LÍDERES DE LA PRIMERA ADMINISTRACIÓN CIVIL Y MILITAR
DE LA PROVINCIA LIBRE DE GUAYAQQUIL
Gregorio Escobedo y Rodríguez de Olmedo, nació en Arequipa, Perú, y falleció en el Cuzco. Tuvo por padres a don Ramón de Escobedo y doña María Manuela Rodríguez de Olmedo y Martínez del Pino. Llegó a Guayaquil 1819 con el antiguo batallón realista Granaderos de Reserva,del cual era segundo jefe. Fue uno de los que más contribuyó en lo militar a la transformación política efectuada el 9 de octubre de 1820.
Conociendo los conspiradores de Guayaquil el patriotismo de Escobedo, sus ideas y principios, se insinuaron con él, no les fue difícil comprometerle para la atrevida empresa. Escobedo atrajo a la causa de la independencia a Álvarez, (indio cuzqueño, que se acobardó y no intervino con la caballería causando la derrota de Huachi), y Farfán y otros oficiales americanos del Granaderos. Reunidos el 8 de octubre en la casa de Villamil, y decididos a dar el golpe aquella misma noche, pasó Escobedo a su cuartel para arreglarlo todo con los pocos americanos e ingleses que había podido reunir.
En la revolución del 9 de Octubre “no corrió más sangre que la del comandante Magallar”, cuya muerte, si bien muy sensible, al decir de Urdaneta, fue “una exigencia esencial para el triunfo de la revolución”.
Fue elegido presidente de la primera Junta Militar de Gobierno. El 14 de octubre, acusado de intento de establecer un gobierno dictatorial y autoritario, se designó una Junta Provisoria de Gobierno en la cual se desempeño también como presidente, pero quedó neutralizado por dos vocales. Desempeñó ese alto cargo hasta que, reunido el Colegio Electoral de 8 de noviembre siguiente, por convocatoria de la misma junta, eligió otro gobierno formado por Olmedo, Roca y Jimena y fue expulsado de Guayaquil.
Como militar sirvió con entusiasmo y fidelidad a la Revolución de Octubre; al firmarse el convenio con el Perú para el envío de fuerzas auxiliares colombianas, marchó a esa campaña, asistiendo a las acciones memorables de Junín y Ayacucho, en las que se hizo recomendable. Terminada esa campaña, se retiró al Cuzco, donde falleció.
José Vicente de Espantoso y Avellán, nació en Guayaquil el 25 de febrero de 1788. Notable abogado que en 1817, antes de la independencia de esta ciudad, desempeñó el cargo de Auditor de Guerra. Con posterioridad a su participación en la Junta de Gobierno provisional, en 1822 presidió el Colegio Electoral, y mientras la mayor parte de su familia, se trasladó al Perú a raíz de la anexión a Colombia, él mantuvo su importante vida pública como ciudadano destacado. Entre otras actividades profesionales, fue presidente de la Corte Superior de Justicia de 1837 a 1840. Falleció, soltero, en esta ciudad el 17 de octubre de 1842, como una de las tantas víctimas de la primera epidemia de fiebre amarilla.
Rafael María de la Cruz Jimenanació en Guayaquil el 22 de agosto de 1789. Fue enviado a Madrid, para completar sus estudios, finalmente ingresó al ejército donde hizo rápidos progresos. Se distinguió como hábil artillero, y se encontraba en Guayaquil cuando el patriotismo de sus hijos y algunos extranjeros, preparaba el golpe para lograr la independencia. Fue para Jimena la oportunidad que esperaba para exaltar su patriotismo y dedicarle todo su entusiasmo a la causa revolucionaria.
