viernes, 9 de noviembre de 2018




El asedio de Sucre I
Como hemos visto en páginas anteriores, Sucre, portador de los nuevos planes de Bolívar de intervenir directa y militarmente para una campaña más eficiente contra la Provincia de Guayaquil, ante la imposibilidad de pasar por Pasto, buscó Buenaventura para salir por el mar.[1] En el informe al Ministro de Guerra y Marina, Pedro Briceño Méndez, Sucre dice que a causa de una “calma chicha” que lo mantuvo al pairo durante 28 días, hasta que finalmente pudo llegar y desembarcar en Santa Elena (Ballenita). Y que, en la noche del 6 de mayo de 1821, tras una cómoda marcha por territorio amigo, sin resistencia alguna arribó a Guayaquil. Después de lo cual, continuaron llegando tropas que se acantonaron en El Morro en número de 938 hombres.[2]
Sucre fue enviado en calidad de Comandante General de la División Colombiana del Sur destacada al departamento de Quito. A partir del 10 de mayo, desde su cuartel general establecido en Guayaquil, intensificó el reclutamiento de hombres aptos para el servicio militar en toda la provincia, destinados a formar las fuerzas liberadoras de Quito.
“Al efecto promete los elementos de guerra necesarios de los que existen en los parques, cuantos recursos pueda proporcionar el país y ochocientos hombres de las tropas veteranas de la provincia por ahora, y pagados y mantenidos por ella; que, incorporados a la división destinada por el Libertador a obrar en el sur de la república, darán éste nuevo testimonio de su devoción e interés por Quito, Cuenca y demás pueblos subyugados aún”.[3]
Con antelación a estos hechos arribaron a Venezuela, los plenipotenciarios Sartorio y Espelius, representantes del gobierno español, comisionados para en desesperado intento tratar de establecer la paz en una América mayoritariamente independiente.[4] Después de las negociaciones del caso, el 25 de noviembre de 1820 se firmó, en la ciudad de Trujillo (Colombia), entre los plenipotenciarios de Bolívar y de Morillo[5] un armisticio de paz cuyo plazo vencía el 24 de junio de 1821. Esta tregua, obligaba a los firmantes a comunicar con cuarenta días de anticipación la ruptura de hostilidades. La gestión diplomática fue sumamente importante porque reconoció la existencia de Colombia como gobierno independiente, y a la vez favoreció a la imagen de Bolívar, porque fue invitado a negociar y pactar de igual a igual con representantes de la Corona española.
El arribo de Sucre y las tropas colombianas a Guayaquil, provocó que el presidente Aymerich lo acusara de haberse apropiado del territorio guayaquileño violando la vigencia del armisticio en beneficio de Colombia. Con este reclamo, el Presidente de la Audiencia intentaba mantener a la provincia sin recursos militares para sojuzgarla fácilmente:
“La República á pretesto (sic) de auspicios, y protección, se ha apoderado de la provincia de Guayaquil introduciendo las fuerzas que ha colectado de varios puntos, y no ha cesado de hacer preparativos de guerra antes de indicar el rompimiento, no obstante de que ellos obligan a los Egércitos (sic) á evitar hasta los más leves indicios de hostilidad; de consiguiente por lo tocante a Guayaquil no ha podido hacer la menor innovación, debiendo permanecer absolutamente independiente de Colombia como lo estaba antes de su publicación. (...) No puede U.S. dejar de confesar la bageza (sic) y ruindad de éste procedimiento”.[6]
Ante esta posición, el 14 de mayo de ese año, Sucre, desde el Cuartel General de Guayaquil, luego de consultar al respecto a Santander, respondió puntualizando el tema: “Por el capítulo 8 de las negociaciones concluidas el 21 de febrero entre V.E. y el señor coronel Morales, el gobierno convino en que cualquiera de las provincias del territorio comprensivo a la ley fundamental de Colombia, podía, aun cuando no estuviera incorporada a la república, aceptar el armisticio sujetándose a ella. Sin esta negociación el gobierno de Colombia estaba facultado para enviar tropas a cualquiera de las provincias que no estuviesen oprimidas por las armas españolas. El gobierno de Guayaquil deseando ponerse bajo los auspicios de la república, llamó sus tropas y la venida de ellas a esta provincia en ningún sentido (comprometió) nuestra buena fe”.[7]
Así, dejó en claro que el armisticio lo facultaba para incluir la provincia en todo tratado de “alianza, paz o comercio que (Colombia) celebrare con las naciones amigas, enemigas y neutrales”. Destacando que “la regularización de la guerra entre Colombia y España por el tratado del 25 de noviembre pasado, comprenda también a la provincia de Guayaquil”. El convenio estipulaba dar a los guayaquileños, “los más importantes apoyos a la libertad de Quito” (Arts. 2º. 5º y 6º de armisticio). Pues, “toda la acción de Bolívar sobre Guayaquil descansaba sobre la base de que Guayaquil era parte integrante de Colombia y no tenía derecho a la secesión”.[8]
A partir de entonces, Sucre, por cumplir con el mandato de Bolívar, retomó la gestión iniciada por Mires para la incorporación de la Provincia de Guayaquil a Colombia, y el 15 de mayo de 1821, firmó un tratado con la Junta de Gobierno.[9] Mediante el cual se vio obligada a reafirmarse en la conveniencia de unir a la Provincia de Guayaquil con alguna de las grandes asociaciones de la América meridional, y mientras la Junta Electoral lo decidía, ésta quedaba bajo los auspicios y protección de Colombia.
“Con la venida del señor Sucre, autorizado plenamente por V.E., se ha realizado aquel convenio, en el cual no hemos tenido otro objeto que declararnos nuevamente bajo los auspicios y protección de Colombia, poner las bases de nuestra existencia civil y política. Promover el engrandecimiento e integridad de la República y apresurar los destinos que nos están reservados”.[10] Pero esta resolución, según las leyes y Constitución del Gobierno guayaquileño tenía que ser sometida al final reconocimiento del Colegio Electoral para poder aplicarla.



