoamérica existía una clase, una parcela social, que habiendo sido educada bajo dominio español, se había formado en Europa al calor de las nuevas ideas. Se trataba de quienes al tener un mayor nivel de fortuna y cultura, tuvieron acceso a las formas de la ilustración europea, que la conmovieron y sacudieron en los últimos años del siglo XVIII y primeros del XIX. Los viajes, y la oportunidad de alcanzar otras experiencias, les posibilitó romper con los grilletes y límites del pensamiento español escolástico en que habían crecido. 
Buscando alejarse de esta forma de pensar, tradicionalista y limitante, se asimilaron al influjo del liberalismo, y la ilustración francesa. Y lo fundamental,desarrollaron un pensamiento criollo más o menos estructurado que les permitió diferenciarse de los españoles, y sumarse a esa corriente mundial que aparecía y crecía. No querían quedarse fuera de tal proceso. Sin embargo, hubo algunos que por su formación pasaron a tener, curiosamente, un pensamiento ilustrado pero con matices escolásticos, que se expresó en algunos líderes quiteños. Solo patriotas como Morales, Riofrío, Quiroga, etc., lograron acceder al criollismo revolucionario.
Esa nueva elite, no podía convivir con el coloniaje ”Eran parte de la minoría criolla que formaba la verdadera nación, y fueron ellos quienes guiaron los destinos de la América española en la primera parte del siglo XIX. La inmensa mayoría de la población del subcontinente, formada por mestizos, negros, mulatos e indígenas, tuvo un papel casi nulo en la vida política de sus países. En realidad, muchos de ellos no llegaron a tener una concepción de su nacionalidad hasta ya más avanzado el siglo“[15]
Este proceso de larga, costosa y heroica lucha por la independencia que para los países hispanoamericanos, exceptuando Cuba y Puerto Rico, culmina en  1824,tuvo movimientos precursores. Son los diferenteslevantamientos de indígenas. También los populares como los neogranadinos de 1767 y 1780. Entre estos, el más significativo, el del Socorro, que en protesta por la publicación del edicto para el cobro del derecho de Armada de Barlovento, movilizó 20.000 indígenas hacia Santa Fe. Rebelión que entre el 16 de marzo al 16 de septiembre de 1781, causó una verdadera ola de motines, saqueos, ejecuciones, etc.[16]
El 4 de noviembre de 1780 (nótese la secuencia), en Tungasuca, Perú, Tupac Amaru, levantó el estandarte de la insurrección, y posteriormente ejecutó al cruel corregidor Antonio Arriaga. Luego el levantamiento de Tupac Katari, sometido y ejecutado en el Cuzco en 1783[17]. Si bien estos alzamientos no buscaron la libertad ni el rompimiento inmediato y total con España, sino reaccionar con violencia contra la injusticia y opresión, no podemos dejar de considerarlos como anuncios de rebeldía, protesta y emancipación. Posteriormente, influenciadas por las anteriores, se dieron las distintas luchas urbanas: de Chuquisaca, el 25 de mayo; y, en La Paz, el 16 de julio de 1809, y más tarde la de Quito, cumplida el 10 de agosto de ese año[18]
Estos movimientos, aunque en definitiva resultaron fallidos, tienen que ser entendidos como precursores, pues dejaron una experiencia e hicieron ver que solo la guerra de independencia sería la válida. Mas, al no responder a propósitos continentales, no pasaron de ser locales, espontáneos, carentes de estrategia insurreccional y militar, que contribuyera al desgaste del poder colonial español. Es un axioma, aquello, para que una revolución y transformación profunda sea exitosa, tiene que tener un ejército, visión táctica y el respaldo económico para el sostenimiento de ambos. La sola emoción y exaltación de ánimo de grupos patriotas, nunca cambiaron el rumbo de las cosas en el mundo.
II

El proyecto de Bolívar

Los propósitos emancipadores  tanto  de Bolívar  comode San Martín y de casi todos los conductores independentistas del siglo XIX fueron eminentemente continentalesLa intención del Libertador corre de norte a sur: de los llanos venezolanos sube a los Andes, muy poco se aproxima a la Costa y casi no cuenta con ella. La de él es una propuesta andina, por eso la mantiene dentro de las montañas y por ellas, en su momento, llega hasta Bolivia. 
Para alcanzarla, apela a su visión y manifiesta su habilidad para comprender bien los intereses e intenciones de aniquilar el imperio, por parte de la Gran Bretaña. Precisamente, por ello busca el apoyo de los banqueros y autoridades inglesas. Él entiende bien la situación mundial de nuevos intereses. Tal parece que hubiese tenido pensamientos como: aquí lo que hay es un nuevo sector económico que quiere la primacía mundial, y son los ingleses. Ellos ponen el dinero y son enemigos de los españoles, a ellos acudo. 
Miranda, el precursor, también interpretó muy bien las circunstancias y afanes que movían a las grandes potencias. Fue en procura del apoyo del dinero inglés y francés, que eran los poderosos que emergían en el escenario mundial, y orientaban su política a la destrucción de España y Portugal. 
La intención de San Martín, que nace en el Atlántico tiene una perspectiva distinta: ”desde Buenos Aires había ya observado, que las tropas insurgentes eran derrotadas cada vez que se internaban en el Alto Perú, mientras que habían destrozado á sus enemigos siempre que éstos entraban en el territorio de las provincias argentinas“[19]. Al medir las distancias, calcular los obstáculos, fijar los objetivos finales y probar el temple de los hombres y las armas, San Martín comprendió que no era ese el camino estratégico de la revolución sudamericana. Que la lucha se prolongaría estéril e indefinidamente ”si es que no terminaba por un desastre irremediable, mientras sus condiciones y bases no se variasen. Su idea era llevar la guerra por el oeste, trasmontando los Andes para ocupar Chile; dominar el mar Pacífico, y atacar el Bajo Perú por el flanco, admitiendo simplemente como complementarias y concurrentes en segundo orden las operaciones militares por las fronteras del norte“[20]
Este plan, por racional y correcto, se impuso a la postre, no solo por ser el más simple, pese a su complejidad, sino por estar dentro de lo posible. A los contemporáneos de San Martín, esta intención les parecía una locura, cuando el mal precisamente estaba en empeñarse en ir a Lima por un camino imposible y con medios insuficientes. Ir en busca de aventuras militares sin prever las contingencias de la victoria o la derrota, era sacrificar inútilmente preciosas vidas. Estos planes militares de San Martín, para llevar la guerra de independencia americana, del Atlántico al Pacífico, le dan, sin duda alguna, el carácter de estratega continental. 
Los dos proyectos, en los efectos finales de enfrentar y destruir el régimen colonial, se complementan y acaban atenazando a las fuerzas españolas. Pues, no solo la asedian y atacan desde diferente frente, sino que le cortan toda posibilidad de repliegue táctico. Bolívar por los Andes hacia el sur y su alcance final a Bolivia. San Martín desde Argentina, hacia Paraguay, Chile, con miras a Bolivia y Perú. Además de una tercera tenaza, utilizada solo por él, que desde el sur sube por mar a lo largo de las costas chilena y peruana. La punta de lanza de esta última fue el almirante Guillermo Brown, cuya presencia en el Pacífico fue conocida como la “guerra de zapa, y el crucero de Brown“ [21]. Este, alarmó a las autoridades y las obligó a utilizar en forma estéril los recursos para armar naves de guerra, lo cual facilitó a San Martín la entrada por Mendoza para cumplir el célebre Paso de los Andes a Chile. 
Brown, armado en corso por el gobierno argentino de Pueyrredón, entró a Guayaquil en 1816 con el ánimo de insurreccionarlo. Cochrane, lo hizo con posterioridad al 9 de Octubre, y quedó profundamente impresionado por la fuerza del pensamiento liberal del Gobierno guayaquileño. Esta es la razón, por la cual se negó y evitó ser utilizado por Bolívar para someter a la ciudad-puerto. Por eso elLibertador asegura a Santander: “Las cosas de Guayaquil exigen mi persona con la Guardia; aquel es un caos de ingratitud y mala fe. Lord Cochrane parecía pronto a servirnos, pero el gobierno de Guayaquil lo ha disuadido de este designio“ [22].  Pero no fue una disuasión de Guayaquil sino una clara comprensión de qué era lo que buscaban y aspiraban conseguir los guayaquileños con su revolución y campaña libertaria.



