Olmedo, presidente del
Gobierno de Guayaquil
Alcanzado el triunfo de Pichincha el 24 de Mayo de 1822, es Olmedo
como Jefe del Gobierno, a través del Comandante General de la Provincia de
Guayaquil y General en Jefe de la División del Norte, Gran Mariscal José de La
Mar,[1] y
no ningún otro, quien recibe del coronel Andrés de Santa Cruz, uno de los
vencedores de la batalla del Pichincha, el parte correspondiente a su
desarrollo y culminación. Sucre, por su parte, jerárquicamente dependiente de
Bolívar, pese a reconocer a La Mar como oficial de mayor rango que él, no
informa a él el resultado de la batalla, pero sí lo hace directamente al Superior
Gobierno de la Provincia En la misma fecha, como es natural, cursa al Ministro
de la Guerra de Colombia, Pedro Briceño Méndez, una amplia información sobre el
triunfo de Pichincha
¿Por qué enviaron a Olmedo los partes militares de la batalla?
Simplemente, porque era el presidente del Gobierno de Guayaquil que organizó y
financió la campaña. Igualmente, a La Mar, oficial de carrera y el más alto
jefe de la provincia que representaba al Gobierno en lo militar,
consecuentemente el inmediato superior de los comandantes mencionados.
El triunfo de Sucre y Santa Cruz en Pichincha,
que es una consecuencia de la revolución del 9 de Octubre de 1820, permitió
amenazar Pasto desde el sur y poner al coronel Basilio García entre dos fuegos,
lo cual fue el motivo para que depusiera las armas.
Bolívar, como ya lo hemos descrito, luego de
dos meses de permanecer entrampado entre el río Juanambú y la población de
Trapiche. El 8 de junio de 1822 pudo salvar las posiciones inexpugnables que
ocupaba el coronel español García, salir de la trampa que lo inmovilizaba para el
16 de junio entrar triunfante a Quito. Así se cumplió lo previsto por Febres
Cordero la noche del 8 de octubre de 1820: “...de aquí (desde Guayaquil) le
abriremos las puertas de Pasto, que a él (Bolívar) le será muy difícil abrir
atacando desde el norte ...”, y fue exactamente lo que ocurrió.
Esto no hay que olvidarlo, es lo que nos deja
el mensaje de que Guayaquil abre caminos de libertad. Pues, son hechos
incontrovertibles que todos los historiadores ecuatorianos deben tener la
sencillez de reconocer, para que figuren en la Historia del Ecuador, tal como
sucedieron. Valorar y reconocer la medida en que la independencia de Guayaquil
fue factor determinante para concretar la derrota de los últimos reductos del
dominio español en nuestro continente, de esa forma terminará una enseñanza
falseada a través del tiempo, eliminando las reseñas cimentadas en el barro,
interpretadas y escritas con sesgos chovinistas interesados.
Los acontecimientos descritos que se
sucedieron en torno y a continuación del gran evento histórico de la
independencia de la Provincia de Guayaquil, el 9 de Octubre de 1820, dejan en
claro que sin esta semilla de libertad no habría sido posible la pacífica
entrada de Mires y de Sucre al territorio guayaquileño y la consecuencia que
tuvo para alcanzar la independencia nacional. De lo contrario ¿cómo se puede
explicar el por qué Babahoyo, Baba, Jipijapa, Portoviejo, Naranjal, Cuenca,
Guaranda, Machachi, Latacunga, Riobamba, Ambato, Alausí, Loja, Tulcán y Zaruma,
celebraron en 2007, junto con Guayaquil, 187 años de independencia?
Sin la independencia de Guayaquil, las
batallas de Pichincha, Junín y Ayacucho no habrían tenido lugar en el tiempo ni
en el espacio en que felizmente ocurrieron. Esto quiere decir que no se pueden
entender estos hitos históricos si no se reconoce y valora la importancia
histórica y estratégica de la acción de los guayaquileños y la transformación
del Guayaquil de ese año, en su decisiva contribución a la independencia
ecuatoriana y de la América meridional. Producto concluyente no valorado ni
considerado, en su real dimensión y aporte social, por algunos historiadores
nacionales.
