miércoles, 22 de mayo de 2019




Un reloj de sol en Guayaquil

El proceso de desarrollo de Guayaquil, empezó trece años después de su fundación el 25 de julio de 1547. La importancia de su actividad comercial, la exportación de maderas exóticas, la comercialización del cacao, su famoso astillero, etc., fueron el punto de partida a su gran riqueza. La división de la ciudad, los pavorosos incendios, asaltos de corsarios, pestes, etc., en lugar de desanimar a sus habitantes, los estimularon y fortalecieron para continuar aferrados al espacio ganado con esfuerzo y sacrificio.
Durante el siglo XVI, el solo contacto de los guayaquileños con hombres de mar españoles y unos pocos extranjeros (entonces las colonias americanas estaban cerradas a todo tráfico marítimo que no fuera ibérico), ya producía un flujo de ideas, experiencias y expectativas. No digamos cuando posteriormente lo tuvieron con la marinería, oficiales y viajeros de otras nacionalidades que, pese a las restricciones, lograban avizorar mundos diferentes.
En las primeras descripciones de Santiago de Guayaquil hechas por españoles, como el fraile dominico Reginaldo de Lizárraga en 1560, y el licenciado Salazar de Villasante, cuando fue gobernador de la Audiencia de Quito entre 1562 y 1563, ya se destaca la gran diferencia entre los habitantes del litoral y los del interande. Por estas razones es necesario revisar la historia de Guayaquil, para conocer a una sociedad especial y enterarse de su lucha permanente contra lo adverso. Familiarizarse con la constante actitud que busca la superación espiritual y la riqueza material, es entrar a la comprensión del siempre presente espíritu libre y autónomo, fundamento de las transformaciones sociales, políticas y económicas ocurridas en nuestro país.
Como ya conocemos, Guayaquil después de su fundación y luego de una larga búsqueda por un espacio seguro para desarrollarse, debió realizar varios asentamientos, que cada uno de estos respondió a un acto jurídico distinto que demandaba cada posición. El 25 de julio de 1547 fue asentada en la cumbre del cerro Santa Ana posición que les permitía avistar con tiempo al enemigo y prepararse para la defensa.