III

La independencia de Guayaquil e Hispanoamérica

Elementos distintos han incidido desde la época precolombina, hasta el presente, para que el poblador del litoral ecuatoriana se aferre a su libertad y autonomía. El mero hecho de vivir a orillas del mar, o en la gran red fluvial del río Guayas, la amplitud y facilidad de desplazamiento, convierte al individuo en ser libre. Las culturas Puneña y Manteño-huancavilca fueron entidades étnicas autónomas dueñas de su propia sabiduría. 
Ante el espacio abierto del mar, surgieron como mercaderes continentales, y de ellos toma forma la sociedad guayaquileña o costeña, que históricamente son lo mismo. La gran red fluvial de la cuenca del Guayas, los dotó de un sistema expedito y ágil de comunicación, que hasta tiempos muy recientes, reemplazó durante los inviernos al transporte terrestre. Lo malsano del clima, la selva, la dificultad de desplazarse por tierra en tiempo de lluvias, y la baja población, convirtieron a la Costa en territorio de frontera[23].
Lo citado más la prosperidad económica adquirida por la provincia de Guayaquil a partir del último tercio del siglo XVIII, les permitió soportar con ventaja y cierta libertad la miopía de la administración colonial, la cual cuando buscó abrir caminos para establecer nuevas políticas en beneficio del comercio, ya se había convertido en una vía sin retorno. Una prestigiosa investigadora española, nos ha permitido resumir cómo el Guayaquil Independiente se venía desarrollando desde el siglo XVIII. 
”La estrecha conexión entre geografía y desarrollo económico se hace especialmente evidente en Guayaquil, quizá más que en otros lugares, tanto en lo que se refiera a la producción agrícola como a la actividad industrial y comercial, pudiéndose afirmar que la historia económica de Guayaquil durante el período colonial viene definida, al menos parcialmente, por sus características geográficas.
”Así una simple ojeada al mapa muestra cómo la localización de la ciudad-puerto de Guayaquil (a medio camino entre el Perú y Nueva España o Panamá, y además centro de todo un complejo portuario marítimo fluvial) le hará adquirir desde su fundación una importancia comercial de primera magnitud, no ya sólo como escala en el tráfico entre ambos virreinatos, sino muy especialmente como puerto de entrada de los artículos europeos y americanos al territorio de la Audiencia de Quito, y como principal vía de salidade los productos serranos“ [24].
El espíritu autonómico del guayaquileño, estaba entonces como hoy, alimentado por intereses económicos, sociales y políticos. En torno a ellos había una verdadera ebullición social y conciencia colectiva, que había llegado ya muy por encima de la simple queja.  El reclamo generalizado contra las exacciones de que la sociedad era víctima, llegaba a su punto más álgido. 
Ya no era posible soportar los abusos a los que tradicionalmente se los sometía desde el Obispado de Cuenca y del Consulado de Comercio de Lima. Utilizando todos los tonos y propuestas, propiciaban la implantación  del  libre comercio  entre  las colonias y la metrópoli, buscando, de esa forma disfrutar de su esfuerzo y habilidad, hasta entonces usufructuadas por los comerciantes intermediarios de Trujillo y Lima. 
Otra actitud interesante, que denota una intención y estrategia para hacerse del poder militar y otras facilidades, fue la insistencia con que se pidió el traslado a Guayaquil de la Comandancia de Armas, radicada en Quito, y la entrega al Cabildo de la ciudad, de la recaudación del derecho de sisa, destinado a la defensa del puerto y la provincia.
“La crisis de la economía de la sierra y su posterior entronque con el territorio neogranadino, sellaron aún más la independencia regional costeña (...) Esta era la situación en el momento de la ruptura con la metrópoli; la costa ecuatoriana apareció así como una cuña entre las corrientes libertadoras del sur y del norte, que se disputaron su absorción. Incluida, finalmente, dentro de la flamante República del Ecuador, su integración a la misma quedó como un reto“[25]
Precisamente por esto, la independencia de Guayaquil fue el resultado de una contienda política, social, económica e ideológica, en la que participan hombres ricos, de pensamiento republicano ilustrado, secundados por la población, pero sujetos a una estrategia militar conducida por profesionales de la guerra. Mas, una vez concretada y alcanzado el triunfo, asumió el liderazgo un gobierno civil y democrático. Tuvo la fuerza económica y militar suficientes para romper y terminar con los viejos esquemas, sobre los cuales se había agotado toda posibilidad de conciliación. 
El 9 de Octubre de 1820, recoge lo expresado a nivel continental y mundial, por las fuerzas de la revolución burguesa liberal que ansiaba terminar con los gobiernos monárquicos, feudales, y con todo rezago del dominio de antiguas prácticas de administración pública que había creado el antiguo régimen. Los guayaquileños de octubre, actuaron en procura de inscribirse en un proceso de modernización. La presión externa de la revolución liberal, burguesa, fue una especie de llamado, para establecer la diferencia entre lo moderno, que eran ellos, y el antiguo régimen monárquico español.
Por estas razones, ”no se puede conceptuar bajo una misma categoría el movimiento promonárquico y fidelista de los  condes y  marqueses,  de Quito, del 10 de Agosto de 1809, con las acciones plebeyas del criollismo y del pueblo revolucionario de Quito, de 1810 a 1812. Tampoco se puede equiparar la  concepción  táctica y  estratégica, el proceso y la culminación de la revolución octubrina como continuidad   del  movimiento de  agosto.  Esto no es correcto. Pues, la revolución de Octubre de 1820 tiene otro alcance, otra dinámica, otros objetivos y aspira a construir una sociedad distinta de la colonial: la republicana. Su ideología y su tarea impuesta se  inscriben  en un proceso de liberalización continental,  y sus elites dirigentes diseñan un plan de ruptura total,  que no tuvo en ningún momento la llamada <revolución> de agosto”. 
“Mientras en la agostada predominó una línea aristocrática-monárquica que finalmente generó traiciones, dubitaciones y las consecuencias que ya han sido estudiadas por el prestigioso historiador cuencano, Manuel María Borrero en su libro Quito, Luz de América; en la revolución de octubre hay un planteamiento distintosus líderes quieren construir un régimen y una sociedad republicana, totalmente liberada de la tutela monárquica española“[26]
De otro lado, las aspiraciones de Bolívar consideraban liberar a Panamá una vez alcanzada la independencia de Venezuela. Pero debió alterarlas ante la presencia de San Martín en el Pacífico y el temor que este se apropiase de los territorios de la Audiencia de Quito, que incluían Guayaquil. La emancipación de la ciudad-puerto y la ruptura de los vínculos con la Corona española, causaron otro sobresalto en Bolívar: el 21 de diciembre de 1820, escribe a Santander “No sabemos si Guayaquil reconoce o no el gobierno de Colombia y si es parte de nuestro territorio (...) Mientras dura el armisticio pienso ir y volver de Quito, si se ha sublevado, como lo espero, o lo han tomado los de Guayaquil“[27]. Y, como no las tenía todas consigo, el 10 de enero de 1821, pulsando la liraescribe a Rocafuerte. Apela a su vieja amistad: ”¿Se acordará Vd. que soy su antiguo amigo?“ pero le oculta sus verdaderas intenciones diciendo: 
”Estoy en marcha para Quito y Guayaquil. El general Valdés me precede con la vanguardia del ejército del Sur, y el general Sucre lo seguirá de cerca. Mando al general Mires a Guayaquil con auxilios a esa patriótica provincia (...) Recomiendo a Vd. mucho que lo atienda personalmente y haga que ese gobierno le dé un cuerpo de tropa a mandarlas, para que concurra a las operaciones de Colombia“[28]
a) Las condiciones que consideró Guayaquil
Guayaquil buscaba inscribir su proyecto de libertad y alcanzar su independencia en el momento en que Hispanoamérica estuviese madura para intentar la ruptura total con el coloniaje, no antes. Esta actitud ha sido interpretada con ligereza por algunos historiadores, que han esgrimido la falacia que la negativa de los guayaquileños de apoyar a los quiteños en el movimiento del 10 de Agosto de 1809, se debió a sentimientos regionales adversos. Esto es totalmente alejado de la verdad. Estos no se comprometieron, porque tal movimiento no buscaba la ruptura colonial y porque su situación económica estaba en óptimas condiciones, y en ascenso, que no quisieron arriesgarla para embarcarse en una aventura contra la Corona y porque juzgaron que el poder militar colonial estaba intacto. 
Tan cierta era esta limitación en 1809, que Bolívar y los hombres agrupados en torno a él, aprendían apenas el arte de la rebelión en el cónclave secreto de su propiedad de El Palmito a orillas de río La Guayra[29].  Y San Martín, ni siquiera había llegado a Buenos Aires desde Europa[30].  
Es decir que las guerras de independencia como procesos bélicos –única forma de desalojar a los españoles– estaban recién en gestación. Consecuentemente, sumarse a un movimiento carente de estrategia, de profundidad, de ejército, y huérfano de sustentación continental, que en cualquier momento resultaría aplastado, habría sido un sueño de opio, equivalente a lanzarse a un despeñadero. Eso es lo que el coronel Jacinto Bejarano quiso decir con: ”Estamos listos, pero no están listas las condiciones externas“.
El escenario adecuado no existía aun: Podríamos decir que los guayaquileños con algo de visión y astucia mercantil lo percibieron así. Todavía estaban empeñados en clarificar su situación económica, negociar sus impuestos, gravámenes a sus transacciones, etc. Olmedo, pese a que su pensamiento no se aparta de alcanzar la independencia, y la autonomía para su patria, va a las Cortes en plan de defensor del indígena, como negociador de facilidades para las colonias, es decir, como un diputado en pos deuna legislación adecuada para progresar social y económicamente. 
Era necesario esperar el momento oportuno para evitar el fracaso, y este empezó a llegar cuando toda América se empeñó en romper el yugo que la humillaba. Eso, precisamente, pusieron en práctica, pues la experiencia quiteña les enseñó que solo sería viable la independencia si la concebían dentro de una visión macro y la incorporaban a un proceso continental. Y, así lo hicieron.
Cuando el imperio español estuvo agotado y debilitado militarmente por los sucesivos enfrentamientos con las potenciasextranjeras, la monarquía, asediada interna y externamente, y su ejército fragmentado en muchos frentes de insurgencia, fue la hora decisiva. Entonces tomaron la resolución de alcanzar su emancipación. Con estas condiciones externas a favor, aunaron recursos propios, suficientes, y adoptaron una estructura militar que garantizaba el éxito. 
Factor favorable, fue también la llegada de San Martín a las costas peruanas: ”Apenas habían llegado á Guayaquil las primeras noticias de haber desembarcado la expedición libertadora en el Perú, cuando el espíritu de independencia comenzó a mover los ánimos de los moradores“[31]. Sin estos elementos asegurados, no habría sido fácil que acometiesen la empresa. 
Recordemos, además, las vacilaciones tenidas pocas horas antes del día de octubre señalado para la revolución. Las cuales fueron superadas cuando el grupo de oficiales venezolanos disidentes, les garantizaron la insubordinación de los cuarteles. Sin estos tres elementos, corrían hacia una aventura a la que no estaban dispuestos, pues tenían mucho que perder. Desde una bonanza económica, a la que no renunciarían por nada, ni por los bloqueos que haría el régimen colonial. 
Los líderes de Guayaquil calcularon y meditaron, planificaron y midieron sus pasos. Respondían más a una lógica de pensar bien, para no fracasar. Recordemos que el eje político de la independencia de Hispanoamérica, que buscaba involucrar su lucha a un movimiento único continental, estaba dado por las sociedades secretas, especialmente la masonería, en la cual militaban los liberales de Guayaquil. Los masones eran una línea de acción venida de Inglaterra, Francia, e Hispanoamérica. Triángulo que era el camino conductor al éxito[32].
”A partir de la emancipación de Guayaquil, cambió sustancialmente el curso de la guerra en Sudamérica. Privados de los ingresos tributarios causados por el cacao, del apoyo logístico del astillero de Guayaquil y de la formidable posición estratégica de nuestro puerto, los ejércitos realistas quedaron cercados en la sierra peruana“[33]
b) El triunfo regional y la división nacional
Con el desarrollo social, político y económico, de la Audiencia de Quito tomaron forma, hasta casi institucionalizarse tres espacios regionales: el centro-norte serrano, con Quito como eje; el austro, liderado por Cuenca; y la Costa toda, representada por Guayaquil. Estas realidades, han subsistido en la república desde la colonia, mas no podemos decir que de ellas surgieron tres planes distintos de independencia. Realmente no fueron si no dos, esto es, el monárquico fidelista de Quito, del 10 de Agosto de 1809, con el que tradicionalmente se identificaron las elites serranas (Roberto Andrade y Manuel María Borrero, ampliamente han tratado el tema), y el de Guayaquil y la Costa, cuyos líderes ilustrados alcanzan la ruptura total con el régimen monárquico el 9 de Octubre de 1820. El cual, no tiene ninguna semejanza ni es consecuencia del anterior. Esto no quiere decir, que hay que borrar de la memoria los antecedentes locales y foráneos que, como acciones precursoras tuvieron la importancia que ya hemos señalado en páginas anteriores.
Luego de los efectos políticos y militares que dejó el 10 de Agosto, cualquier tarea e intento de independencia tenía que comenzar por establecer y garantizar un espacio amplio de acción que, además de la voluntad y deseos de libertad tuviere también los recursos necesarios. Este solo podía ser asegurado desde la Costa, por que era la zona donde menos poder y control tenía España, y también porque en el mar y la región costera del Pacífico sur, su flota había sido seriamente debilitada. 
En estos hechos intervinieron diversos factores externos e internos. Entre los cuales podemos señalar a los efectos del tratado de Utrecht[34], y la presencia de barcos y marinos tanto ingleses como argentinos, chilenos, etc. La implantación de las reformas borbónicas, produjo un efecto no esperado, pues llevó a los españoles a imaginar que era tal el beneficio que traerían a las colonias, que llevaría a los criollos a plegar en una actitud de ”buen servicio“ hacia la corona, pero no fue así, ya que fueron expedidas demasiado tarde.
De otro lado, el espacio costero era la región que, tanto para independientes como para la corona podíaproporcionar un mejor control. Pero España lo había perdido casi en su totalidad, ya que se hallaba seriamente debilitada en el mar. Por ello, cualquier intento de retomar la Costa y el golfo de Guayaquil, era impracticable, pues ya no tenían pertrechos, la fuerza naval, el abrigo natural de la ría, ni los astilleros para mantenerla. 
Es decir, Guayaquil y su emancipación otorgaron no solo independencia regional a toda la costa americana, sino que, además, tornaron impracticable toda posibilidad de reconquista. Se abrió entonces, un gran espacio regional interno (de la antigua provincia de Guayaquil) independiente que permitió a las fuerzas de Bolívar (en el norte) y a las de San Martín (al sur) asegurar su libre acceso hacia los Andes.
Pero, además, hay otro aspecto que es importante destacar en la visión de los guayaquileños, en cuanto estrategia militar. Estos, a lo largo de casi dos años salen a enfrentar la contraofensiva española, pero en otro terreno: en la Sierra. Es decir no dejan que estos tomen o ganen espacio en su región, al no tener los españoles las condiciones para poderla tomar por mar, le otorga una relativa estabilidad al objetivo de Guayaquil, le da una garantía regional,  le permite una proyección interregional y convertirse en soporte para lo nacional.
El triunfo  regional de  Guayaquil, que  busca expandirse a otros territorios está garantizado, un poco, por el desgaste al que fueron  sometidos el ejército y la marina española, la cual como sabemos,  fue casi anulada desde el tratado de Utrecht. Además, el  financiamiento inglés a expediciones corsarias, prácticamente liquidó a la ”Armada Invencible Española“, al punto que dejó de constituir un peligro para la campaña. 
De este modo el triunfo regional quedó garantizado por la posición de los guayaquileños, los cuales, inteligentemente perciben, que el estar en la Costa, y cerca al mar, obviamente los pone a buen recaudo, pues los enemigos tendrían que venir desde la Sierra y esto de por sí  encerraba una gran dificultad. 

