martes, 12 de febrero de 2019





Guayaquil en su sitio definitivo


La situación parecía interminable, 13 años de una serie de traslados, reconstrucciones, destrucciones. Era como el juego del gato y el ratón, españoles conquistadores que trasladaban y construían una ciudad, enfrentados a indígenas que resistían y que destruían esa posesión. Los conquistadores estimaron que esta situación debía terminar. Por eso nuevamente trasladaron la ciudad destruida hacia otro lugar.

En efecto, a principios de 1547, llegó a Puerto Viejo el pacificador Lcdo. Pedro de La Gasca para someter la rebelión de Pizarro y destituye al gobernador pizarrista. El 16 de abril de ese año por orden de La Gasca, el capitán Francisco de Olmos ejecuta al gobernador de Guayaquil, el también pizarrista Miguel de Estacio. Cumplido lo cual el pacificador continúa su viaje hacia Lima acompañado de Olmos y escoltado por el capitán Martín Ramírez de Guzmán. Dejando al padre de este último, Rodrigo Vargas de Guzmán, al mando de la Guayaquil como Alcalde Ordinario.

Temerosos a las retaliaciones que pudiera tomar Pedro de Puelles, teniente de Pizarro en Quito, los guayaquileños consideran la urgencia de mudar la ciudad a un lugar más protegido, preferentemente en la ribera occidental del Guayas. Esta vez no era el acosamiento de los indios el que –como en otras oportunidades– los obligaba a trasladar su pequeño poblado, sino la persecución de sus propios coterráneos.

Pero transportar a todo el vecindario, su menaje y animales no era cosa sencilla, requerían de balsas de un tamaño considerable. Pero ¿cómo construirlas rápidamente? si en las inmediaciones de Guayaquil, situado tras la isla Santay en la ribera oriental del Guayas, nunca existió la madera de balsa por la salinidad del río.

Aunque vigilantes y atentos a la defensa de su ciudad, y pese al temor de un ataque inmediato de Gonzalo Pizarro, no tuvieron otra alternativa que esperar el tiempo que les tomaría talar la mencionada madera en los bosques de Bulubulo, donde abundaba y cuyo río desembocaba precisamente por el río de Guayaquil.

Debieron viajar cientos de kilómetros para alcanzar tales bosques naturales, cortar la madera, descortezarla para que no pierda su flotabilidad y se pudra rápidamente, luego arrastrarla hasta la orilla de un río con suficiente caudal, armar las balsas y viajar aguas abajo hasta Guayaquile.

Por las grandes distancias que debieron recorrer, la lentitud del viaje movidos solo por las corrientes y el arduo trabajo que debieron realizar para extraer la madera, asumo que les tomó aproximadamente tres meses, después del ajusticiamiento de Estacio (16 de abril de 1547), para construir, adecuar y situar en la ciudad las balsas necesarias para el traslado del vecindario.

Quien conozca bien el comportamiento del Guayas en ese sector, coincidirá conmigo en que conducidos por el alcalde ordinario Rodrigo Vargas de Guzmán, se embarcaron los 150 habitantes con todos sus aperos y animales. Navegaron río abajo hacia sur de la isla Santay y arrastrados por la corriente se arrimaron a la Puntilla (antes de llegar a Punta de Piedra).

Amarrados a esa orilla los conquistadores españoles esperaron la marea creciente y navegando muy cerca de la orilla donde la corriente es más poderosa, subieron y atracaron en la playa de piedra que nacía de la falda del cerro Santa Ana. “Y pese a la larga búsqueda de un emplazamiento adecuado, el lugar elegido finalmente –la ladera meridional del Cerro de Santa Ana o Cerrillo Verde, en la orilla occidental del Guayas”.[1]

El tiempo que debió emplearse para preparar esta fuga masiva, partiendo del 16 de abril de 1547, en que Estacio es ejecutado, hace muy posible que el nuevo asiento de Guayaquil en la cumbre del cerro Santa Ana, por pura casualidad haya sido alcanzado el 25 de julio de ese año. Esta coincidencia ha finalmente beneficiado a la ciudad y ha evitado una distorsión de fechas históricas.

