domingo, 26 de mayo de 2019




Los primeros viajeros coloniales


El poblador primitivo del litoral, sólo utilizó la balsa para movilizarse por el mar y los ríos, pues, poco o nada conocía de construcciones navales. Realmente, con la sencillez de la balsa no necesitó de ellas, a excepción hecha de un bongo de madera de ceiba que utilizaban los pescadores prehispánicos.
Las primeras crónicas sobre la balsa como medio de transporte, aparecen con el arribo a Quito de Vaca de Castro, gobernador del Perú en 1541, quien también utilizó este medio para dirigir correspondencia de Guayaquil a Piura y viceversa.
Fray Vicente Valverde, obispo del Perú, religioso que presenció y avaló la ejecución por estrangulamiento de Atahualpa, también utilizó una balsa para desplazarse desde Tumbes a Guayaquil. En el trayecto se detuvo en Puná para “evangelizar”, en realidad para cumplir órdenes de Pizarro, quien había conocido la existencia de un gran tesoro oculto. En su búsqueda, el fraile cometió toda clase de tropelías con los indígenas y, sospechando que se hallaba en la base de la colosal estatua de piedra que simbolizaba al dios Tumbal, la derribó.
Fue capturado y al poco tiempo asesinado, de quien se asegura que, en acto de canibalismo fue devorado vivo en venganza de sus abusos y degustado con placer y sabor a venganza por los súbditos del cacique Tomalá. “Como la ysla de la Puna que es de su Majestad y la provinçia de Guayaquil se avian alçado y revelado contra el serviçio de su Majestad y avian muerto al Obispo Don Fray Vicente Balverde e a Liçenciado Velazques y a otras personas” (Información de servicios hechos en las provincias del Perú, por Hernando Alonso Olguín veçino de la ciudad de Puerto Viejo. Archivo General de Indias, Sevilla. Patronato 110, Ramo 14. F. 18 V v.).
Por este acontecimiento, dice Modesto Chávez Franco, que el vulgo antiguo de nuestra ciudad, se refería a los habitantes de la isla: “¡Anda Puneño come obispo! reproche con que se castigaba la audacia del isleño que pretendiera cobrar tres sucres por el ciento de chirimoyas y medio peso por un mal puñado de camarones”.
Como hemos visto en el documento transcrito que se incluye, en el mismo viaje que Valverde, llegó a Puná el factor licenciado Diego Velásquez, servidor de Pizarro, que tenía la misión de elegir un lugar para la erección de un astillero. Su informe, que consta en una carta dirigida desde Puná a Francisco Pizarro en 1547, es el documento más antiguo que hace referencia al astillero de Guayaquil, en el cual expresa la certeza de poder construir galeras en Puná: “la opinión de muchos caballeros servidores de Vuestra Señoría que por aquí han pasado, es que vuestra Señoría ha de mandar hacer galeras. Si así fuere y vuestra Señoría fuere servidor, aquí en la isla de la Puná las podemos hacer, donde creo yo daré el mejor recaudo que pudiere, y diligencia no me faltará para servir a vuestra Señoría”.
El licenciado Vásquez, inocente de las intenciones del obispo Valverde, también murió asesinado por los puneños, sin llegar a ver siquiera los comienzos de la construcción naval en Guayaquil.
En 1542, luego de resistir el asedio de punáes y chonos, los guayaquileños dirigidos por su teniente de gobernador capitán Diego de Urbina, huyeron río abajo en 20 balsas al mismo lugar en que Benalcázar asentó por primera vez la ciudad, esto es al lado del poblado indígena Guayaquile. En 1546, ante la rebelión de Gonzalo Pizarro, el pacificador Pedro de La Gasca S.J., llega a Puerto Viejo y desde Daule se traslada a Guayaquil para someter a los rebeldes. En abril de 1547, por órdenes de él, el procurador capitán Francisco de Olmos, ajustició al pizarrista rebelde, teniente de gobernador de la ciudad, Manuel de Estacio.
Por temor a represalias de los pizarristas, el capitán Rodrigo Vargas de Guzmán organizó la huida de los 150 vecinos de Santiago de Guayaquil, sus animales y pertenencias, hasta la orilla opuesta del río. Última mudanza que sufrió la ciudad a la cumbre del cerro Santa Ana. Una vez cumplida su misión, La Gasca se trasladó en balsa hasta Tumbes acompañado del hijo de Vargas.
En 1562 la ciudad recibió la visita del corregidor licenciado Juan Salazar Villasante, quien para cubrir la ruta hasta Quito; primero utilizó una balsa hasta Babahoyo, y de esta a Quito en una caravana de mulas. De aquel viaje del nuevo corregidor, nació la más completa descripción que se ha hecho de este medio de transporte durante la Colonia: “Por este río, arriba hasta el Desembarcadero que hay diez y nueve leguas, se va en unas que llaman balsas, en lugar de barcos, y son como palos grandes atados unos contra otro, ni mas ni menos que la escalera de una carreta, digo como una carreta quitadas las ruedas, salvo que van los palos juntos; el de en medio es mas largo y es la proa de la balsa, en la cabeza del cual va siempre gobernando un indio, y a los lados van cada tres, o cada dos o cada cinco indios, según son las balsas y la carga que llevan”
En el acta del Cabildo de Guayaquil del 25 de mayo de 1610 consta el relato del célebre viaje en balsa hasta Piura, del entonces obispo de Quito, don Diego Ladrón de Guevara, por haber sido nombrado Virrey del Perú. “Desde el pueblo de la Ojiva, en una balsa lujosamente aparejada, como nunca antes se había sido visto, fue transportado con toda su familia y equipaje a esta ciudad y de ella hasta el Salto y puerto de Tumbes”.
Otra relación transporte en una balsa ricamente acondicionada ocurrió en 1719, cuando fue transportado desde la isla Puná hasta Babahoyo, para desde allí continuar a lomo de mula hasta Santa Fe, de quien fue el primer virrey de Nueva Granada, el Conde de la Cueva.
No podemos decir que la balsa desapareció como medio de transportación fluvial en el Guayas. Ni siquiera que dejó de ser útil, pues, hasta mediados del siglo XX aun se las veía viajando con la corriente. Se mantuvo vigente para otros fines, como el transporte de agua para ciudad en grandes barricas de madera; arena que recogían de los bajos, ladrillos para las construcciones, o piedra azul extraída de las canteras de Pascuales, labrada para empedrar las calles, etc. Lo que si ocurrió, al igual que sucedió con otros medios de navegación de posterior aparición, fue que perdió importancia.


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