c) El objetivo de la división protectora de Quito

Esta pregunta siempre fluye en los ambientes académicos de la historiografía ecuatoriana. Ya es conocido y ”reconocido“ que Guayaquilbuscaba irradiar al interior del país su planteamiento independentista.  Para ello, qué mejor que empeñarse en acciones de coordinación externa y de resistencia interna. Los documentos de octubreya nos permiten señalar qué era lo que buscaban los guayaquileños.
La mejor respuesta la encontramos en el número 6 del semanario El Patriota de Guayaquil, publicado el 15 de junio de 1822. Ese día, tan inmediato a la batalla de Pichincha, en el segundo, tercero y quinto párrafos de la proclama, la Junta de Gobierno expresa a la ciudadanía el júbilo por la liberación de Quito, diciendo: ”Esas aguas han hecho reflorecer el árbol de la Libertad, regando el 24 de Mayo á la hermosa Quito, y confirmando que la AURORA DEL 9 DE OCTUBRE, que rayó en nuestro horizonte, fue la aurora del brillante día en que la Libertad, con aire majestuoso, debía pasearse sobre la orgullosa cima de los Andes. 
(...) GUAYAQUILEÑOS: Cuando nos propusimos ser libres no podíamos dejar gemir en la opresión á los pueblos que nos rodeaban: la empresa era grande, y los tiranos miraron con desdén nuestro noble arrojo.¡Crueles! Ellos creyeron que vuestra sangre, que tres veces corrió en Guachi y Tanisagua, debilitaría y extinguiría la llama de vuestro amor patrio: pero se hizo más viva; y mientras vuestros hijos, hermanos y amigos corrieron á las armas, doblamos los esfuerzos, y todos nuestros recursos fueron empleados para conducir en nuestro auxilio á los hijos de la inmortal Colombia“. 
“GUAYAQUILEÑOS: Quito ya es libre: vuestros votos están cumplidos; la Providencia os lleva por la mano al Templo de la Paz, á recoger los frutos de vuestra constancia y de vuestros sacrificios[35].  
Este documento y su contenido, que es un verdadero canto guayaquileño a  la liberación de Quito, deja en claro, que la libertad de esta es consecuencia directa del 9 de Octubre, y no una afirmación de hoy. Es la jubilosa expresión de quienes participaron en ella con todas sus posibilidades, pronunciada apenas tres semanas después de la batalla del Pichincha. 
Pero, volvamos a la División Protectora de Quito, y seamos claros, pues su solo nombre indica un real empeño por llevar la independencia a todo el territorio que después fue ecuatoriano. Específicamente dirigido a la sede de la Audiencia, a la capital. Por eso se la llamó División Protectora de Quito, porque iba a protegerla, a liberarla. Esta verdad, que encierra la intención de reunir bajo la independencia un territorio históricamente integrado, ”es mirada con suspicacia y tergiversada por los admiradores de Bolívar, para atacar a un gobierno empeñado tan solo en buscar la consolidación de la libertad. Y que no mezquinó gastos ni escatimó sacrificios cuando se trataba de su defensa o de la liberación del territorio quiteño“[36].
Este esfuerzo por proteger a Quito, facilitando su independencia y la de todo nuestro país, habla por sí solo. El tan trillado tema de las preferencias guayaquileñas, deja traslucir que en la ciudad-puerto había una marcada intención por pertenecer al Estado de Quito antes que a un Perú aun por ser liberado desde el exterior, y menos a una Nueva Granada lejana y desconocida. Al respecto, el Acta de la Independencia de Guayaquil, es un documento singularmente transparente al mostrar las preocupaciones de los guayaquileños: 
”Se acordó igualmente que se expidiesen dos expresos a los Ayuntamientos de Quito y Cuenca, poniendo en su noticia la nueva forma de gobierno establecido en esta Ciudad, exhortándolos a la uniformidad de sentimientos y operaciones conducentes a la independencia general de América“.
En cambio el documento con que culmina nuestra emancipación no dice una palabra, sobre dirigir mensajes a Bolívar y San Martín. A ellos no se los quería involucrar en la estructuración interna del país. Los mensajeros especiales enviados a estos dos grandes libertadores de América, tienen otro contenido, alcance y significado al que ya nos hemos referido hasta la saciedad en este trabajo. Esto es, la necesidad del soporte militar de por lo menos uno de los poderosos vecinos que los rodeaban. En verdad, si había conciencia de que las fuerzas guayaquileñas eran insuficientes –ello parece ser obvio– era necesario tomar contacto con los dos grandes ejércitos que luchaban por la independencia, al norte y al sur de Guayaquil. 
Los ideales de la Revolución Octubrina, expresados por Olmedo que constan en todos los documentos emitidos en torno a la independencia, recogen los profundos sentimientos republicanos, liberales indisolubles, que profesaba tanto la mayoría de sus dirigentes, como los ciudadanos de la Provincia Libre. Ellos expresan con claridad meridiana las tendencias unitarias de los guayaquileños hacia el conjunto del país. Y, ”la profundidad de estas propuestas terminan con aquella errónea y distorsionada interpretación de un Olmedo y un Guayaquil aislacionista, que solo piensa en sí y no en el país. Claro que ahí está expresado el valor y la importancia de una provincia que no quiere ser devorada ni por el nuevo Estado ni por la nueva República[37]“.

IV

El esquema real de Guayaquil y sus elites 
Guayaquil Independiente

Documentos, estudios y publicaciones historiográficas ya han hecho evidente que la dinamia, alcance y objetivos de la revolución del 9 de Octubre de 1820, procuran estructurar una sociedad diferente a la colonial que es lo que les impedía desarrollarse. Su ideología y actitud republicanas la identifican e incluyen dentro del cauce emancipador continental total. La independencia de Guayaquil es el resultado de un proyecto  que logró registrarse en un propósito general americano. Es el efecto del triunfo de una ciudad y su provincia; de sus elites y sectores sociales, en otras palabras, de una burguesía mercantil en ascenso. Es la consecuencia de una intención autonomista, independiente, libertaria. Que tuvo como corolario la comprensión de una propuesta que los llevó a entender a la organización emancipadora como una empresa, de la que formaban parte hombres, ejércitos, recursos, periodo de sacrificio, etc., para alcanzar el preciado bien de la libertad. 
La aportación de sus líderes es ampliamente conocida y reconocida. Lo que no ha sido rescatado de su actitud, es su percepción a la necesidad del apoyo militar para dar el golpe. Recordemos que eran civiles, hombres de ideas, de comercio, que no entendían de mandos castrenses. Por eso, la llegada de los oficiales que habían sido expulsados de Lima por sus actividades revolucionarias, fue la coyuntura que necesitaban, pues todas las demás condiciones estaban dadas. Olmedo, civil, no acepta el mando de la revolución, pues eso correspondía a lo puramente militar. Pero el 10 de octubre, al día siguiente de la transformación, asume la conducción de la Provincia Libre, convoca al Colegio Electoral, que el 8 de noviembre institucionaliza la revolución con la aprobación del Reglamento Provisorio de Gobierno o Constitucional. 
La Provincia Libre se inició con pie derecho, y por decisión generalizada de sus integrantes había roto todo vínculo con la monarquía. Su posición estratégica vital para la culminación de la lucha continental por la independencia, era determinante. Su condición de puerto comercial, y la producción agrícola exportable, le proporcionaron una excelente situación económica. Pese a esto, su autonomía estaba seriamente amenazada: como afirma Henry Lynch, en su obra: ”Colombia quería Ecuador y Ecuador necesitaba de Guayaquil; económicamente las tierras altas no tenían salida al mar“[38].Esta situación privilegiada que sirvió de estímulo a una elite emprendedora de comerciantes, puso a la provincia en la  mira de  las  necesidades financieras de una Colombia empobrecida por la guerra. Y, también en la mira de un Bolívar que avaluaba los recursos de Guayaquil para usarlos en beneficio de sus planes de libertad. Aquí no hay una piedra de toque entre lo que unos y otros buscan. 
Respecto de la clase dirigente, muchos han incurrido en una interpretación antojadiza. Se ha dicho algunas veces que lo de Guayaquil fue solo obra de una oligarquía. Se atribuye solo a ella el triunfo de octubre. Esto es una falsedad. De haber sido así, cómo explicamos que Lynch, en la misma página de su importante estudio ya señalado, asegura que ”Bolívar se aprovechó también de la necesidad de salvar a Guayaquil del domino de la plebe“. Si el pueblo bajo dominaba Guayaquil, de qué oligarquía hablamos. 
La provincia de Guayaquil, a diferencia de otros países y regiones, excepto Panamá, fue liberada por la acción conjunta de sus líderes y su pueblo, ricos y pobres, con el apoyo militar organizado y sostenido por ellos, en la cual, hasta los niños tuvieron una presencia importante. No intervino ninguno de los dos grandes americanos, Bolívar y San Martín ni fuerzas extrañas a la provincia. Ellos vinieron cuando la lucha libertaria e independentista de la Provincia Libre ya se había consumado y dado frutos. 
Simplemente es cosa de interpretación y de la dificultad que muchos tienen para entender a una burguesía, a una sociedad de productores mercantiles independientes. Hay quienes ven esto de las elites en términos de oligarquía y no como un nuevo sector social, una clase distinta a la aristocracia terrateniente andina, que buscó, sin éxito, negociar con la corona. Se trató de un nivel distinto, el cual no ha sido percibido como una división social, diferenciada de la nobleza afincada en la serranía. 
Si hubiese sido la oligarquía guayaquileña la que alcanzó la independencia, conviene preguntar ¿cuántos oligarcas habían en Guayaquil?, quizá cien, a lo mejor el doble o el quíntuplo. Esto quiere decir que, si solo en Huacha murieron casi setecientos guayaquileños, y fue la oligarquía la que ganó la emancipación, luego del combate la ciudad se quedó sin dirigentes. Por otra parte, en dos cartas a Santander del 3 y 13 de agosto de 1822, Bolívar expresa sus temores:  
”En  cuanto  yo me  vaya a Bogotá cargarán al galope todas las pretensiones de estos señores guayaquileños, peruanos y quiteños sobre el pobre general Sucre (...) Vd. crea amigo que esto está sumiso porque yo estoy aquí con 2.000 hombres de la Guardia y que estos 2.000 hombres no bastarían, si yo me fuese antes de dejar bien establecido el sistema“[39]
Si este número de soldados no era suficiente para contener la reacción contra la anexión autoritaria y forzada, quiere decir que atrás de esta supuesta ”oligarquía“ había una voluntad popular generalizada, que obligó a Bolívar a permanecer un año ”descansando“ en tierra ecuatoriana. Si es verdad que Guayaquil quería ser colombiana y bolivarista como explicar, que ni siquiera2.000 hombres serían suficiente para contener su rechazo. El pez por la propia boca muere. ¿Cómo responder a eso? 
Y finalmente, en el 9 de Octubre de 1820, fecha de la gloria de Guayaquil y principal coyuntura para las emancipaciones quiteña y peruana, participó toda una sociedad dispuesta al sacrificio, que entendió a la lucha por la independencia como una guerra de liberación. Para demostrar lo cual, basta citar unas notas aparecidas en el semanario El Patriota de Guayaquil: en la primera que se publicó el sábado 2 de junio de 1821, consta un grupo de aportantes de dinero destinado a la causa:
”El S.D.D. Cayetano Ramírez, Cura de Monte-Cristi, 500 (pesos); el Cabildo de Monte-Cristi, 1050; el Cabildo de Charapotó, 750; D. Francisco Berduga, ha cedido una obligación de 580 pesos, de fácil cobro. El Gobierno reconociendo el generoso esfuerzo de los Pueblos de Monte-Cristi y Charapotó, en medio de la notoria decadencia en que se hallan, quiere hacer público este razgo singular de patriotismo“. 
El 7 de julio, del mismo año, publica: ”El Pueblo de Sta. Helena, en donde desembarcaron las tropas de Colombia, les ha prestado cuantos auxilios han necesitado para su transporte y subsistencia: y cuando se trataba de satisfacerle los gastos que  ascendieron á cerca de 200 pesos, hatenido la generosidad  de  cederlos  en beneficio  de  la Patria. Los Pueblos de la Provincia, aun los más pobres,  parece que se disputan  la gloria  de distinguirse en hacer servicios importantes“[40]. Estas y otras referencias posteriores aparecidas en el periódico, son una muestra clara que, si bien el 9 de Octubre de 1820 fue concebido, planificado y financiado por una elite ilustrada y empresarial, contó con el apoyo generalizado de los habitantes de la ciudad y de toda la provincia, aun de sus más remotas comunidades.


