sábado, 30 de noviembre de 2019


El Perico

El 7 de noviembre de 1885, fundado por el doctor Francisco Martínez Aguirre, circuló en Guayaquil el primer número de este semanario terriblemente satírico, era de formato pequeño, cuatro planas a dos columnas. En su cabezote constaba el grabado de un perico que pluma enristre, avanzaba a pasos firmes; directamente bajo su título aparecía el siguiente lema: “Cada pájaro taje su propia pluma y enristre”, y en la siguiente línea constaba: “Si las aves cantan de diverso modo, según su especie, no se les impida que emitan sus sonidos, sonoros o destemplados, con que el Creador Supremo las dotara, siempre que no perturben la tranquilidad del bosque”. El estilo impecable, la frase a punto y el chiste nada vulgar pero filudo como un puñal fueron sus características. 
“El Perico emprenderá el vuelo de hoy en adelante por la tarde del sábado de cada semana, hasta que lo dejen con vida o lo encierren en sólida jaula, y seguirá dando la pata por el módico precio de un real”, decía en la primera edición. 
También trazaba sus artículos en prosa; y si bien predominaba la mordaz ocurrencia, en el contenían una sesuda y bien cimentada crítica; él mismo hacía los dibujos trabajando magníficos grabados, que eran simultáneamente la revelación del artista y ocurrente caricaturista que indefectiblemente llevaba a la víctima al ridículo, haciendo las delicias de los lectores. El doctor Martínez se complementaba magistralmente con Pepe Lapierre, que como genial versificador improvisaba los chistes, cuyos efectos sentía el gobierno y hacía trinar a funcionarios públicos, que no se atrevían a actuar en contra de los redactores del periódico más popular de Guayaquil.
Cada edición de El Perico era llamada “vuelo”, de allí que al referirse a otro periódico satírico, que circuló antes que éste, titulado Fray Gerundio y que tuvo muerte violenta al publicar su cuarto número. Haciendo reminiscencia de esto, El Perico en su “vuelo cuarto”, cuyas columnas aparecieron enlutadas, decía: “Dedicatoria. Al emprender el vuelo por cuarta vez, recuerdo que Fray Gerundio murió, violenta e inesperadamente, después de su cuarta salida a paseo. Párvulo valiente, sucumbió en su puesto, cumpliendo el noble deber que él mismo se impusiera...”
No obstante los temores del doctor Martínez, El Perico tuvo más larga vida que Fray Gerundio, pues su primera época llegó al número 15 que para aquellos años, en que la vida de cualquier periódico opositor era muy breve, se lo podría considerar como un éxito. Transcurría el tiempo en que el gobierno de Caamaño era acosado por los cuatro costados, y él mismo, el día 6 de febrero, había sido asaltado por un grupo de valerosos hombres con el ánimo de secuestrarlo y llevarlo a las montañas como rehén, en el intento de lograr alguna ventaja para la revolución. También una noche al llegar a Guayaquil había escapado de caer en manos de asaltantes, que luego de un gran tumulto, resultó muerto el intendente de policía del Guayas, coronel Guedes. Hechos que agravaban cada día la situación y provocaban reacciones violentas del gobierno.
Éste último número circuló el 13 de febrero de 1886, en plena actividad revolucionaria; El Perico se vio obligado a suspender su edición y sus editores huyeron para no ser capturados; pero el 9 de diciembre de ese año salió a la circulación el número 16 desde Palenque, tal ejemplar tiene otro grabado en su cabezote, esta vez, es un perico volando con un látigo en la mano izquierda y una pluma tajada en la derecha, que dice: 
“Heme aquí, de nuevo en la arena después de larga ausencia obligada por la más cruda persecución de los implacables y rapaces enemigos de toda ave virtuosa, que tomando a su cargo la defensa de los derechos del pueblo y la honra de la Patria, no rehúsa el peligro y lidia a pecho descubierto contra los pajarracos de conciencia elástica y afilada garra; que adueñados del poder han sacrificado las libertades públicas, en aras de su concupiscencia para que el infortunado Ecuador, marchando a retaguardia sirva de ludibrio a sus hermanos de Sudamérica; quienes más afortunados gozan de los beneficios de los fueros que la civilización moderna, concede a los ciudadanos reunidos para formar república soberana e independiente...”
Luego de la derrota de Alfaro en Jaramijó, fue fusilado Nicolás Infante el 1 de enero de 1885, y más tarde el montonero Crispín Cerezo. El 17 de diciembre de 1886, se publicó la noticia de la derrota de los “montoneros” en el río Tiaone, en Esmeraldas; la captura y posterior fusilamiento de Luis Vargas Torres (20/03/1887). El 16 de marzo de 1887, fue fusilado el soldado Froilán Arriaga. Hechos violentos que conmovieron a la opinión pública enardeciendo aún más los ánimos, por lo que el gobierno trataba de frenar, donde surgían, estas reacciones de la ciudadanía y de la prensa, aplicando medidas de extremo rigor.