Por otro lado la historiadora Dora León Borja, el 25 de julio de 1963 en diario El Universo, admite que pese a la amenaza, no se mudaron inmediatamente y agrega: “Sin embargo, es solamente en junio de 1547 que los vecinos de Guayaquil –temiendo las represalias de los pizarristas de Quito– trasladan le ciudad definitivamente a su actual emplazamiento”.

Apenas un mes de diferencia existe entre la fecha que señala la historiadora y julio que sostiene nuestra hipótesis, que admite la posibilidad que pudo haber coincidido el asentamiento de Guayaquil en el cerro Santa Ana con la fiesta patronal de nuestra ciudad, que aun se celebra cada 25 de julio. Hipótesis de difícil confirmación por cuanto la totalidad del archivo que contenía cien años de documentos, en que debió constar todo el trayecto histórico de la ciudad, desapareció en 1633 durante el incendio de la Casa Consistorial.

Sin embargo, hay un documento que si bien está fechado 234 años después, es un buen fundamento para creer en tal coincidencia. Este es el acta del cabildo celebrado en Guayaquil el 24 de julio de 1781, que consta en el libro de actas Nº 21, que comprende desde 1780 a 1783, que textualmente dice lo siguiente:

En este Cabildo se trató sobre la fiesta con que se solemniza el Real Estandarte, en memoria de la conquista de esta ciudad y su Provincia, cuya función se verifica el día de mañana veinte y cinco del corriente en que celebra la Iglesia al Apóstol Santiago”.

¿Qué podría significar aquello de la conquista de la ciudad y su provincia? Nada más lógico de colegir que a partir del 25 de julio de 1547, la ciudad quedó definitivamente establecida y afianzada en un sitio y territorio que le ofrecía una posición segura. Pues no volvió a sufrir ataques indígenas ni destrucción alguna de parte de ellos.

También Dionisio Alcedo y Herrera, quien fue nombrado como vigésimo presidente de la Real Audiencia de Quito el 28 de marzo de 1728 y posesionado del cargo el 29 de diciembre de ese año, escribió en la Pág. 1 de su Compendio Histórico de la Provincia, Partidos, Ciudad, Astilleros y Puerto de Guayaquil en las costas de la Mar del Sur, publicado en Madrid en 1741, lo siguiente: “La Ciudad de Santiago de Guayaquil, llamada así, porque en el día de este glorioso Apóstol se acabó la conquista de la Provincia el 25 de julio de 1531”. Dato coincidente hasta cierto punto, pues el año de 1531 que él señala para el acontecimiento está equivocado. Recordemos que Santiago se fundó en 1534

Y así establecidos, los guayaquileños desde este asentamiento estratégico “conquistaron” la provincia al posesionarse de la gran cuenca del Guayas. Dueños de ambos espacios, a fuerza de trabajo tesonero iniciaron la riqueza que poco más de doscientos años, convirtió a Guayaquil en la ciudad más importante de la América meridional.

Desde entonces utilizando el gran sistema fluvial del Guayas, estructuran la economía del país dominando primero el comercio con la Sierra centro-norte y sur, y posteriormente el internacional. El Guayas y su extensa red fluvial fue eje y columna vertebral de la socio-economía de la Audiencia, y la ciudad-puerto de Guayaquil, la actora y principal motor de nuestra historia, de la realización de la independencia, de la cultura y las grandes transformaciones sociales ocurridas en el Ecuador.

Los traslados y mudanzas de Santiago realizadas entre su fundación el 15 de agosto de 1534 hasta el 25 de julio de 1547, no fueron sino un conjunto de actos jurídicos cumplidos en la búsqueda de un espacio seguro para afianzarse y crecer. Fueron emplazamientos fugaces en que los vecinos estuvieron más preocupados por apagar incendios y salvar la vida que por la trascendencia y permanencia de la ciudad.



[1] María Luisa Laviana Cuetos, “Guayaquil en el siglo XVIII, recursos naturales y desarrollo económico”, Sevilla, Escuela de Estudios Hispano-Americanos de Sevilla. C.S.I.CCSIC., 1987, p. 29.

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