[1]  El 4 de abril de 1821, al mando de 650 hombres, Sucre zarpó de Buenaventura en las goletas Alejandro I y Teodosio. El factor tiempo era muy importante, pues debía tener preparadas las tropas en Guayaquil a fin de actuar sobre Quito, antes de que venciese el plazo del armisticio. Pero la calma que se produjo en el viento le jugó una mala pasada, pues debió permanecer a la deriva por 28 días. En ese lapso se enfermó una gran cantidad de soldados, por lo cual se vio obligado a desembarcar en la península de Santa Elena el 2 de mayo. Una vez en esa población dejó 85 enfermos en un hospital de campaña, igualmente a todo el batallón Santander, que afectado por la travesía se encontraba imposibilitado de marchar. El 4 se puso en camino hacia Guayaquil, donde llegó el 6 por la noche. Antonio José de Sucre, “De mi propia mano”, México, Fondo de Cultura Económica,
[2] El pueblo de Sta. Helena, en donde desembarcaron las tropas de Colombia, les ha prestado cuantos auxilios han necesitado para su transporte y subsistencia: y cuando se trataba de satisfacerle los gastos que ascendieron a cerca de 200 pesos, ha tenido la generosidad de cederlos en beneficio de la Patria (…) El Gobierno ha recibido con el mayor aprecio este rasgo de patriotismo (…) le ha dado las gracias en nombre de la Patria; y ha mandado publicarlo para su satisfacción. Abel Romeo Castillo. “El Patriota de Guayaquil”, 7 de julio de 1821.
[3] Antonio José de Sucre, De mi propia mano, México, Fondo de Cultura Económica, Págs. 36-38, 1995.
[4] Mijares, Augusto “El Libertador”, Caracas: A. N. de Historia; ediciones de la Presidencia, Pág. 389, 1987. Jorge G. Paredes, Op. Cit., Pág. 13.
[5] Pablo Morillo, conde de Cartagena, general en jefe del ejército español, a quien el rey Fernando II conociendo sus virtudes y acierto demostrado en la dirección de tropas le entregó el mando del ejército español destinado a sofocar las rebeliones en América, donde hizo alarde de atrocidades.
[6] Ibídem, sábado 23 de junio de 1821
[7] Sucre, “De mi propia mano”, Pág. 39, y Castillo, “El Patriota de Guayaquil”, sábado 9 de junio de 1821, Pág. 13.
[8] Salvador de  Madariaga, “Bolívar”, Madrid: SARPE, tomo II; Pág. 145, 1985.
[9] Sucre, “De mi propia mano”, Págs. 36-38.
[10] Nota del Gobierno de Guayaquil al Libertador relativo a tratados internacionales. C.E. Vernaza, Recopilación. Págs. 221-223.

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