V

Bolívar: Su visión de Guayaquil
“Tomada la decisión de apoderarse de Guayaquil por la fuerza, había que buscar entonces la justificación en derecho. Es decir, había que encontrar un principio supuestamente preexistente para justificar un hecho que nació de la frustración de Bolívar y no de ningún derecho“[41]. La Ley Fundamental de Colombia, que la elevó a categoría de Estado, ”al menos sobre el papel... en Angostura en 1819“ (diciembre 17)[42]. Mediante la doctrina del uti possidetis(según la cual los nuevos estados heredaban las fronteras de la administración colonial), había declarado a la Audiencia de Quito, o simplemente departamento de Quito, parte  de  Colombia.
Es decir, que los diputados al acordar la creación formal de la república de Colombia, ni siquiera se molestaron en esperar la independencia, ni averiguar inclinaciones, preferencias ni circunstancias, para saber cuál era nuestra autodeterminación. No lo hicieron. Nos impusieron su visión, voluntad y modo de agregación. Potencialmente la incluyeron en el territorio de la nueva nación. Confiriendo, además, poderes omnímodos a Bolívar para la administración de estos, una vez liberados. 
Por entonces, el Libertador todavía no era presa de su obsesión por Guayaquil, que lo invadiría precisamente tras suindependencia. De momento su preocupación estaba orientada al departamento de Quito, al que pertenecía un Guayaquil desconocido para él. 
Bolívar valoró a la Provincia Libre como expresión, como espacio y como sociedad, solo cuando recibió la noticia de su independencia y de la organización de la División Protectora de Quito, que propendía a liberar al resto del país. Es entonces, cuando decide marchar hacia el sur a concretar la anexión acordada por el Congreso, pues lo sobresaltaba “el miedo a que San Martín pudiera llegar antes a Ecuador y lo reclamara para el Perú“[43]
Pese a que muchos hacen hincapié en la aspiración de unos pocos guayaquileños de sumarse al Perú, en especial cuando se trata de generalizar esta voluntad, esto era absolutamente impracticable. ¿Cómo podía existir tal sentimiento sobre un Perú centro colonial español y no libre aun y que dependió de Guayaquil para obtener su independencia? Quienes afirman esto no se percatan aquello que en la pregunta formulamos. 
Basta recordar que el Perú alcanzó su independencia en 1824, es decir que, en 1821-22, era inexistente como país, y la posibilidad de su independencia, bastante incierta, pues las elites peruanas no la deseaban. Si no existía Perú como nación independiente, de qué incorporación estamos hablando. 
Es la historia escrita desde fuera de Guayaquil, con una visión interesada de los admiradores del Libertador, que echa mano de ella para justificar su intervención armada en la anexión de Guayaquil. En realidad no pasó de ser una postura de algunos, alimentada por una muy antigua relación social y comercial, inaceptable para la mayoría, pues equivalía a entregarse a un ejército y no incorporarse a una nación. 
Esta visión la expresa claramente la Junta de Gobierno, de la que era parte el prócer Francisco Roca, del partido peruanista, en carta del 5 de marzo de 1821 al coronel Antonio Morales, comisionado del gobierno de Colombia ante el presidente de la Audiencia de Quito: 
“esta provincia no está agregada al Perú, y es tan ridículo persuadirse a que la agregación ya está hecha por la sola razón de haber admitido comisionados del General San Martín y los auxilios que la ha prestado, como sería degradante para ella someterse a un ejército en lugar de unirse a uno de los grandes estados con quienes linda“[44]
Parece que la pluralidad en que se movía la empresa de Guayaquil y las intenciones al comunicar tanto a Bolívar como a San Martín, la buena nueva de su independencia, produjo cierto escozor en el Libertador. En lo recóndito de sus valores humanos (y la vanidad es una condición de las pasiones humanas), no podía concebir que ”un puerto y un río“, como él llamaría a Guayaquil, que no haría una nación ni un país, se haya podido independizar sin su ayuda. 
Además, la situación se complicaría en  la mente deBolívar cuando los oficiales argentinos, Guido y Luzuriaga, llegaron a esta ciudad en representación del San Martín. Probablemente hizo algún reclamo, de lo contrario no podemos explicarnos la satisfacción que le ofrece Olmedo en su carta fechada el 17 de marzo de 1821, que dice: ”En los principios de nuestra transformación no fue posible comunicarnos con V.E., porque aún estaban ocupadas todas las provincias intermedias, y V.E. había regresado a las extremidades de la República“. Y más adelante lo halaga diciendo: ”La aparición de V.E. ha sido una sorpresa la más agradable para estos pueblos“[45]
Esto es todo lo que Guayaquil y sus líderes habían hecho y logrado. Debe haberlo visto como una postergación a segundo plano, nada menos que a él, al hombre acostumbrado a vencer, a quien la Constitución colombiana había convertido en ”dictador de factode Guayaquil“ (Lynch). Si a este modo de ver las cosas, le agregamos la puntualización que le hace Olmedo en carta del 17 de marzo de 1821, sobre aquello que ”la provincia de Guayaquil está dispuesta a sostener el voto de ser libre; y no lo está menos a cooperar con todas sus fuerzas a la hermosa causa de América, excitada por sus propios sentimientos y estimulada por el sublime ejemplo que le han dado los pueblos de Colombia“[46], tenemos los motivos de la inquina que sentía hacia la Provincia Libre. 
Sin duda, desde entonces se agudizó en él una severa y humana dificultad para tratar con Guayaquil. No encajaba en su pensamiento la actitud de un pueblo que, si bien había requerido de ayuda para sostenerse libre, había alcanzado su independencia por esfuerzo propio, por sí solo. Y si además de todo esto, pretendía seleccionar democráticamente, a cuál de sus poderosos vecinos se sumaría, tenemos como resultado algo sencillamente intolerable e inaceptable para el Libertador.
Así, pues, tan pronto llegado a Quito se dedicó a escribir, para expresar en todos los tonos posibles su satisfacción por haber concluido la independencia de Colombia: a San Martín: ”Tengo la mayor satisfacción de anunciar a V.E. que la guerra de Colombia está terminada“. A los generales marqués del Toro y Fernando Toro: ”Este hermoso país, tan colombiano y tan patriota (...) formará el más grande departamento de Colombia (se refería a nuestro país)“. Al general Juan de Escalona: ”Ya estamos en Quito libre y colombiano. Todo está por nosotros en este vasto país, sin que nos falte más que Guayaquil(por primera vez admite que había una diferencia que superar), para donde parto a llevar la ley de Colombia“.  A Santander: ”solamente Guayaquil me da cuidado, pero Guayaquil por su cuidado puede envolvernos también en una de dos luchas: con el Perú, si la forzamos a reconocer a Colombia o con el sur de Colombia si la dejamos independiente, triunfante e incendiaria con sus principios de egoísmo patrio[47]. Como podemos leer, la forma de referirse a Guayaquil y su provincia, implica una predisposición que le impedía cualquier comprensión hacia el proyecto de esta, a su historia, a lo que sus hombres se proponían y a sus sentimientos patrióticos.
Mientras permaneció en Quito se centró en designar y organizar al gobierno del departamento, ”es una capital recién tomada, a la cual se deben dar leyes de Colombia (...) no tengo tiempo para nada, no me faltan ratos para escribir, pero me sobran meditaciones sobre lo que debo hacer con un grande y bello país“. Finalmente decide que ”el general Sucre, su libertador, lo mandará con el mayor aplauso de sus pueblos“, lo cual le permitiría desplazarse para someter a la Provincia Libre. Durante su estadía en la capital no solo envió, sino que también recibió muchas cartas[48], de los mismos guayaquileños que a la llegada de Sucre, en 1821, le llenaron la cabeza con opiniones interesadas. Sucre, de igual manera que el Libertador, prefirió escuchar a quienes lo adulaban y se decían colombianistas, antes que a los miembros de una ”Junta que ya había demostrado una total independencia de criterio“[49]
La actividad política que desplegó en Quito fue intensa, la cual se conserva en su correspondencia: ”No me faltan ratos para escribir, pero me sobran meditaciones sobre lo que debo hacer con un grande y bello país, para conservarlo en su adhesión a nosotros, para ganar Guayaquil, para conservar la armonía con el Perú, para no perder el tiempo, y para no chocar con la división del general Santa Cruz. Estos son los días de darle gusto a todo el mundo“[50]. Para neutralizar a Santa Cruz, que no intente oponerse a la anexión de Guayaquil, promete enviar tropas al Perú tan pronto la provincia se someta. ”Yo he lisonjeado a la división auxiliar de Santa Cruz y felizmente este jefe es muy bello sujeto. He prometido mandar tropas al Perú, siempre que Guayaquil se someta, y no nos dé más cuidados[51]. Con esto halaga los sentimientos patrióticos de oficial sanmartiniano, y elimina la posibilidad de que este respaldase las pretensiones de San Martín sobre Guayaquil. 
Pocos días más tarde, cuando al frente de 3.000 veteranos de la Guardia, se aprestaba a emprender en su ejercicio castrense contra Guayaquil, escribe a Santander el 9 de junio de 1822: 
“Sucre quedará al mando en Quito y yo pasaré al Sur con las tropas, con el objeto de pacificar aquello y de tener una entrevista con San Martín. Supongo que en esta marcha militar no perderé nada, al contrario, redondearé a Colombia, según son mis deseos y deben ser las probabilidades; porque Vd, sabe que Guayaquil no es Cartagena, que se defiende con sus murallas, y porque además yo empleo más la política que la fuerza en las empresas de esta naturaleza[52]
La verdad es que acosar con un ejército avezado en la lucha a un reducto sin murallas que cobijaba a 20.000 habitantes, de los cuales, probablemente serían 6.000 los civiles en edad, aunque no en capacidad, de sostener un enfrentamiento armado, no es precisamente una gestión diplomática. Fue un alarde más de magnanimidad ante Santander.
”Una provincia como la de Guayaquil no podía enfrentarse a Colombia de igual a igual; era débil, en efecto, comparada con Colombia. Y, sin embargo, en gesto admirable, no vaciló en mantener la vigencia del Reglamento Provisorio constitucional en cuanto a dejar en manos de la Junta Electoral la decisión final sobre el futuro de la Provincia“[53].
En primer lugar diré a Vd. que la junta de este gobierno, por su parte, y el pueblo por la suya, me comprometieron hasta el punto de no tener otro partido que tomar, que el que se adoptó el día 13. No fue absolutamente violento, y no se empleó la fuerza, mas se dirá que fue al respeto de la fuerza que cedieron estos señores[54].
Estos y otros aspectos configuran un conjunto de hechos que Bolívar no podía aceptar. Este rechazo a lo que eran y harían los guayaquileños, nos dicen que él ni pudo ni quiso comprender y respetar a los guayaquileños. Lo único que le interesaba era sumarlos a su proyecto.
VI