Hay un rasgo en Jimena que habla con toda elocuencia de la nobleza de su carácter, pundonor e hidalguía. Comisionado Villamil por la Junta Revolucionaria para lograr que Jimena se ponga al frente de la revolución como su jefe, dice de él: “Este digno e importante jefe se excusó, alegando que habiendo pasado su primera juventud en España, que habiendo recibido su primera educación en uno de sus colegios, y habiendo hecho su carrera al servicio de esa heroica nación que, sin ejércitos, sin recursos y sin armas acababa de triunfar en la lucha más desigual contra las tropas napoleónicas, no podía él, aunque fuese muy partidario de la revolución, ponerse a la cabeza de ella sin incurrir en una nota de ingratitud respecto a España”. Al despedirme, agrega el mismo Villamil, me dijo Jimena: “Mucho siento, amigo mío, no poder acompañarlos en tan gloriosa empresa; me consuela, empero, la certeza de que no haré falta”.
Triunfante la revolución del 9 de Octubre, y convocado el pueblo para elegir su gobierno, quedó constituida una primera junta provisional de gobierno de la cual formó parte. Reunido el Colegio Electoral de la provincia, y promulgado el Reglamento Provisorio de Gobierno, el 8 de noviembre de ese año se procedió a la instalación de una nueva Junta Suprema de Gobierno, de la que nuevamente Jimena fue elegido como uno de sus miembros juntamente con el doctor José Joaquín Olmedo como presidente, don Francisco Roca como vocal y don Francisco Marcos como secretario. Constituida esa Junta de Gobierno, a las funciones de Jimena como vocal le agregó la de comandante general del departamento, y es justo destacar que entre los sueldos de los dos cargos, optó por cobrar el menor.
No solo los servicios anteriores fueron prestados por Jimena a la causa de la patria, sino que, habiendo sido la primera Junta repetidas veces conminada por patriotas del interior para que enviara fuerzas libertadoras, a pesar de no estar preparados para el efecto, Jimena se constituyó en jefe de maestranza, organizó una fuerza en medio de la absoluta falta de recursos y elementos, y puso en pie una brigada de artillería, dejándola expedita para el servicio de campaña. Por ese orden, Jimena agregó otras actividades, que con un trabajo constante obtuvieron favorables resultados que no se esperaban.
Incorporada Guayaquil a la República de Colombia, Jimena fijó su residencia en Lima, Perú, cuyo gobierno le llamó sucesivamente para el desempeño de algunos importantes cargos públicos.
Luis Fernando Vivero, fue uno de los más distinguidos y célebres jurisconsultos de su época, tanto como afamado publicista como escritor de nota, nació en Pujilí en las postrimerías del siglo XVIII.
Hizo sus estudios primarios en Latacunga. Fue enviado a Quito, e ingresó a la universidad de Santo Tomás de Aquino. Siguió todos los cursos de enseñanza superior hasta recibir el título de doctor en Teología en 1810, luego fijó su residencia en la ciudad de Guayaquil.
Se encontraba en esta ciudad, cuando la efervescencia patriótica de sus hijos, sumada a la de otros americanos residentes en ella, preparaba el golpe para terminar con el poder colonial. El doctor Vivero, también patriota de ideas avanzadas y sentimientos republicanos, no podía sustraerse a toda esta actividad que involucraba a tantas personas en una misma causa. Entró de hecho en la arriesgada confabulación, debiéndole la causa independentista, oportunos e importantes servicios.
Organizada la primera Junta de Gobierno, compuesta por el coronel don Gregorio Escobedo, el doctor Vicente Espantoso y el teniente coronel Rafael Jimena; el doctor Luis Fernando Vivero, fue nombrado secretario de esa junta, dándosele voto en las resoluciones de ella.
Constituida la antigua República de Colombia, Vivero asistió a uno de sus Congresos como representante del departamento de Guayaquil. En las Cámaras Legislativas se hizo notable por la rectitud de sus principios, por su erudición y elocuencia. en la ciencia parlamentaria,
Clausurado el Congreso, viajó por Europa, visitó casi todas sus capitales y ciudades principales, lo que aprovechó para realizar estudios en ciencias sociales y políticas, convirtiéndose además en un políglota, y en general aumentó el caudal de sus conocimientos, que vertió en la publicación de una obra titulada: “Lecciones de Política”, muy digna de su ilustrado genio; a la que siguieron otras publicaciones de no menor importancia y sapiencia, que incrementaron su bien ganada fama de tratadista. A su retorno al país, fue nombrado rector del Colegio Seminario de Guayaquil, cargo en el que se desempeñó por muchos años, con lucimiento y rectitud. Retirándose luego a la vida privada, y a su familia; falleció en Guayaquil el 1 de octubre de 1841.
