martes, 25 de diciembre de 2018




Toma de Guayaquil V

“He tomado definitivamente la resolución de no permitir más tiempo la existencia anticonstitucional de una Junta que es el azote de Guayaquil y no el órgano de su voluntad”.[1] Así avanza el asalto armado con que Bolívar sometió la ciudad y su provincia.
Por eso, Fazio Fernández (1987) tiene razón cuando dice que: “La presencia carismática de Bolívar y las 1300 bayonetas colombianas hicieron que la reunión de la Representación Provincial derivase hacia una farsa legal… La fuerza triunfó sobre la ley en uno de los episodios iniciales de la tragedia que es la vida republicana de Hispanoamérica”.[2]
En “El Patriota de Guayaquil” del 10 de agosto de 1822 constan las numerosas adhesiones a la incorporación a Colombia, resueltas por los pueblos de los diferentes Partidos. Sin embargo, creemos que esta repercusión de los hechos entre los vecinos de los diferentes Partidos fue también estimulada y orientada por agitadores colombianos esparcidos por Sucre o colombianistas pro anexión y la celeridad con que se remitieron a Guayaquil, las hace más sospechosas aun.
El caso de Jipijapa y los pueblos vecinos son un ejemplo de manipulación: entre el 16 y el 18 de julio se pronunciaron en pro de la protección de Colombia, cuando los acontecimientos de Guayaquil apenas se habían producido el 13. Esto nos conduce a preguntarnos, ¿cómo es que pudieron conocer en tan corto tiempo lo acontecido en Guayaquil, tomar una resolución y remitirla con tanta premura? si cuando se produjo el 9 de Octubre de 1820 –fecha mucho más significativa para toda la provincia– la noticia llegó a Jipijapa el 15 de octubre de 1820; es decir, seis días más tarde y la adhesión a Guayaquil otros tantos. ¿Cómo lograron tal aceleración, si la distancia y el tranco de las mulas eran los mismos? Por esta razón, coincidimos con la manifiesta sospecha de Cubitt.[3] 
Además, se tomaron muchas medidas para neutralizar al vecindario de la ciudad: se concedió licencia a las milicias, amnistía a los desertores, se convocó a los acreedores de la deuda provincial (para arreglar pagos).[4] También “se inició una campaña propagandística a través de El Patriota de Guayaquil, periódico semanal y gaceta oficial, en manos de Bolívar desde su arribo a la ciudad, para convencer a los guayaquileños de los beneficios y popularidad del régimen bolivariano. (…) cartas adulatorias de Samborondón, Yaguachi y Babahoyo, Palenque, Estero de Vinces, Santa Lucía y Daule (…) Pichota. Montecristi y Charapotó, Portoviejo, Jipijapa, Canoa, Chone y Chongón”.[5]
Todo había salido a pedir de boca para las intenciones de Bolívar. Pues, tal como se lo propuso, logró debilitar la influencia y presencia de los grupos autonomistas y peruanistas. Con su prestigio y carisma, más 1.300 hombres de la Guardia, que actuaban como si fuese una ciudadela conquistada, “convenció” a la gran mayoría que era inútil continuar oponiéndose a su determinación de incorporar la Provincia a Colombia.
Sin embargo, los guayaquileños jamás abandonaron las esperanzas y muchos de ellos, al poco tiempo de la anexión forzada, todavía lograban perturbarlo: “El señor Roca (Francisco) y compañía están siempre inquietando a Guayaquil, lo que hará nuestra suerte más difícil”.[6]
Pero faltaba legalizar el fraude electoral concebido por Llona; debía reunir al sumiso Colegio Electoral a fin de concretarla con el apoyo “unánime” de los diputados, teniendo buen cuidado que fuese notoria la presencia de “tropa en la ciudad y buques en la bahía”, contraviniendo así lo establecido en la convocatoria del 19 de junio (Cubitt).
El 28 de julio de 1822, en sesión preparatoria, se reunió el Colegio Electoral. Y como acto inicial fue nombrada una comisión que debía verificar e “informar sobre la suficiencia o legitimidad de los poderes conferidos por los pueblos a sus respectivos suplentes”, que debían reemplazar a los titulares que se habían resistido a las presiones y a otros que por temor a retaliaciones habían huido de la ciudad.
Pero al momento de instalar la asamblea, curiosamente, a los asambleístas les asaltó la duda sobre si Olmedo, último “Presidente del Congreso debía continuar con el mismo destino en la Junta preparatoria que estaba reunida”.[7] Y para aparentar una institucionalidad inexistente, Olmedo fue convocado y por decisión unánime presidió la sesión inicial. Con su ejemplar honestidad y encontrándose en Guayaquil, no había huido a refugiarse en los buques peruanos surtos en la ría como lo afirman sus detractores, aceptó presidirla hasta su sustitución inmediata.
Sobre la patraña de la fuga de Olmedo, hay “Una distinta interpretación del problema puede formularse, planteándose que el relato principal de los hechos, que es el del periódico <El Patriota>, fue falsificado por Bolívar. Sin negar que Bolívar manipulaba el periódico para sus propios fines, no consideramos digno de atención sería la idea que los hechos mismos hayan sido fabricados por el Libertador”.[8] ¡Piensa mal y acertarás¡ reza un viejo adagio. La determinación del Libertador, la fuerza de la opinión contraria a la anexión, fácilmente pudo conducir a publicar tal noticia para sembrar el desconcierto. Ya lo había hecho en Pasto para lograr que el coronel García se rindiese.
Las comisiones de la Asamblea quedaron formadas por colombianistas, la mayoría rabiosos, que hacían coro a quienes deseaban hundir a Olmedo, entablarle juicios y perseguirlo para justificar toda la diatriba con que llenaron la cabeza de Bolívar. En la sesión del día 30, su más conspicuo calumniador abrió las intervenciones diciendo: “que la residencia (juicio de residencia) correspondía abrirla a las autoridades que se estableciesen después de declarados los destinos de la Provincia: que siendo la presente una reunión extraordinaria en que por circunstancias imprevistas había cesado la autoridad de la Junta de Gobierno con los conocimientos populares del 13 de Julio que dieron lugar a que S.E. el Libertador se en cargase del mando para proteger el orden”. Y como no podía ser de otra forma, la primera resolución que tomó el Congreso dictaminó lo siguiente: “que con arreglo al artículo 13 del Estatuto provisorio se abra juicio de residencia a la Junta de Gobierno que compusieron los señores José de Olmedo, Rafael Jimena y Francisco Roca”.[9]