Bolívar no aceptó el proyecto
de Guayaquil y Olmedo

Luego  de lo  dicho  y presentado  anteriormente, es claro que no. Ni tuvo la menor intención de hacerlo. Todas las referencias que hay de Bolívar sobre Guayaquil, exceptuando aquellas en que se deshace en alabanzas por su aporte económico, hablan de un pueblo de rebeldes, al cual había que domeñarlo y sujetarlo. El 22 de junio de 1822, escribe desde Quito a San Martín: 
”V.E. expresa el sentimiento que ha tenido al ver la intimidación que hice a la provincia de Guayaquil para que entrase en su deber. Yo no pienso como V.E. que el voto de una provincia debe ser consultado para consultar la soberanía nacional, porque no son las partes sino todo el pueblo el que delibera en las asambleas generales reunidas libre y legalmente. La constitución de Colombia da a la provincia de Guayaquil una representación la más perfecta, y todos los pueblos de Colombia inclusive la cuna de la libertad, que es Caracas, se han creído suficientemente honrados con ejercer ampliamente el sagrado derecho dedeliberación (...)“. 
De qué soberanía nacional pudo hablar Bolívar, en una nación apenas configurada. Qué valor y respeto alega tener sobre la independencia y la libertad, si planeaba estrangularlas. Más grave, aun, resulta la agresión si la antigua Provincia de Guayaquil había señalado la forma democrática con que se tomaría la decisión de integrarse. En este párrafo de la carta demuestra que no tenía ni idea, ni se había detenido en conocer ni comprender el Reglamento Provisorio de Gobierno, ni las virtudes y prácticas democráticas que lo concibieron y promulgaron. Tampoco todos los elementos que sustentaban la visión y decisión de los guayaquileños.
En las siguientes líneas de la misma comunicación, celebra que San Martín se haya mantenido al margen del interés que había tenido en Guayaquil, ”(...) V.E. ha obrado de un modo digno de su nombre y de su gloria, no mezclándose en Guayaquil como me asegura, sino en los negocios relativos a la guerra del continente. La conducta del gobierno de Colombia ha seguido la misma marcha que V.E. (...)“. Sin embargo, su obsesión por incomprender a Guayaquil, lo persiguen hasta llegar a maltratarlapolíticamente. 
A continuación distorsiona la historia al acusar a los guayaquileños de entorpecer el éxito de las armas libertadoras, cuando fueron, precisamente ellos, con su accionar victorioso y rebelde quienes lo facilitaron. Incluso, intencionalmente, desconoce que gracias a la revolución de Octubre, se le abrieron las puertas desde el sur y pudo superar las posiciones inexpugnables de Pasto: 
”(...) pero al fin, no pudiendo ya tolerar el espíritu de facción, que ha retardado el éxito de la guerra y que amenaza inundar en desorden todo el Sur de Colombia, he tomado definitivamente la resolución de no permitir más tiempo la existencia anticonstitucional de una Junta que es el azote de Guayaquil y no el órgano de su voluntad.(...)“. 
Solo quien no quiere comprender, encontrar y valorar, puede, lleno de vanidad y prepotencia, expresarse así. Incluso falseando la realidad, pues, toda la historia de la gesta libertaria guayaquileña dice de cómo actuaron sus líderes. Para explicar lo injustificable, la mendacidad le da un buen asidero.
Y, finalmente, degrada su propia grandeza, cuando en forma conveniente, para disimular su obsesión, a sabiendas, porque no podía ignorar cosas tan burdamente tejidas, recoge y exalta a la ruindad de interesados: 
”(...) Quizá V.E. no habrá tenido noticia bastante imparcial del estado de conflicto en que gime aquella provincia, porque una docena de ambiciosos pretenden mandarla.Diré a V.E. un solo rasgo de espantosa anarquía: no pudiendo lograr los facciosos la pluralidad en ciertas elecciones, mandaron poner en libertad el presidio de Guayaquil para que los nombres de estos delincuentes formaran la preponderancia a favor de su partido. Creo que la historia del Bajo Imperio no presenta un ejemplo más escandaloso[55]
Estas líneas, que algunos quieren no leer y dan por inexistentes, dicen lo que realmente pasaba: Bolívar no podía ni quería comprender a Guayaquil. Él solo aceptaba su visión y decisión: el sometimiento.
Escandalosa es la calumnia en la que incurre y se degrada el genio de la libertad, pues nada más claro, limpio y democrático, que la convocatoria al Colegio Electoral hecha el 10 de octubre de 1820, que el 8 de noviembre eligió democráticamente a la Junta de Gobierno, y a Olmedo como su presidente: ”En el primer día festivo elijan un Diputado a pluralidad de votos, y que nadie sea rechazado“. Determinaba el número de diputados por cada pueblo cabeza de partido, y ordenaba ”Que sean admitidos a la elección todos aquellos cabezas de familia (a excepción de los esclavos) que sean vecinos del Partido o que actualmente residan, bajo la inteligencia que todo sujeto de algún carácter, que no concurra debe ser notado, y tenido por sospechoso en las actuales circunstancias“. 
Y, finalmente, convocaba ”á los Maestros Mayores de cada gremio, á los Empleados, Corporaciones, Curas y Comunidades Religiosas, y demás moradores de este Pueblo, para que el día Jueves de la presente semana concurran á las nueve de la mañana a prestar con entera y absoluta libertad el juramento que exige la Patria, que se note al que no concurra“[56].
Acaso fueron estos padres de familia, escogidos en toda la provincia, los delincuentes a que se refiere, que según él se los utilizó para elegir a los facciosos, Olmedo, Roca y Ximena. Estas líneas y frases de Bolívar en contra de los próceres guayaquileños, es lo que los bolivaristas dogmáticos y deístas no quieren ver ni aceptar, pues se han construido un Bolívar inmaculado, sin errores y sin las pasiones humanas y sus efectos.
Será por esta condición de su personalidad y por la obsesión que pone en su empresa que no quiere instituciones democráticas y realmente representativas. En carta de Jamaica dice: ”Los establecimientos de Tierra Firme nos han probado que las instituciones perfectamente representativas no son adecuadas a nuestro carácter, costumbres y luces locales“. 
Por ello, con razón historiadores imparciales han dicho que: ”La interpretación política del Libertador, hecha a través de sus proyectos de constituciones, sufre un tendencioso desvío que se incline al totalitarismo centralista y absoluto de los reyes“[57]
Por otra parte, qué más escandaloso fraude que el cometido por el procurador Leocadio Llona, que acomoda a los intereses del Libertador. Mediante el cual, artificiosa y fraudulentamente, aparenta un respaldo del vecindario a la anexión. Apoyo falaz de una lista llena de nulidades, en que aparecen 193 firmas, recogidas con el fin de obtener rápidamente el pronunciamiento favorable del Cabildo y luego del Colegio Electoral. Todas ellas fueron rechazadas por los cabildantes en pleno; a continuación el acta en la que consta que uno por uno expresa su rechazo a la conformación de ese rol presentado por el bribón de Llona: 
”El regidor Sánz: que las ciento noventa y tres firmas no son bastantes para la decisión interesante de la Provincia, sin embargo que la mayor parte de los suscritores no son vecinos, y que por último se debe juntar el Colegio Electoral, según está dispuesto por el Superior Gobierno legítimo que tenemos. (...) Regidor Manuel Tama: que la representación presentada por el señor Procurador General (Leocadio Llona), es una de las reuniones tumultuarias de las que no se puede formar opinión ninguna en favor ni en contra de la decisión de los pueblos, y que algunos vecinos que representan están llenos de nulidades por semejantes actos. (...) El regidor Molina: que porción de los individuos que la suscriben no son vecinos de este pueblo, como igualmente la duplicación de firmas de un mismo nombre (...) firmados por hijos de familia, y que actualmente se hallan aprendiendo oficio con sus maestros. (...) Regidor Bodero: que los suscritores de la representación, le parece que no forman opinión en las circunstancias presentes. (...) Regidor Concha: que no componiendo las firmas de la representación, ni una décima parte de los vecinos de esta población, es de absoluta necesidad la reunión del Colegio Electoral, para la decisión de asunto de tanta gravedad y trascendencia“[58]
Cómo podemos entender esa ”abrumadora“ cantidad de firmantes que supuestamente respaldó la incorporación a Colombia, si a los seis meses de anexada la ciudad, hay un levantamiento contra el gobierno, iniciado nada menos que por los miembros del Cabildo guayaquileño, al cual califica como ”una conspiración de asesinos para matar y saquear (...) el coronel de milicias Aguirrequiteño, buen colombiano, ha tenido una disputa sangrienta con la municipalidad (...) Aguirre prendió a cuatro de los capitulares (...) que son bochincheros enemigos de Colombia“[59]
Cómo explicar que, si era la voluntad de los guayaquileños ser colombianos y someterse incondicionalmente a las aspiraciones de Bolívar, por qué requería entonces tener más de 1.000 hombres para controlarlos, pues según sus propias palabras leemos: ”Vd. crea amigo que esto está sumiso porque yo estoy aquí con 2.000 hombres de la Guardia“[60].”Yo comparo este país al Chimborazo que exteriormente está muy frío mientras que su base está ardiendo“[61]. Estos son los hechos y sus consecuencias que recoge una historia interesada, manipulada, que oculta la verdad, escrita desde la Colombia de Bolívar.