Francisco Marcos y Crespo, ilustre ciudadano nacido en Guayaquil el 11 de mayo de 1794. Hijo del doctor Antonio de Marcos y González de la Carbonera, originario de España y de Francisca Crespo y Cassaus guayaquileña; estudió en su ciudad natal, luego ingresó en Quito en la Universidad de Santo Tomás, hasta obtener el título de doctor en Jurisprudencia.
Efectuada la revolución del 9 de Octubre, y declarada la independencia de la provincia, fue nombrado secretario de la Junta Superior de Gobierno. Como buen patriota, fue uno de los más decididos y entusiastas propulsores del movimiento liberador, desde entonces participó en los cargos públicos, dando a conocer sus dotes de administrador, aventajado talento e instrucción variada y profunda.
A nuestra separación de Colombia en 1830, una vez constituido el país en Estado independiente, el doctor Marcos asistió como diputado a la primera Asamblea Constituyente instalada en Riobamba el 14 de agosto del mismo año, en la que al discutirse la Carta Fundamental, quedaron reglamentadas las facultades extraordinarias y el doctor Marcos, fue uno de los diputados que con mayor independencia, sostuvieron las reformas republicanas, en el sentido de impedir, en todo lo posible, los abusos del poder a la sombra de dichas facultades.
En 1833 asistió como diputado al Congreso, que por entonces se componía de una sola Cámara y fue elegido su presidente. El general Flores, a pesar de haber asegurado en su mensaje que la República gozaba de completa paz, solicitó enseguida que se le invistiera de las facultadas extraordinarias, por tener según dijo, las pruebas de una conspiración activa, Marcos, invitó al ministro respectivo a que presentase las pruebas y testigos del caso, cosa que no se hizo. El 28 de septiembre, fue uno de los que interpelaron enérgicamente al ministro Félix San Miguel, “por la palmaria contradicción que había entre la memoria fiadora de la tranquilidad pública y lo que informaba sobre ser, ciertos y graves conatos de revolución.”
En 1839, elegido Flores, llamó a colaborar al doctor Marcos, y le confió la cartera de lo Interior y Relaciones Exteriores. El vicepresidente señor Francisco Aguirre, encargado del poder, dictó el 6 de mayo de 1841 un decreto, por el cual se ponía a la provincia de Pasto bajo el amparo del gobierno del Ecuador, al doctor Marcos le correspondió, en el campo diplomático, afrontar los cargos y reclamaciones que continuaron por parte del Gobierno de Colombia; pero el doctor Marcos, empleó toda su inteligencia en la defensa de causa tan difícil de defender hasta dar la solución más satisfactoria posible. Al doctor Marcos, también le cupo la noble tarea de concretar con Inglaterra, en un tratado celebrado el 24 de mayo de 1841, la abolición de la esclavitud, que ya estaba decretada en el Ecuador desde veinte años atrás (25 de julio de 1821).
Asistió como diputado a la Convención de 1843, y fue elegido para Vicepresidente de la República. En 1845, estando en Guayaquil, se dio la revolución del 6 de marzo. Asistió invitado por el general Antonio Elizalde, jefe de la insurrección, a la junta convocada para considerar la invitación hecha al general Wright, defensor de Flores, a que se rindiese para evitar mayor derramamiento de sangre, cosa que rechazó Wright, pero después de un combate desfavorable para él tuvo que aceptar. En 1846, fue elegido senador por el Guayas. En 1848, candidato a la presidencia de la República. El 20 de febrero de 1850, participó en la revolución que proclamó jefe supremo, al señor Diego Noboa.
Además de las actividades y altos cargos mencionados, el doctor Marcos, sirvió como encargado de negocios, primero, y luego, como ministro plenipotenciario ante el gobierno de Bogotá. Su existencia fue útil para la patria y figura entre sus hijos ilustres. Falleció en Guayaquil, a los 78 años de edad, el 21 de junio de 1872.