[1] Bolívar, Op. Cit., Págs. 649-650.
[2] Fazio, Op. Cit., Págs. 109-110.
[3] “Debemos añadir, primero, que las noticias de lo acaecido en la capital el 11, 12 y 13 de julio pudieron llegar a Jipijapa antes del 16 de julio: segundo, que el caudillo del partido pro-colombiano, José Leocadio Llona, era oriundo del lugar. Estos datos nos permiten dudar de la espontaneidad de la revolución a favor de Bolívar en el distrito. “Anexión”, Pág. 16.
[4] El Patriota de Guayaquil, de julio 20 y agosto 10 de 1822.
[5] “Al publicar estas cartas se puso énfasis en su carácter más o menos oficial como emanadas de los cabildos o de asambleas de notables. Aunque son muy similares en su composición sería ir demasiado lejos afirmar positivamente que fueron confeccionadas de antemano o inspiradas directamente por agentes colombianos”. Cubitt, “Anexión”, Págs. 17-18.

[6] Bolívar, Op. Cit., Págs. 689-691.
[7] Memorias del General O’Leary, Tomo XIX, Caracas, imprenta “El Monitor”, 1883, Págs. 343-344. 
[8] Cubitt, Anexión, Pág. 14
[9] O’Leary, Memorias, Págs. 350-351.

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