Múltiples mudanzas y asentamientos de la Guayaquil trashumante
Al comenzar el año 1536, los aguerridos chonos atacaron Santiago, destruyeron el poblado y acabaron con la vida de un número cercano a la mitad de los vecinos. Diego Daza, con unos pocos, subió a Quito para pedir auxilios. Antes del 24 de marzo de ese año, Diego de Tapia abandonó Quito y en pocos días llegó con refuerzos a Santiago, donde permanecieron por cuarenta días. Luego de feroz lucha, fue derrotado Tapia y abandonó la ciudad.
Ante este descalabro, Pizarro que se encontraba en Piura, en junio de 1536 comisionó a Hernando Zaera para someter a los indios y reconstruir la ciudad. No existe documentación para probar si realmente lo hizo y dónde la estableció, pero a fines de agosto tuvo que abandonar la empresa, pues, bajo amenaza de muerte debió correr en socorro de Pizarro, que estaba sitiado en el Cuzco por Manco Inca y lo que quedaba de los ejércitos incaicos. Antes de partir dejó como justicia mayor a Rodrigo Vargas de Guzmán.
Al retirarse Zaera, por la inseguridad de la posición, unos vecinos huyeron a Quito y otros a Puerto Viejo, debilitando seriamente las defensas. Aliados los Punáes, y chonos cercaron la ciudad. De esta reducida tropa, se envió una partida a pedir ayuda a Portoviejo, pero los emboscaron al cruzar el río Baba, “e allí y un estero del dicho río nos mataron siete españoles e siete caballos e yeguas entre las cuales me mataron e perdí una yegua castaña mui buena que yo llevava (sic)”. Información de servicios hechos en las provincias del Perú, por Hernando Alonso Olguín vecino de la ciudad de Puerto Viejo, Archivo General de Indias.
Los pocos hombres de la defensa, se reagruparon formando un cerco de protección y durante cuatro meses se defendieron de la furia de los indígenas; padecieron hambre y frecuentes ataques, a tal punto que no podían abandonar las armas. Finalmente Rodrigo Vargas logró el auxilio de veinte hombres y con los vecinos, “contuvo el orgullo de los bárbaros, escarmentándolos, de tal suerte que hasta hoy no han vuelto a rebelarse”. Informe del Procurador General, Juan de Robles Alonso, al rey, destacando los servicios que Guayaquil había prestado a la corona desde su fundación, presentado el 18 de noviembre de 1775, que consta en actas del Cabildo. Después de esta acción Vargas de Guzmán, levantó la ciudad en un lugar conocido como la Culata. El invierno había comenzado, dificultando aun más las cosas para dominar al enemigo, y más remota la posibilidad de recibir auxilios, pues luego de tantos avatares seguramente los daban por muertos.
Superado el sitio impuesto a Pizarro por Manco Inca, Francisco de Orellana fue enviado para pacificar la provincia y repoblar Santiago, cuya población, pese a la enconada lucha que habían sostenido aún sobrevivía. Comisión que cumplió antes de terminar el año 1537, mudándola “donde vienen los navíos junto a ella”, esto sugiere una profundidad del río que solo se podía encontrar en un lugar al norte del cerro Santa Ana. Este es el momento que Orellana intenta pasar por fundador de Santiago de la Nueva Castilla. Una vez cumplida esta nueva mudanza dejó como alcalde a Juan Porcel y partió al Perú. Luego de participar en la batalla de Salinas (abril 26 de 1538), volvió a Lima y fue designado alférez real, poco más tarde como teniente de gobernador de Santiago de la Culata se embarcó en Paita con refuerzos del Perú.
Nótese que en todas las mudanzas que sufrió la ciudad, prevaleció el nombre de Santiago, lo cual indica, en forma indiscutible, que la ciudad de Santiago de Quito, y Santiago de Guayaquil son la misma Santiago que adoptó el topónimo de los distintos lugares en que debió asentarse: Santiago de Amay, Santiago de la Culata, etc. Más adelante, Orellana, designado teniente de gobernador de Puerto Viejo, esquilmó a los indígenas, amasó una fortuna y en 1541 partió a su aventura amazónica.
Esto fue aprovechado por los chonos y punáes que atacaron la ciudad. En mayo de 1542 el capitán Diego de Urbina, la movilizó y buscó refugio entre los huancavilcas “que son gente de paz”. Tras un año de lucha aplastó la rebelión y restableció a Santiago donde originalmente la había dejado Benalcázar, esto es Guayaquile. Desde entonces se la conoce como Santiago de Guayaquil.
Este traslado de la ciudad de Santiago a la Costa, “con su nombre”, es un hecho comprobado y fácil de entender por cualquier persona, por eso llama la atención que se diga que Quito fue fundada tres veces: el 15 de agosto de 1534 como “ciudad” de Santiago de Quito; trece días más tarde, el 28 de agosto, como “villa” de San Francisco de Quito y finalmente, el 6 de diciembre de ese año. Esto quiere decir que los españoles estaban locos. Pues, a los trece días de fundada como ciudad de Santiago la bajan a la categoría de villa de San Francisco y el 6 diciembre, al emplazarla en el lugar que hoy se encuentra, es otra vez ciudad. Es en 1541 que la villa de San Francisco de Quito, alcanza la categoría de ciudad, solicitada por el Cabildo quiteño a la Corona española.
Luego de esta pequeña digresión, retomamos el tema con el inicio de la guerra civil entre los Almagro y los Pizarro. Hernando Pizarro fue a España para defender ante el rey a su clan acusado del asesinato de Almagro; Francisco Pizarro cayó asesinado el 26 de junio de 1541. Y Gonzalo, el único sobreviviente de esta lucha, temeroso del castigo del rey, se alzó en armas en su contra y se adueñó de los territorios de la Nueva Castilla (Ecuador-Perú). Con este motivo, fue enviado como pacificador Pedro de La Gasca, y con él, el capitán Francisco de Olmos, quien con los hombres leales a la corona vecinos de Guayaquil, el 6 de abril de 1547, ajustició al teniente de gobernador pizarrista Manuel de Estacio. Sirvieron “sus vecinos con grande honra, valor y obediencia al Rey Nuestro señor, en todos los encuentros y alteraciones que movieron contra el Rey y leales vasallos, los tiranos Gonzalo Pizarro, Carvajal y Machuca”. Informe del Procurador General, Juan de Robles Alonso, al rey, destacando los servicios que Guayaquil había prestado a la corona desde su fundación, presentado el 18 de noviembre de 1775 (acta del Cabildo).
Conscientes los guayaquileños de que los rebeldes dirigidos por Pedro de Puelles intentarían someterlos para vengarse de la ejecución de Estacio, los capitanes Francisco de Olmos, Rodrigo Vargas de Guzmán y Toribio de Castro, organizaron una nueva mudanza de la ciudad. Probablemente en julio de 1547, 45 vecinos y una población que no pasaría de 750 individuos, sus animales y menaje, cruzaron en numerosas balsas a la orilla opuesta del río. Ayudados por la corriente llegaron a la playa rocosa de Las Peñas (Olmos continuó al Perú con La Gasca), y con el fin de atalayar al enemigo y protegerse de los indígenas se establecieron sobre el “cerrillo verde con forma de silla jineta”, que es la unión cimera de los cerros de El Carmen y Santa Ana.
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