José Joaquín de Olmedo y Marurinació en Guayaquil el 19 de marzo de 1780, hijo primogénito del capitán don Miguel Agustín de Olmedo y Troyano, malagueño de nacimiento, pero que llevaba más de veinte años avecindado en el puerto, y de doña Ana Francisca Maruri y Salavarría, perteneciente a las familias notables de la ciudad.
En 1789, a los 9 años de edad fue enviado a Quito. Ingresó en el colegio de San Fernando de los padres dominicos; hasta los 12 años estudió gramática castellana y principios de latín, lengua que cultivó a lo largo de su vida. En 1792 volvió a Guayaquil y fue enviado a Lima, bajo la tutela de su pariente el doctor José Silva y Olave.
En 1794, a la edad de 14 años, ingresó al colegio de San Carlos, entidad a la que fue muy afecto por el resto de su vida. Entre este convictorio y la Universidad de San Marcos utilizó nueve años completamente entregados a los estudios. El 15 de junio de 1805 se recibió de doctor en Jurisprudencia. Se puso a cargo de una cátedra de Derecho Civil. El 1 de febrero de 1808 sacó el título de abogado, y en 1809 fue calificado de iuris utriusqui magister(maestro en ambos derechos), por los actos que presidió de filosofía y matemáticas.
Vuelve a Guayaquil el 20 de agosto de ese año, llegado oportunamente para asistir a la muerte de su padre. En marzo de 1809 viajó a Quito, con la única finalidad de presentar sus títulos obtenidos en Lima, al reconocimiento de las autoridades, y obtener, como efectivamente lo logró, su incorporación en la Universidad de Santo Tomás de Aquino y en el Colegio de Abogados. El 10 de septiembre de 1810. Fue designado representante del Cabildo de Guayaquil en las Cortes de Cádiz, y en enero siguiente, emprendió el viaje para llegar, el 11 de septiembre de 1811 a esa ciudad, e incorporarse al Cuerpo Constituyente el 2 de octubre. De su actuación, quedó para su gloria el brillante Discurso sobre la supresión de la mitas, pronunciado el 12 de agosto de 1812, que Vicente Rocafuerte publicó ese mismo año en Londres. Fue elegido secretario de las Cortes; el 13 de marzo de 1813 fue nombrado miembro y secretario de la Diputación Permanente. El 2 de febrero de 1814 firmó el decreto que intimaba a Fernando VII, para ser reconocido por rey, la jura de la Constitución. Esto levantó una escandalosa reacción absolutista, Olmedo, para librarse, debió ocultarse en Madrid hasta lograr zarpar rumbo a América en 1815.
Arribó a Guayaquil el 28 de noviembre de 1816. Se casó el 24 de marzo de 1817, con la dama guayaquileña María Rosa de Ycaza y Silva, de cuya unión nacieron dos niñas: Virginia y Rosa Perpetua; y un varón: José Joaquín. “El ocio que disfrutaba entonces, dice él mismo, la distracción de todos negocios públicos y la soledad, me preparaban maravillosamente a esta grande y deliciosa ocupación”.
Al estallar la Revolución del 9 de Octubre de 1820, le cabe a Olmedo una honrosísima actuación a la que modestamente se refiere, continuando lo antes citado: “Mas por aquel mismo tiempo una voz imperiosa me llamó de improviso a tener parte en los destinos de mi Patria. Los cuidados de la vida pública y los peligros que incesantemente amenazaron a mi país hasta la victoria de Pichincha, vinieron no sólo a interrumpir mi tarea, sino a separarme de todo género de estudio, especialmente del trato con las musas, que son, como se sabe, nimiamente delicadas y celosas.”
La vida de Olmedo con el 9 de Octubre, entró de lleno en un torrente de acontecimientos, que no se calmará hasta 1829. El acta del Cabildo que proclama la independencia, deja constancia que ese mismo día, “debía recibirse el juramento del señor jefe político que se ha nombrado, y lo es el señor doctor don José Joaquín Olmedo, por la voluntad del pueblo y de las tropas” que efectivamente “prestó el juramento de ser independiente, fiel a su patria, defenderla y coadyuvar con todo aquello que concierne a su prosperidad.”