VII

Los desencuentros de Bolívar con Guayaquil

Este  aspecto  es vital, e intenta  acercarse  a  las razones  históricas y personales de este desencuentro:
a. La aureola de prestigio, el actuar de Bolívar, la obsesión por su proyecto, la condición singular de su personalidad, y su calidad de militar, son, entre otros, los diversos aspectos que marcan la dificultad que tuvo para captar planteamientos ajenos a su entender y su modo de concebir la forma de resolver el momento histórico.
Con las elites guayaquileñas hay una constante de desencuentros, y hasta cierto punto un grado de hostilidad por parte del Libertador. Es como si hacia ellos solo definiera la comunicación por una sola vía: lo que él decía, decidía y le interesaba, era válido, lo demás no contaba en lo absoluto. Aquí se evidencia no solo su grado de incomprensión e intolerancia sino también sus rasgos autoritarios.
En cambio, desde el mismo momento en que se produjo la independencia, los guayaquileños definieron y pusieron en práctica un modo de tratamiento diferente hacia los grandes conductores de los mayores objetivos independentistas: Bolívar y San Martín. Lo cual consta, con claridad meridiana en el contenido de sendos oficios, escritos en los mismos términos, que a nombre de la Junta de Gobierno, Olmedo, envió a los dos libertadores y a Lord Cochrane: 
”El ilustre Ayuntamiento de la ciudad de Guayaquil, al Excmo, señor general en jefe del ejército libertador.
Excmo, señor: 
Al amanecer del día 9, brilló para nosotros la aurora de la libertad.
El pueblo unido a las tropas de esta plaza han proclamado la independencia de esta provincia. Este plausible acontecimiento, tanto tiempo suspirado por todos los buenos vecinos de esta ciudad, se ha verificado con tal orden, que ni una gota de sangre ha salpicado el estandarte de la Libertad.
Nuestros puertos, como nuestros brazos están abiertos para nuestros hermanos y amigos que deben ayudarnos a mantener nuestra resolución, que se ha realizado con tumultos ni muertes, sino como una fiesta pública.
Este Ayuntamiento patriótico se adelanta a poner en conocimiento de V.E. este glorioso suceso por lo que puede interesar a sus operaciones militares, y para que una armoniosa combinación apresure el destino de América.
Reciba V.E. los sentimientos de respeto, amor y gratitud de toda esta Provincia. Sala de Ayuntamiento de Guayaquil, Octubre 10 de 1820“[62].
Bolívar, que  en  esa fecha se encontraba muy distante, debe haber recibido tarde el oficio. Aunque en nuestra investigación, no  hemos  podido hallar  ninguna carta de respuesta expresa. Por una misiva dirigida a Santander el 21 de diciembre de 1820, podemos entender que sí tenía conocimiento, inclusive, del revés que las tropas guayaquileñas sufrieron en Huachi el 22 de noviembre de ese año:
”Por la consulta que Vd. me hace de oficio relativamente al cumplimiento del armisticio en la división de operaciones de Guayaquil sobre Quito, (...) No sabemos si Guayaquil reconoce o no el gobierno de Colombia y si es parte de nuestro territorio: primera dificultad; y la segunda es que, en esta duda, no es prudente ni conforme de ningún modo a nuestros intereses, ni a los verdaderos deseos de paz, el que suspendamos nosotros las armas y dejemos al enemigo de Quito en aptitud de concentrar sus fuerzas todas y oprimir y destruir a Guayaquil, aprovechándose del armisticio“[63].
Como podemos apreciar, la respuesta fue de apoyo, sí, pero no precisamente para escuchar y concertar con ellos, sino para imponer condiciones. Las cuales quedan en claro con la pronta llegada del general Mires, y de Sucre, el 6 de mayo de 1821: Ambos, el segundo con más énfasis, procuran la suscripción de un convenio de sometimiento. Que luego de serias amenazas y presiones Sucre logró obtenerlo, pero a consecuencia de la derrota que él sufriera en Huachi, y la necesidad que tenía del apoyo de la ciudad ante un posible ataque del enemigo, no insistió en su instrumentación, por lo cual la Junta aprovechó la oportunidad para desechar o postergar su aplicación.
Siempre llamará la atención un hecho que aparece no tener trascendencia, pero que evidencia estímulos conscientes o inconscientes de las diferencias y enfrentamientos regionales históricos entre Guayaquil y Quito. Bolívar lo primero que hizo al entrar a esta capital, fue buscar aliados, hacer incondicionales, ganar cortesanos con opiniones interesadas que se ajustaban a su conveniencia, y prestar oídos a partidarios y aduladores. Hay una carta dirigida a Santander, fechada en Quito el 21 de junio de 1822, apenas a cinco días de llegado a la capital, que evidencia el entendimiento sugerido: 
”Desde ahora anuncio a Vd, que debo permanecer mucho tiempo en el Sur para no perder el fruto de nuestros sacrificios por este país. El departamento de Quito debe ser, según mi opinión, de todas las provincias del Sur: primero, porque está en la frontera; segundo, para que sea fuerte; tercero, para que esté bien mandado por un solo intendente y no por dos; cuarto, porque está muy lejos del centro; quinto, porque Quito no debe perder su importancia; sexto, por economía; séptimo, para que Guayaquil no sea lacapital del departamento y no tenga influencias en las provincias subalternas, y por otros motivos que ahora no digo[64].
El objetivo del Libertador de subordinar Guayaquil a Quito, apoyando viejas dependencias centralistas, incluso las ve un bolivarista como Lecuna:
”En Quito no había cesado Bolívar de meditar sobre la recuperación de la provincia codiciada por el vecino del sur, indispensable al desarrollo comercial de Quito y Cuenca, y a la defensa militar del extremo meridional de ColombiaAlgunas de las personas consultadas le abultaron los peligros que podía envolver la decisión del pueblo,pero seguro de los derechos de Colombia y contando con el voto de la mayoría de los habitantes no vaciló un momento en su resolución de recuperar a Guayaquil“[65]
¿Por qué lo hizo, y se expresó de este modo? Nadie lo sabe. Pero bien puede ser entendido como una predisposición, ¿instigada quizá?, para no aceptar nada que planteasen o reivindicasen los guayaquileños. Es muy decidor para el caso de nuestro país que, antes siquiera de conocer ni entrar en contacto con los líderes y comerciantes de Guayaquil, primero haya buscado aliados y realizado negociaciones con las elites aristocráticas quiteñas.
En líneas anteriores ya hemos señalado y citado textos y términos llenos de dureza con los cuales Bolívar se refiere a los guayaquileños. Pero hay muchos otros que lo hacen aun más evidente, de los cuales tomaremos un par de ejemplos: 
”Debo decir a Vd. que solo Guayaquil me da cuidado, pero Guayaquil por su cuidado puede envolvernos también en una de dos luchas: con el Perú, si la forzamos a reconocer a Colombia, o con el Sur de Colombia si la dejamos independiente, triunfante e incendiaria con sus principios de egoísmo patrio[66].
En carta del 22 de junio de 1822 dirigida a San Martín, parece que volcara una especie de rencor contra el gobierno de Guayaquil: ”ha tomado definitivamente su resolución de no permitir más tiempo la existencia anticonstitucional de una junta, que es el azote del pueblo de Guayaquil, y no el órgano de su voluntad“. Y, más adelante agrega: ”Yo no creo que Guayaquil tenga derecho a exigir de Colombia el permiso para expresar su voluntad, para incorporarse a la república[67].
La pregunta que siempre estará presente en el ambiente historiográfico es: ¿por qué no tuvo la sensibilidad para comunicarse, escuchar y comprender a unas elites que siempre buscaron una alianza con él?. Será como dice Arciniegas que “lo que le importaba al americano rebelde contra la corona española era la guerra.” Y que más adelante añade: ”Nos acostumbró a que nuestra historia debía ser de esa manera“[68].
O será que él veía a las elites criollas de Hispanoamérica como incapaces de desarrollar sus países. Esto es muy posible, pues para 1826, en comunicación al comodoro Hul dice: 
”Estos países no pueden progresar en los primeros cien años, pues es preciso que pasen dos o tres generaciones. Se debe fomentar la inmigración europea y la de América del Norte para que establezcan aquí las ciencias y las artes. Con esto, un gobierno independiente, escuelas gratuitas y matrimonios con europeos y anglo-americanos, cambiará todo el carácter del pueblo y seráilustrado y feliz“[69].
b. Todos nos preguntamos por qué un hombre de su formación, genio político, inteligencia y entrega humana, hasta el heroísmo, a la causa de la independencia, puede tener frases tan peyorativas y de odiosidad. El solo hecho de falsear la realidad, esconder evidencias y el empeño en no entender qué era y qué quería  Guayaquil, lo  pone de manifiesto.  Solo así puede explicarse la frase: ”un puerto y un río no hacen un país“. ¿Acaso esto era lo que quería ser Guayaquil? Ninguno de los documentos, y pronunciamientos de los guayaquileños, e incluso las cartas que se cruzaron Olmedo, Santander, Sucre, etc., tratan sobre un país independiente, todo lo contrario, siempre se refieren a la provincia y esta, obviamente no hace un país. Esos escritos permiten pensar, justamente, el reverso de lo que está en el fondo de la frase peyorativa con la cual Bolívar pretende caracterizar el proyecto de los guayaquileños.
Hay además otros aspectos importantes a recordar y asumir para establecer cómo y por qué Bolívar se desencuentra con la Provincia Libre. El libertador no tiene una actitud sincera respecto a Guayaquil. Es solo ”un puerto y un río“, cuando debió salir a comprender lo trascendental de su propuesta. Pero, en cuanto a proporcionarle recursos económicos, humanos y materiales para que siga en su campaña de conquista de la libertad, es mucho más que simplemente eso. Todas las cartas a Santander y a sus generales permiten establecer que para estos menesteres Bolívar no creía que Guayaquil era tan poca cosa. Entonces, cómo entender que este lugar, según él, insignificante, le pudo proporcionar tantos recursos para la guerra y ser capaz de abrir una brecha desde estas tierras para permitirle avanzar hacia el Perú.
”Todavía no he salido de la pacificación cordial del Sur y ya se me está pidiendo, por recompensa de estos servicios, dinero sacado de unos pueblos que aun están, por decirlo así, haciéndose los melindrosos porque Colombia los ha incorporado por su propio bien. Los habitantes del Sur creen que hacen bastante con pagar las deudas que hemos contraído por esta parte, y con mantener nuestras tropas[70].
El pago de la Guardia y de los empleados civiles de Quito cuesta infinito. Guayaquil y Colombia han contraído una deuda considerable, que es necesario pagar, porque sería un origen perpetuo de desafección, y uno de los temores que habían infundido a estos pueblos los enemigos de Colombia“[71].
”En Quito no se pagan estas tropas ni tampoco a nadie, porque no hay con qué (...) Con este motivo he mandado que Guayaquil mande dieciseis mil pesos mensuales al general Sucre(...) Quito no puede mantener 1.000 hombres de guarnición. Guayaquil dará seiscientos mil pesos de renta al año“[72].
”Últimamente se ha descubierto que el departamento de Quito no da nada, y que Guayaquil ha de darlo todo. Entienda Vd. que Guayaquil, para mantenerse muy mal, tenía establecidos empréstitos forzosos[73].
”Mañana mismo me vuelvo a Guayaquil a menear una máquina inmensa que tengo que poner en acción para expulsar a los españoles del Perú[74].
”¿Creerá Vd. que a fines del mes pasado habíamos gastado ya en Guayaquil cuatrocientos treinta y un mil pesos en tres meses? Sin haber acabado los gastos de la expedición, y sin contar los gastos hechos en el departamento de Quito: de suerte que habremos desembolsado medio millón de pesos en auxilio del Perú. pero ahorrando sacrificios costosos a la América y a Colombia[75].
”En definitivo, como dicen los franceses, diré una receta para curar a Colombia, y si no hay farmacéutico que la sepa componer, que se mande hacer la mortaja para la enferma“. Y continúa: ”1º ingrediente, 16.000 hombres, 2º una escuadra respetable en el Pacífico, 3º dos millones de pesos en Guayaquil, 4º cuatro meses de tiempo por todo plazo. Con estos simples administrativos se debe esperar la salud del enfermo“[76].
c.Mucho se ha dicho respecto a la intención, objetivos y alcance de lo que realmente pretendían los guayaquileños. No pocas veces, con ligereza se han escrito dos cosas extremas y falsas. La primera, que los guayaquileños buscaban constituirse en república y país independiente. Todos los documentos históricos no solo no respaldan esta apreciación, sino que la niegan. Nunca fue considerada otra cosa que una Provincia Libre. Y la segunda especie en que se insiste, es que buscaban unirse al Perú. Aquí también se equivocan los que creen que esto era un planteamiento de los guayaquileños. Para ello solo basta leer bien los pronunciamientos de la Junta de Gobierno de la antigua Provincia de Guayaquil.
La Junta Suprema de Gobierno: Desde el momento en que esta provincia proclamó su independencia reconoció que debía agregarse a una mayor asociación, y consiguió este voto en la misma acta constitucional. El grado de la ilustración pública, la débil noticia de los principios de la ciencia legislativa, el atraso de la agricultura y de las artes, y la escasa población del país, efectos necesarios del maquiavelismo español, todo indica la necesidad de incorporarnos a un Estado que con sus luces nos esclarezca, que con sus armas nos defienda, y que con sus leyes afirme y consolide el orden social; que ponga en movimiento nuestra industria, de nuevas alas a nuestro comercio, y eleve esta provincia al punto de prosperidad a que está llamada por la naturaleza. (...) con este objeto, y en fuera de las razones expuestas, la Junta de Gobierno, usando en las facultades que le da el reglamento constitucional ha venido en decretar, y decreta: 1.- Se convoca la representación provincial para tratar en la agregación de la provincia a la asociación que mas le convenga. 2.- La representación provincial deberá estar reunida en la Capital el día 21 del presente en que se ha de celebrar la primera sesión. 3.- Los Diputados serán los mismos que (…)**la Primera Junta Electoral. Los que hubieren muerto o estuvieren impedidos legalmente serán remplazados por nueva elección“[77].Hablaba de la agregación a un Estado, y el Perú no existía como tal. 
”Esta provincia no está agregada al Perú, y es tan ridículo persuadirse a que la agregación ya está hecha por la sola razón de haber admitido comisionados del General San Martín y los auxilios que la ha prestado, como sería degradante para ella someterse a un ejército en lugar de unirse a uno de los grandes estados con quienes linda“[78]
”Aunque sabemos que Guayaquil siempre prefirió depender de Lima antes que de Bogotá, negamos rotundamente que Guayaquil desease –en forma mayoritaria, esto es– la anexión al Perú. Con el batallón de cuzqueños a la mano; con Escobedo a la cabeza del Gobierno, anexarse al Perú hubiese sido cuestión fácil. El mero hecho de no haberse proclamado esa anexión por Escobedo ya señala que no habían suficientes guayaquileños que la apoyasen“[79].
El propio Lecuna es claro: ”La cuestión de Guayaquil no se tomó en cuenta, primero porque siendo claros y terminantes los derechos de Colombia, el Perú no tenía argumentos para oponer, y luego porque habiendo reconocido este estado la independencia de la provincia en su sentir era a ella que tocaba resolversu posición futura“[80]
No hay razón sensata que pueda afirmar que solo Bolívar puede pensar que la independencia, antes, durante o una vez producida, requiera no solo del apoyo de sus similares sino también de una definición de terminar con todo vestigio del opresor. Este parece ser el espíritu general de la época y está en todos los criollos y elites ilustradas.
d. En el tratamiento de Bolívar, en  su comprensión y valoración del rol e importancia para la lucha anticolonial (”guerra a muerte“, decía) y para la conquista de la libertad, no pocos estudios e investigaciones, conducen a establecer sus tendencias para conformar una especie de república autoritaria. Lo que sugirió para Bolivia, y luego lo que hizo desde Colombia el Congreso de Cúcuta, donde facultades extraordinarias no son hechos ni evidencias aisladas. 
Por esto historiadores serios como Lynch, entre los extranjeros y nacionales como Pío Jaramillo Alvarado, han llegado a establecer un perfil dictatorial en algunos momentos de su accionar político y militar, también la implementación y sugerencia de medidas y decisiones con tal característica. Incluso, el historiador lojano publicó, en 1927, un importante estudio historiográfico titulado: ”La dictadura de Bolívar“.
Para él, la forma de gobierno democrático instituido por los próceres guayaquileños, y sus intenciones de asociación autonómica, no tenían ningún valor: 
Me propongo entrar a Guayaquil a la cabeza del ejército aliadoa transigir los negocios de Colombia, o con un gobierno o con el pueblo que se dice generalmente adicto a nosotros“[81]
Además, hay grandes reflexiones y pensamientos de él que dejan ver esa dicotomía entre el republicano que debe ser liberal y demócrata, y el militar, vertical, impositivo y autoritario. En el Congreso de Cúcuta dijo: ”Yo soy hijo de la guerra, el hombre que los combates han elevado a la magistratura: la fortuna me ha sostenido en este cargo... La espada que ha gobernado a Colombia no es la balanza de Astrea...Esta espada no puede servir de nada en el día de la paz y éste debe ser el último de mi poder... un hombre como yo es un ciudadano peligroso en un gobierno popular“[82].Este texto deja entrever muchos casos que los bolivarianos dogmáticos no quieren ver ni comprender.
Sin embargo es Pío Jaramillo Alvarado quien nos provee de las ideas esenciales para entender esta ambigua coexistencia de un militar rebelde y heroico en su lucha por la independencia y un espíritu autoritario que no encaja en una república, débilmente liberal. El historiador lojano dice: 
”Pero Bolívar ya había llegado al vértigo de la dictadura, y nadie iba a detenerle en el camino. Ni las frases del estadista, ni la brillantez del retórico, podían seguir forjando un espejismo, en el que el primer engaño era el propio Bolívar“.
Pero, también Bolívar es capaz de elaborar un discurso e ideas para justificar su despotismo y actitudes autoritarias y dictatoriales. En la Convención de Ocaña, en 1828, dijo, en mensaje al congreso: 
”Considerad, legisladores, que la energía de la fuerza es la salvaguardia de la flaqueza individual, la amenaza que aterra al injusto, y la esperanza de la sociedad; considerad que la corrupción de los pueblos, nace de la indulgencia de los tribunales y de la impunidad de los delitos. Mirad que sin la fuerza no hay virtud, y sin virtud perece la república; mirad, en fin, que la anarquía destruye la libertad, y que la unidad conserva el orden“[83].
”Colombianos, no os diré nada de libertad, porque si cumplo mis promesas, seréis más que libres, seréis respetados. Además, bajo la dictadura, ¿quién puede hablar de libertad? Compadezcámonos mutuamente del pueblo que obedece y del hombre que manda solo“[84]
Por esto, Pío Jaramillo Alvarado, dice frente a este texto: ”¡Nunca la dictadura ha tenido un alto y desenfadado elogio! (...) Quedó, pues, Colombia a merced de la dictadura perpetua“[85]. Este mismo autor nos invita a reflexionar sobre este rasgo de Bolívar: ”Yo mismo no me siento exento de ambición“. Esta afirmación del Libertador, según Jaramillo, propagó en los pueblos la desconfianza. ”El elogio de la fuerza como generadora de virtudes, por opuestas rutas venían a coincidir con la incalificable aprobación de Santander a la rebeldía de Bustamante, que ejerció el alegato de la fuerza sin virtudedificante“[86]. ”En fin, el estadista se aproxima al sofista; sobre el pensador dominaba el retórico y la aceptación de la dictadura que siempre había manifestado repugnar, al ejercerla con violencia, ya acusaba que Bolívar, el Libertador, ¡hombre al fin! no estaba exento de ambición, sino de una corona, o de la riqueza, o de la misma gloria, no era indiferente a la irresistible ambición de mandar!“[87].