“Es candidez y audacia hacer alarde de que
Colombia protege a Guayaquil, cuando es Guayaquil, el que ha protegido a
Colombia dándole un puerto seguro en el Pacífico”.[2]
Bolívar
en Quito, se apresta a anexar Guayaquil
23 días después de la batalla del Pichincha, cuando todo el territorio de la Audiencia había sido
liberado por una fuerza multinacional, que respondía a su estrategia pero que
actuaba independientemente de su mando, Bolívar entró a Quito el 16 de
junio de 1822. Religiosos y miembros del
Cabildo lo recibieron alborozados a las puertas de la ciudad para expresarle su
sumisión incondicional, anticipándole que habían ordenado colocar una pirámide
en lo alto del Pichincha, con la inscripción: “Los hijos del Ecuador a Simón
Bolívar, el ángel de la paz y de la libertad americana (…) le tranquilizó saber
que Sucre no lo descuidaba ni intentaba eclipsarlo y, al entrar a la calle
principal, una salva de cañonazos celebratorios lo animó aún más”.[3]
Pero venía predispuesto, resuelto a someter a Guayaquil a como
diere lugar: “Solo Olmedo es bueno, pero sin
autoridad para nada. Yo he tomado mi partido y les he escrito, como Vd. verá en
las comunicaciones, lo que hace al caso. Sucre está autorizado para obrar
abiertamente si aquellos señores se oponen a mis órdenes. Las razones de
política que nos autorizan a exigir la reunión a Colombia, están consignadas en
mis cartas y notas. He reservado las más graves para nuestras réplicas”.[4]
Una vez instalado Quito, no perdió
el tiempo para expresar a sus vinculados en todos los tonos posibles, su
deleite por haber concluido la independencia de Colombia: a San Martín
escribió: ”Tengo la mayor satisfacción de anunciar a V.E. que la guerra de
Colombia está terminada“. A los generales Marqués del Toro y Fernando Toro:
”Este hermoso país, tan colombiano y tan patriota (...) formará el más grande
departamento de Colombia“. Al general Juan de Escalona: ”Ya estamos en Quito
libre y colombiano. Todo está por nosotros en este vasto país, sin que nos
falte más que Guayaquil para donde parto a llevar la ley de Colombia“.
A Santander: ”solamente Guayaquil
me da cuidado, pero Guayaquil por su cuidado puede envolvernos también en una
de dos luchas: con el Perú, si la forzamos a reconocer a Colombia o con el sur
de Colombia si la dejamos independiente, triunfante e incendiaria con sus
principios de egoísmo patrio (…) El Perú está blando con nosotros porque espera
nuestra ayuda en su lucha contra España; y porque su gobierno, en sus negocios
domésticos, no está muy afirmado”.[5]
Como podemos leer, la forma de
referirse a Guayaquil y su provincia, implica una predisposición que le
bloquearía cualquier comprensión hacia su proyecto, su historia, lo que sus
hombres se proponían y sus sentimientos patrióticos. Además, a sabiendas que el
Perú aún no estaba constituido como país, llegó a acusar a la Junta de Gobierno
de Guayaquil de querer anexar la provincia a un Perú inexistente.
[1]
“El Gobierno Superior, penetrado del patriotismo y mérito militar del General
de División Dn. José de La-Mar, ha venido en nombrarlo de Comandante general de
las armas de ésta Provincia, con el pleno de las facultades de éste destino.
Igualmente ha decretado quede segundo gefe militar de ella el Teniente coronel
D. Rafael Ximena, que desempeñaba las funciones de la Comandancia General”.
Ibídem, “El Patriota de Guayaquil”, 5 de enero de 1822. PÁG. 25.
[2]
Semanario El Republicano del Sur, Guayaquil, 10 de julio de 1822.
[3]
José Ignacio García Hamilton, “Simón. Vida de Bolívar”, Caracas, Random House
Monadadori, Pág. 219, 2004.
[5] Bolívar, Op. Cit., Págs.
643-650. Cartas a San Martín, al Marqués del
Toro, a Juan de Escalona, a Santander y a San Martín, fechadas en Quito desde
el 17 al 22 de junio de 1822.
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