Días de actividad febril en los que participó en la organización de la defensa de la provincia, el régimen administrativo, con la redacción de la primera Constitución, que con el título de Reglamento Provisorio de Gobiernosancionara el Colegio Electoral, en el que actuaron 57 representantes. El 8 de noviembre se creó la nueva junta triunvira, en la que se confirmó a Olmedo el primer puesto dándole como asesores a Rafael Ximena y a Francisco Roca.
Sus afanes como Jefe del Gobierno civil referentes a la campaña libertadora, que culminó en Pichincha, luego de los fracasos de Huachi, Verdeloma y Tanizahua, no fueron los que mayores sinsabores le causaron. El problema más grave fue, el de la inexorable anexión que debía darse a uno de los dos proyectos que rodeaban a Guayaquil: los de Bolívar y San Martín. Los dos codiciaban el puerto y astillero para sus futuras creaciones políticas.
La presión de Bolívar era enorme, Sucre se encontraba con sus tropas en el país; pero Olmedo se mantuvo con lealtad a lo determinado por la Junta Electoral de la Provincia: “La Provincia de Guayaquil se declara en entera libertad para unirse a la grande asociación que le convenga, de las que se han de formar en la América del Sur.” Habían tres partidos contrarios, el colombiano, el peruano y el autónomo, que se reflejaban en las preferencias individuales de los triunviros, no obstante, mantuvieron meritoriamente la equidad y sometimiento a la decisión democrática del Colegio Electoral.
El 11 de julio de 1822 entró Bolívar en Guayaquil. Previamente, desde Pasto, había mandado lo que se podría llamar un ultimátum amistoso. El día 13, fue arriado el pabellón de la Provincia Libre de Guayaquil y enarbolado el de Colombia; más tarde Bolívar destituyó a la junta haciéndose cargo del mando político y militar apoyado por 3000 bayonetas.
El mismo día 13, Olmedo declaró que “cesaba desde luego el gobierno en las funciones que le había confiado el pueblo” y diez días más tarde embarcó para Lima. “Unos días antes había dirigido el ex triunviro a Bolívar la célebre carta del 20 de julio, por la que sin duda aprendió éste a respetar a Olmedo como a hombre a quien podía destituir de su cargo por la fuerza, mas no rendir ni abatir en su serena altivez.”
Bajaba Olmedo en la fragata “Protector” y en Puná se encontró con la goleta de guerra "Macedonia", en la que venía San Martín para asistir a la histórica entrevista con Bolívar en Guayaquil. Olmedo fue presentado a San Martín en el puerto de Puná; allí le esperó del 24 al 28 de julio, con él reanudó el viaje, llegando a Lima con la misma escuadrilla.
El 22 de septiembre de 1822, se reunió en Lima la Asamblea Constituyente convocada por San Martín; Olmedo representó al departamento de Puno. Perteneció a la comisión que elaboró la Constitución peruana y firmó la exposición con que se presentó la parte primera del proyecto.
San Martín descorazonado por el fracaso de Guayaquil y los disturbios que ocurrían en Lima, más la permanente amenaza de los ejércitos españoles aún poderosos, renunció el mando para retirarse a Chile. La crítica situación reinante obligó a la Constituyente peruana a llamar una y otra vez a Bolívar. El 14 de mayo se promulga un decreto mediante el cual se nombra a Olmedo y a José Faustino Sánchez Carrión, para que llevasen al Libertador el ruego de su presencia en el Perú. Olmedo preside la delegación y en Quito, el 27 de julio se produce la entrevista.
Desde Guayaquil, embarcó Bolívar con dirección al Perú, el 7 de agosto. Olmedo no le acompañó, ni volvió a Lima después. El 6 de agosto de 1824 Bolívar, gana su última gran victoria en los campos de Junín; la noticia llegó a Guayaquil en septiembre, Olmedo todavía no se recuperaba de la emoción por este suceso trascendente, cuando llegó la aún más grata noticia: Sucre había logrado su gran victoria de Ayacucho el 9 de diciembre de 1825.