e.Siempre quedará en la memoria histórica de los guayaquileños, incluso de los sensatos bolivaristas, una pregunta clave: ¿Por qué Bolívar atropelló, invadió y se empeñó en desencontrarse y enfrentarse con Guayaquil y su clase dirigente? Diferentes estudios, en vez de buscar elementos esclarecedores, han preferido seguir la línea del pensamiento bolivariano. Han insistido en aceptar esas frases ofensivas sobre Guayaquil: ”un puerto y un río no hacen un país“. O también ”sus principios de egoísmo patrio“.

Si nosotros recogiéramos todas sus expresiones vertidas respecto a Guayaquil, nos podríamos claramente dar cuenta que muy pocas veces se pronunció con ecuanimidad y comedimiento respecto al proyecto libertario de Guayaquil. Cuando es cordial lo hace en el marco de un interés económico, político o militar. ¿Por qué se conduce así? Esto es algo que quedará flotando y siempre dará lugar a interpretaciones.
Es claro que el Libertador no podía tolerar, aceptar o respetar a una comunidad que, si bien, en el proceso terminaría integrándose a Colombia, porque era obvio que así sucedería, deseaba, sin embargo, hacerlo sujeta a las reglas y estamentos democráticos que sus habitantes habían establecido. Y,  ceñida  a los procedimientos que desde los primeros días de libertad definieron para autogobernarse. Los cuales resumieron básicamente en dos  documentos: la convocatoria del  10  de octubre al  Colegio Electoral, y el Reglamento Provisorio de Gobierno. Con ellos establecieron formas jurídicas y políticas a fin de conservar su autonomía y libertad, por la cual lucharon solos.

Esto querría decir que, antes del informe al Congreso de Cúcuta, Bolívar, ya deja ver, nítidamente, los rasgos dictatoriales para el manejo de estas situaciones. Es por esto que, tanto Lynch como Pío Jaramillo Alvarado, y otros historiadores no han escondido la frase adecuada para definir y explicar su conducta respecto a Guayaquil. Pues, frente a Guayaquil y sus elites no fue ni comprensivo ni respetuoso. Fue autoritario, impositivo y dictatorial. Es posible que estos calificativos no sean del agrado de algunos historiadores, pero las evidencias históricas solo nos conducen a esa reflexión. Lynch y Jaramillo, son contundentes y frontales, ellos hablan de: “La dictadura de Bolívar”.
Nosotros nos preguntaremos ¿si para sacar adelante su proyecto continental es justificable una actitud y un accionar con estas características y perfiles?. Es posible que algunos lo hagan, pero los guayaquileños no podemos, ni debemos hacerlo, y el historiador objetivo no cerrará los ojos ante estos hechos y evidencias. Esto es lo que he intentado hacer en este breve estudio de los desencuentros de Bolívar con Guayaquil. 
Por último, siempre permanecerá en el aire la pregunta de ¿Por qué Bolívar buscó primero apoyo, pronunciamientos, adhesiones, incondicionalidades y adulos en las elites andinas, para luego enfrentar la resistencia, que a su decisión vertical y autoritaria, oponían los guayaquileños? ¿No será que él buscó estimular sentimientos regionalistas y atizar enfrentamientos entre Quito y Guayaquil, que ya eran históricamente conocidos, para sacar provecho y ventajas? ¿Quién ganó con esta actitud?  No podemos decir, la historia lo dirá. Pues, en esa línea, diariamente se continúa escribiéndola sin visos de alcanzar la comprensión e integración nacional.

Variaciones sobre el desencuentro
¡Que Bolívar fue un hombre extraordinario! No lo podemos negar, ni pretendemos hacerlo. Así como tampoco que su genio y habilidad político-militar fueron factores determinantes para la independencia de Venezuela, Colombia y Perú. Pero, la exageración puede ser de fanáticos o mitómanos, capaces de endiosar a hombres que no fueron sino eso: seres inteligentes, muchas veces geniales, pero con toda una carga de egolatría y pensamiento vertical inapelable. 
Por eso, cuando se trata de la incorporación por la fuerza de Guayaquil a Colombia no lo podemos ver como tal. Pues, sabiendo la importancia estratégica de ciudad, los postulados y aspiraciones autonomistas de su Gobierno legítimamente constituido, simuló no comprenderlos ni tenerlos como tales. 
¿Será porque estaba obsesionado por la independencia global sin considerar posiciones y aspiraciones de sus aliados? (actitudes evidenciadas en su correspondencia con Olmedo). 
La Junta Superior de Gobierno de la Provincia Libre de Guayaquil, formada por los revolucionarios guayaquileños autonomistas, procedió valorando la independencia que había alcanzado por su propio esfuerzo y sacrificio. Y fiel a ella actuó con altivez y basando sus decisiones en la voluntad mayoritaria, que no quería pasar del tutelaje español al colombiano si no mediante una alianza previamente negociada. 
No comprender esta situación puede confundir y llevar al error de atribuir a los triunviros posiciones personales intransigentes y sectarias, cuando la actitud realmente intolerante estuvo en Bolívar. La resistencia a sus presiones y exigencias, enardeció al Libertador, a tal punto, que desarrolló una profunda venganza contra los guayaquileños que sostenían una posición autonomista y no cedían a sus amenazas. 
Finalmente, actuó como el guerrero que era. Se tomó a Guayaquil por la fuerza, cesó a los miembros de la Junta de Gobierno, y los obligó a salir de la ciudad, a refugiarse y precipitarse al exilio. Finalmente, para justificar su obstinación, prestó oídos a todo tipo acusaciones contra Olmedo y su mandato, y a sabiendas que eran calumniosas y falsas, señaló a los triunviros como prófugos, según él, de una conjura debelada. 
¿A que complot y gobierno espurio se refería, si Olmedo y la Junta eran los legítimos representantes del pueblo y del Gobierno de la Provincia Libre de Guayaquil? 
Luego de lo acontecido el fatídico 13 de julio de 1822, y de provocar violentas reacciones convocó al Colegio Electoral, simuló un acto libre y democrático para satisfacer sus aspiraciones de incorporar la provincia a como diera lugar. Asamblea favorable a la anexión que fue producto de una farsa, ya que se constituyó a pedido de un número de personas mayoritariamente inhábiles, en el que se apoyaron diputados parcializados que decidieron la incorporación de Guayaquil a Colombia, con el respaldo de la “democrática” presencia de 1500 bayonetas de la flor y nata del ejército colombiano. [88]
Este también es el Bolívar que hay que aprender a conocer y reconocer, para que los guayaquileños no lo tengamos en nuestra memoria solo por su imparidad dentro de la guerra de independencia sudamericana, si no por ser quien, durante 182 años nos ha hecho beber la hiel del centralismo.