En 1590 la ciudad aun permanecía en la cumbre de los cerros, hecho que está debidamente anotado en la descripción de fray Reginaldo de Lizárraga, pues asegura “que toda la vecindad estaba poblada en la plaza de arriba donde se hallaban la casa del cabildo y la Iglesia Mayor.” Según las primeras normas que regían al cabildo promulgadas en Lima en 1598, el Ayuntamiento debía reunirse los días martes y viernes de cada semana, y la asistencia de los capitulares era obligatoria, por lo que cada falta injustificada era penaba con diez pesos de multa.
En 1636, este capítulo fue modificado, limitando cada sesión solo a los viernes. La razón de esta modificación a la ordenanza que ordenaba hacer cabildo dos veces a la semana era bastante aceptable y justa, pues, aparte de que la ciudad estaba muy extendida y había mucha dificultad para comunicarse entre los barrios durante el invierno, había que subir el empinado cerro. Por tanto los capitulares argumentaron que “por ser la tierra enferma y el invierno tan penoso y al tiempo y cuando se despacharon las dichas ordenanzas toda la vecindad estaba poblada en la Plaza de arriba donde estaban las Casas del Cabildo y la Iglesia Mayor, y la continua asistencia del corregidor era en la dicha parte, y toda la ciudad y el corregidor se has pasado a la población de abajo, con que es muy grande trabajo y penalidad el subir dos veces cada semana a hacer cabildo”.
Pero hay algo que resultaba indispensable para el orden y desarrollo del trabajo de la sociedad: un reloj para regular las horas de trabajo, cambios de guardia, horas de zarpe de las embarcaciones. Las corridas de toros en la Plaza de Santa Catalina y Santo Domingo, peleas de gallos, las comedias en la Iglesia Matriz, etc. Es verdad que los recursos de los vecinos para conocer las horas iban desde el canto del “ollero”, con mucha aproximación a las seis de la mañana y a las seis de la tarde a la proyección de la sombra de árboles, postes, aun de las mismas casas que a lo largo del tiempo habían aprendido a identificar.
De todos modos había el recurso del reloj de sol implantado en la plaza de arriba, pero, cuando la ciudad bajó del cerro, era necesario subirlo para ver la hora. Después se intentó ponerlo en la Plaza de Santa Catalina, pero tenía el inconveniente que a partir de las 4 de la tarde el cerro tapaba el sol y no era posible saber la hora, En1603 los frailes Franciscanos establecieron su convento a orillas del estero de Villamar (actual calle Loja) e instalaron un reloj de sol y las horas se anunciaban desde los campanarios del recinto. A partir de 1678, el espacio que ocupada la ciudad resultaba inadecuado para un trazado moderno y en 1693, una parte de la ciudad se desplazó al sur y la otra se mantuvo en las faldas del cerro Santa Ana.
Es en el cabildo celebrado en Ciudad Nueva el 11 de septiembre de 1770, que por primera vez se encuentra una referencia a un reloj destinado al servicio público: “En este cabildo se mandó que el Mayordomo dé los pasos necesarios para un reloj de sol, para que de este modo se alivie la ciudad y que los carpinteros no se aparten de la hora acostumbrada”.
Durante el periodo de Ramón García León y Pizarro (1779-1790), se emprendió en una serie de obras públicas. Muchas de las cuales se mantenían en pie al momento de la independencia. En Ciudad Vieja, por ejemplo, se reconstruyó el antiguo cuartel de milicias, se levantó la cárcel nueva y se inauguró el templo de La Concepción. Se edificó un mercado en la orilla; se rehabilitaron los galpones de la Real Aduana, la Sala de Armas y el viejo matadero. A un costo de dos mil quinientos pesos se refaccionó el muelle de la “Aguardientería”, facilidad portuaria y orgullo de los vecinos.
Entre estos adelantos estuvo la erección de una torre para instalar un reloj público. En la sesión del Cabildo del 7 de enero de 1783, se conoce el pedido del contratista Salvador Sánchez Pareja, de un anticipo de doscientos pesos, para lo cual “se mandó agregar el expediente de la materia y que se trajese para el primer cabildo”. Esta gestión fue resuelta favorablemente, “luego de revisar el expediente formado sobre la colocación de la campana que ha de señalar las horas, y para este efecto se le mandaron entregar doscientos pesos al práctico que se nombró para dirigir la obra, bajo el permiso que presta el señor Gobernador y formal recibo del citado práctico”.
El 8 de marzo de ese año solicitó doscientos pesos más, y el 17 de mayo cuatrocientos pesos adicionales. El Cabildo exigió la exhibición de “las cuentas de la obra de la torre que se le había encargado”, que trasladó al procurador general para su revisión. Como aun faltaba un tramo de la construcción, el 8 de julio de 1783, don Gaspar Ruiz Cano y don Gaspar Gutiérrez fueron designados avaluadores, a fin de que “proceda el Ilustre Cabildo con acuerdo del señor Gobernador, a presentar el correspondiente obedecimiento para dar principio a su ejecución”.
Finalmente en el cabildo celebrado el 8 de agosto de ese año, “se aprobaron las cuentas presentadas por don Salvador Sánchez Pareja, de los gastos impendidos en la obra de la torre que ha sido de su cargo; y se mandó satisfacer el alcance en cantidad de doscientos nueve pesos seis reales que demandó la instalación del reloj público que gobierna la ciudad”.
El aparato era un vetusto y herrumbrado cronógrafo, originalmente instalado en el Colegio San Francisco Javier de los jesuitas que se instalaron en Guayaquil en 1639 y luego de la expulsión de los jesuitas en 1767 por orden de Carlos III, quedó abandonado en la torre del plantel. Viejo y todo, con el limitante de marcar las horas, mas no anunciarlas mediante una campana fue acomodado en su atalaya. El campanero, que habitaba en los bajos de la torre, debía, mediante una cuerda, repicar la campana para anunciar la hora con tanta sonoridad como imprecisión. Arrancado el cordel por el uso, la comunidad hizo una colecta de “tres mil maravedíes para compra de una soga para la campana del reloj”.


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