Olmedo, desde octubre de 1820, compenetrado en la lucha libertaria y luego en la política, había abandonado toda preocupación literaria. Pero con los sucesos ocurridos, que tuvieron como actores principales a Bolívar en Junín y a Sucre en Ayacucho, se vio presa de un sentimiento irresistible, como nunca antes lo había experimentado, que sería el que le dictaría el Canto y que en sus cartas expresó a Bolívar el deseo que “fuese la composición de su vida.”
El trueno horrendo que en fragor revienta/ y sordo retumbando se dilata/ por la inflamada esfera,/ al Dios anuncia que en el cielo impera.
Y el rayo que en Junín rompe y ahuyenta/ la hispana muchedumbre/ que, más feroz que nunca, amenazaba,/ a sangre y fuego, eterna servidumbre,/ y el canto de victoria/ que en ecos mil discurre, ensordeciendo/ el hondo valle y enriscada cumbre,/ proclaman a Bolívar en la tierra/ árbitro de la paz y de la guerra.
En 1825 Bolívar intentó nombrarlo ministro en la Gran Bretaña, pero no aceptó. En 1830 encabezó la separación del Ecuador de la Grancolombia y fue el primer vicepresidente del Ecuador. En 1835 fue presidente de la Convención de Ambato y solidario con el presidente Rocafuerte de 1835 a 1839. En 1845 encabezó y presidió la revolución del 6 de Marzo que derrocó a Flores. Falleció el 19 de febrero de 1847, su muerte fue duelo de la Patria.
Francisco María Claudio Roca, nació en Guayaquil, el 6 de junio de 1786, hijo del comandante Bernardo Roca y Liceras y de la señora Ignacia Rodríguez y Carrascal, hogar de una familia entregada a la causa de la independencia, perseguida en razón de ello por las autoridades coloniales, especialmente por el gobernadorMendiburu quien, por una carta patriótica, cuyo autor fue su hermano Vicente Ramón, la familia Roca en su integridad fue amenazada de muerte, allanada su casa y registrados sus papeles, perseguidos todos con una saña inaudita y como si esto fuera poco, el abogado defensor de tan memorable causa, también fue acosado.
Propagandista activo de la emancipación, y conspirador. Asistía religiosamente a toda reunión secreta que confabulara en contra del dominio español, poniendo su persona e influencias al servicio de la causa de la libertad, su intervención logró eficazmente la participación del batallón Granaderos de Reserva en la causa de la Patria.
Olmedo al asumir la jefatura política, quiso que se convocara a la representación, para que reunida en Asamblea Constituyente dispusiera la organización del país, conforme a los enunciados de la revolución y, nada más justo para los principios republicanos que delegarlo para la diputación. Para ello convocó a elecciones, que se llevaron a efecto sin ningún contratiempo. Reunido el Colegio Electoral el 8 de noviembre de 1820, eligió por mayoría de votos al doctor José Joaquín de Olmedo como presidente, y a don José de Antepara como secretario.
Fue el introductor de la primera imprenta con la cual contó Guayaquil y en ella se editaron proclamas y folletos relacionados con la marcha de los acontecimientos públicos y los dos primeros periódicos de la ciudad: "El Patriota de Guayaquil", “El Republicano del Sur”, desde el que mantuvo su postura que favorecía a la incorporación al Perú, entre otros.
Después de la incorporación de la provincia de Guayaquil a Colombia, y consecuentemente de la desaparición de la Junta de Gobierno independiente, abandonó el país, radicándose en Lima, en la que fue nombrado cónsul del Ecuador en 1835, cargo que desempeñó hasta su muerte, ocurrida en dicha ciudad el 20 de agosto de 1846.
Saludos. Fascinante, sobre todo el relato de la vida de Olmedo. Una pregunta el apellido es Jimena o Ximena? Gracias
ResponderEliminarImportante aporte, sobretodo para los jóvenes que necesitamos introducirnos más en la historia de nuestro país. Me gustaría entrar en contacto con usted. Espero pueda responder mi mensaje.
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