[1]Discurso de Orden para la incorporación del autor a la Academia Nacional deHistoria, mayo 2001
[2]La Independencia de Guayaquil, Relato de M.J. Fajardo, Guayaquil, BCE, 1983, p. 60
[3]Ibídem, p. 62.
[4]Simón Bolívar, Obras Completas, Vol. I, recopilación de Vicente Lecuna, La Habana, Editorial Lex, 1947, p. 506-508.
[5]Simón Bolívar, Op. Cit., pp. 638-640
[6]Pío Jaramillo Alvarado, Política Tropical, con un estudio de La Dictadura de Bolívar, Quito, Imprenta de la Universidad Central, 1927. p. 3.
[7]Gerhard Masur, Simón Bolívar, Bogotá, Editorial Grijalbo, 1984, pp. 370-371.
[8]AHMCD/1567 – 0000026.
[9]Francisco X. Aguirre Abad, Bosquejo Histórico de la República del Ecuador, Biblioteca Ecuatoriana Clásica, Quito, Corporación de Estudios y Publicaciones, 1995, p. 390.
[10]Jorge Núñez, Guayaquil, una ciudad colonial del trópico, Guayaquil, AHG, 1997, p. 120.
[11]Jorge Pacheco Quintero, Influencia de la Masonería en la emancipación de América, Bogotá, Editorial La Gran Colombia, 1943, p. 33.
[12]Jorge Pacheco, Op. Cit.., p. 50.
[13]José Antonio Gómez, Willington Paredes. Guayaquil, por su libertad y por la patria, Guayaquil, AHG, 2000, p. 27
[14]John Lynch, Las revoluciones hispanoamericanas 1808 - 1826, Barcelona, Ariel, 1976, p. 10
[15]Jaime E. Rodríguez O., El nacimiento de Hispanoamérica, Vicente Rocafuerte y ehispanoamericanismo, 1808-1832, México, Fondo de Cultura Económica, 1975, p. 12
[16]Germán Arciniegas, 20.000 comuneros hacia Santa Fe, Academia Colombiana de Historia, Bogotá, Plaza & Janes Editores, 1988.
[17]Enciclopedia Espasa, ver Túpac Amaru.
[18]Fajardo, Reseña de los acontecimientos políticos y militares del departamento de Guayaquil, desde 1810 hasta 1823, La independencia de Guayaquil, Guayaquil, BCE, 1983, p. 46.
[19]Barros Arana, Historia General de la Independencia de Chile, Vol. III, pp. 86 y 87.
[20]Bartolomé Mitre, Historia de San Martín y de la emancipación sud-americana, Tomo I, Buenos Aires, Félix Lajouane, Editor, 1890, pp. 283-284.
[21]Mitre, Op. Cit., p. 497.
[22]Simón Bolívar, Op. Cit., Vol. I, p. 614.
[23]“El guayaquileño a fuer de luchar en un medio inhóspito, adquiere un espíritu combativo característico; a fuer de vivir en un clima agobiante se convierte en trabajador infatigable. Y va forjando una ciudad donde Natura puso pantano y manglar.” Julio Estrada Ycaza, El puerto de Guayaquil, 1: La mar de Balboa, Guayaquil, AHG, 1972, p. X.
[24]María Luisa Laviana Cuetos, Guayaquil en el siglo XVIII, recursos naturales y desarrollo económico, Sevilla, Escuela de Estudios Hispano-Americanos de Sevilla,, C.S.I.C., 1987, p. 163.
[25]Carlos Contreras, Guayaquil y su región en el primer boom cacaotero, en Juan Maigushca, editor, Historia y Región en el Ecuador, 1830-1930,Quito, Corporación Editora Nacional/ FLACSO, 1994, p. 192..
[26]José Antonio Gómez, Willington Paredes, Guayaquil, por su libertad y por la patria. Guayaquil, AHG, 2000, p. 76.
[27]Simón Bolívar, Op. Cit., Vol. 1, p. 522.
[28]Simón Bolívar, Ibídem, p. 523.
[29]Gerhard Masur, Op. Cit., p.89.
[30]San Martín, regresó a su patria, Argentina, en 1812 con el grado de teniente coronel y la medalla de oro de Bailén por su bizarro comportamiento en la batalla de ese nombre. San Martín, Enciclopedia Espasa.
[31]Juan Manuel Restrepo, Historia de la Revolución de Colombia,t. III, Medellín, Editorial Bedout, 1969, p. 90.
[32]“Miranda se dedicó a organizar en Londres una Junta Central Directiva en la cual lograron estar representadas no solo las colonias españolas del Nuevo Mundo, sino también las portuguesas del Brasil. Ya para entonces existía en el suelo de la Península juntas particulares de carácter secreto, como lo requería su peligroso programa, las cuales fueron transformándose lentamente, bajo la dirección de la de Londres , en otras tantas Logias Masónicas, siendo las más famosas las que en la primera década del siglo XIX llevaron el nombre de “Lautaro”, que San Martín, Alvear, Tapiola y los Carreras trasplantaron a sus respectivos países. Monteagudo, iniciado en los secretos las llevó al Perú, desde donde ascendieron hasta Quito...... Teniendo en cuenta las reuniones y conciliábulos que los suramericanos tenían en París y Londres, sus trabajos en las postrimerías del siglo XVIII y principios del XIX, y los más oscuros y reservados que fraguaban en la misma España, surge la idea de que se trataba de una vasta conspiración en toda América, que desde Buenos Aires hasta Méjico solo esperaba la ocasión para lanzar el grito de Independencia, ocasión o motivo que podía no ser lo mismo en cada uno de los países compro-metidos en la revuelta”. Jorge Pacheco Quintero, Influencia de la Masonería en la emancipación de América, Bogotá, Editorial La Gran Colombia, 1943, pp.50-51.
[33]Jorge Núñez, Guayaquil, una unidad colonial del trópico, Guayaquil, AHG, Colección Guayaquil y el río, 1997, p. 114.
[34]En la guerra de sucesión al trono español, los Habsburgo fueron apoyados por Inglaterra, Holanda y Portugal; en tanto que, los borbones franceses promovieron alianza con los españoles para enfrentar la presencia inglesa en España y América (Después de trece años de guerra, España firmó el tratado de Utrecht 1713), por el cual Felipe V, primer monarca Borbón es reconocido rey de España y de las colonias americanas. Gómez Navarro, et al. 1998. Historia Universal. Addison Wesley Longman Ed. México.
[35]Abel Romeo Castillo, El Patriota de Guayaquil y otros impresos, Volumen II, 1822, Guayaquil, AHG, 1987, p. 119
[36]Julio Estrada Ycaza, Op. Cit., Vol. II, p. 451.
[37]José Antonio Gómez-Willington Paredes Ramírez, Vigencia y permanencia de Olmedo, Guayaquil, AHG, 2001, p. 42.
[38]Lynch, Op. Cit., p. 278
[39]Simón Bolívar, Op. Cit. Vol. I, pp. 664-669.
[40]Abel Romeo Castillo, El Patriota. P. 31
[41]Julio Estrada Ycaza, Op. Cit., Vol. I, p. 293.
[42]David Bushnell, El Régimen de Santander en la Gran Colombia, Bogotá, Ediciones Tercer Mundo y Facultad de Sociología de la Universidad Nacional, 1966, p. 405
[43]Lynch, p. 276
[44]José Joaquín de Olmedo, Epistolario, Segunda parte, recopilación de Aurelio Espinosa Pólit, Quito, Corporación de Estudios y Publicaciones, 1989, p. 364.
[45]Olmedo, Epistolario, p. 369
[46]Olmedo, Epistolario, p. 369
[47]Simón Bolívar, Op. Cit., Vol. I, cartas a San Martín, al Marqués del Toro, a Juan de Escalona, a Santander y a San Martín, fechadas en Quito desde el 17 al 22 de junio de 1822, pp. 643-650.
[48]De Guayaquil le llegarían diatribas y acusaciones cada una de ellas más injusta contra Olmedo, Roca y Ximena, los grandes conductores del proyecto libertario de Guayaquil. Los aduladores que pronto aparecen como moscas alrededor de cualquier pastel se apretujaban en torno a Bolívar. La anexión implicaba la proliferación de cargos públicos que muchos anhelaban ocupar. A otros seguramente los movía la venganza. Estos fueron estímulos a Bolívar, que era un gran conocedor de la sicología social, de las debilidades humanas y de cuanto son capaces de hacer los aduladores por figurar. El libertador prestó oídos a estas ruindades, que las inscribía y utilizaba para viabilizar su proyecto geopolítico y someter a los guayaquileños a este.
[49]Julio Estrada Ycaza, La lucha de Guayaquil por el Estado de Quito, Vol. II, Guayaquil, AHG, 1984, p. 371.
[50]Simón Bolívar, Op. Cit., Vol. I, pp. 646-648
[51]Ibídem, Vol. I, pp. 646-648
[52]Ibídem, pp. 638-640
[53]Julio Estrada, Op. Cit., Vol. II, p. 371
[54]Simón Bolívar, Op. Cit., Vol. I, p. 652.
[55]Simón Bolívar, Obras Completas, recopilación de Vicente Lecuna, La Habana, Editorial Lex, 1947, pp. 649-650.
[56]Revista del Archivo Histórico del Guayas No 2, Guayaquil, AHG, 1972, pp. 74-75
[57]Germán Arciniegas, Op. Cit., p. 432
[58]ACCG, celebrado el 13 de julio de 1822
[59]Simón Bolívar, Op. Cit., Vol. I, pp. 716-719
[60]Ibídem, Vol. I, pp. 664-669.
[61]Ibídem, Vol. I, p. 665
[62]José Joaquín Olmedo, Poesía y Prosa, Biblioteca Ecuatoriana Mínima, Puebla, México, Edit. Cajica Jr. S.A., 1960, pp. 431-432.
[63]Simón Bolívar, Op. Cit., Vol. I, pp. 521-522
[64]Simón Bolívar, Op. Cit., Vol. I, pp. 646-648
[65]Ibídem, p. 209.
[66]Ibídem, pp. 646-648
[67]Ibídem, pp. 646-648.
[68]Germán Arciniegas, Bolívar y la Revolución, Santafé de Bogotá, Planeta Colombiana Editorial S.A., 1984, p. 336.
[69]Pío Jaramillo Alvarado, Op. Cit., p. 2.
[70]Simón Bolívar, Op. Cit., Vol. I, pp. 667-669.
[71]Simón Bolívar, Op. Cit., Vol. I, pp. 669-671
[72]Ibídem, pp. 680-682.
[73]Ibídem, pp. 685-687.
[74]Ibídem, Vol. I, p. 742
[75]Ibídem, pp. 745-747.
[76]Ibídem, pp. 914-917.
*Ilegible en el documento original
[77]AHMCD/1567 - 0000026
[78]José Joaquín de Olmedo, Epistolario, Segunda parte, recopilación de Aurelio Espinosa Pólit, Quito, Corporación de Estudios y Publicaciones, 1989, p. 364.
[79]Julios Estrada Ycaza, La lucha de Guayaquil por el estado de Quito, tomo I, Guayaquil, AHG, 1984, p. 193.
[80]Vicente Lecuna, La Entrevista de Guayaquil, Caracas, Academia Nacional de la Historia de Venezuela, 1948, p. 207.
[81]Simón Bolívar, Op. Cit., Vol. I, pp. 646-648
[82]Mensaje de Bolívar al Congreso de Cúcuta
[83]Mensaje al Congreso de Ocaña
[84]Informe de Bolívar al Congreso de Cúcuta
[85]Pío Jaramillo Alvarado, Op. Cit., p. 19
[86]Ibídem, p. 20
[87]Ibídem, pp. 20-21
[88]Indalecio Liébano Aguirre, “Bolívar”, Colombia, 1992, p. 175.

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