El doctor Martínez y José de Lapierre fueron perseguidos, hasta que el primero cayó prisionero y enviado al destierro en Lima, donde permaneció hasta que terminado el período de Caamaño. Al subir al poder el doctor Antonio Flores Jijón, abrió las fronteras patrias a todos los exiliados y perseguidos. 
El 5 de enero de 1889, reapareció El Perico en cuyo primer editorial el doctor Martínez se expresaba así: “¡Alucinación de cerebros debilitados por el hambre del ostracismo! cuando se empeñaban en asegurarme la inesperada aparición de la “Libertad” en el firmamento de la Patria. Este astro hermoso y brillante, tan deseado por las víctimas de la tiranía pasada que sufrían las amarguras del destierro”, agregando, que “convencido de tan hermosa realidad, se aprestaba a emprender nuevamente en sus vuelos El Perico”.
En lo tocante al gobierno de Antonio Flores, podemos afirmar que se respetó ampliamente la libertad de imprenta, y en reciprocidad, la prensa no abusó de ella, desaparecieron de sus publicaciones los insultos, la diatriba y la violencia, su lenguaje se tornó culto y mesurado para bien de la sociedad.
En esta segunda oportunidad, El Perico se editó en la Imprenta Liberal de propiedad del doctor Martínez Aguirre, quien fundó además, el semanario El Átomo. Semanario de las mismas características de formato de El Perico, pero dedicado a la enseñanza cívica y moral de niños y jóvenes, pues durante el gobierno de Antonio Flores, hubo paz y respeto a los derechos ciudadano y no había motivo para atacarlo. 
El Perico alcanzó, en esta vez, hasta el número 11 que circuló el 9 de agosto de 1890. Apareciendo por una tercera época, desde diciembre de 1903 hasta el número 27 que circuló el 20 de agosto de 1904.
El doctor Martínez, fue un notable guayaco que nació en 1850 en Baba, Los Ríos, floreciente cantón residencia de numerosos hacendados del cacao. Recibió su educación primaria en el Seminario de Guayaquil y la secundaria en el San Vicente del Guayas, donde se graduó de bachiller en Filosofía. Su padre lo envió a Europa donde permaneció un tiempo asimilando su cultura, al regreso, desembarcó en los Estados Unidos e ingresó a la ya famosa Universidad de Pensilvania, donde, el 14 de marzo de 1871 recibió el grado de médico cirujano. Retornó a su nativa Guayaquil, viajó a Quito e ingresó a la Escuela de Medicina de la Universidad Central y refrendó el título adquirido en Universidad de Pensilvania.
Desde 1878 hasta 1910, fue catedrático de la Universidad de Guayaquil. En 1897 el doctor Pedro José Boloña fue designado decano de la Facultad de Fisiología y el doctor Martínez fue su asistente de cátedra y profesor de Topografía Anatómica y en 1899 asumió el decanato. Las contribuciones del doctor Martínez para el desarrollo de los estudios médico quirúrgico en la Escuela de Medicina de la Universidad de Guayaquil fueron notables. Y la dedicación con que tomó a cargo
los cursos de Anatomía Topográfica y Descriptiva, y toda su vida profesional fue ejemplar dentro de la afamada Facultad de Medicina de nuestra Universidad.
Fue Senador por Los Ríos en 1901-1903, Ministro de Instrucción Pública, desde 1906 a 1909, Gobernador del Guayas y Ministro del Interior en 1907, Concejal del Municipio Guayaquil, miembro de la Sociedad Protectora del Bombero, de la Sociedad Filantrópica del Guayas, Jefe Político del Cantón Guayaquil, Ministro de Salud 1891-92, Vicepresidente de la Sociedad Liberal Democrática, Miembro Honorario de la Facultad de la Escuela de Medicina, Presidente de la segunda sección del Primer Congreso Médico Nacional.
Esta notable figura pública y padre de la ciudad murió en Guayaquil el 8 de febrero de 1917 a la edad de 67 años. Fue honrado por la Facultad de Medicina y el MI Municipio de Guayaquil, por sugerencia de José Antonio Gómez I, miembro de la Comisión Municipal nominadora de calles, designó como Francisco X. Martínez Aguirre a la avenida principal de la ciudadela Santa Cecilia al norte de la ciudad.

4 comentarios:

  1. Excelente! Aprender más sobre Guayaquil y sus personajes que hicieron historia.

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  2. Buen artículo. Otro fragmento de nuestra historia. Pará esta época, el Dr. Martínez murió a corta edad, solo 67 años. Un vida rutilante sin duda

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  3. Un acierto el haber nominado a una calle con el nombre de este personaje y gracias a su iniciativa. Habrá alguna manera de conocer los nombres de los personajes que tienen las calles de Guayaquil?

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  4. Muy valioso documental escrito por usted, así poder aprender de la historia de la ciudad de Guayaquil, saludos.

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