El asedio de los
libertadores III
El 9 de enero de 1821 se conoció
en Guayaquil lo desastroso de la acción militar, por lo cual, la Junta Superior
de Gobierno convocó urgentemente a todos los padres de familia de los pueblos
principales de los distintos partidos, a fin de reunirlos en la Casa
Consistorial, para que “se abriese acta a efecto de que se comprometieran
defender los sagrados días de la patria”.[1]
Pese a las circunstancias adversas
y a la debilidad militar que los exponía a una reconquista, los guayaquileños
no se acobardaron, reorganizaron al ejército y la ciudadanía de la provincia
acudió a ofrecer sus servicios y entregar el dinero que podía. Luzuriaga
fracasado y Guido, una vez firmado el convenio, desaparecieron del escenario
guayaquileño. Sin embargo, tan pronto San Martín conoció de la derrota de las
armas patriotas en el campo de Huachi, en la goleta Olmedo envió armas y
pertrechos, cuya relación, bajo el título de “Auxilios que ha prestado el
Excmo. Sor. Protector del Perú a la Provincia de Guayaquil”, fue publicada por
la “Gaceta Extraordinaria de Santiago”.[2]
En febrero de 1821, con las vegas
y bancos del Guayas inundados por la temporada de lluvias, y en la seguridad
que Aymerich no se atrevería a acercarse a Guayaquil, Olmedo escribe más
tranquilo a San Martín: “Disipamos todo
nuestro cuidado por esta parte, y llenos de esperanza por la otra, en que V.E.
marcha casi sin obstáculo a Lima, que es el último reducto de la tiranía. El
aspecto de esta provincia es tan diferente del que tenía a principios de este
año, que, lejos de recelar algún peligro, todo nos promete seguridad y la
consolidación de nuestra Independencia (…) No por eso el Gobierno se ha
descuidado en prepararse para cualquier acontecimiento…”[3]
Tal cual lo solicitado por los
patriotas, en diciembre de 1820 Bolívar envió al general José Mires, con un
considerable número de fusiles para organizar un cuerpo de ejército, además, lo
más importante para él, lograr la sumisión incondicional de Guayaquil. Poco o
nada pudo hacer Mires, pues la Junta de Gobierno, con mucha cautela, pero con
toda decisión evitó cualquier forma de compromiso.
En febrero de 1821, Olmedo, a
nombre del Gobierno le respondió in extenso en una carta llena de vaguedades,
que en nada comprometía la autonomía tan deseada de la Provincia.[4]
Así, el 12 de abril de 1821, la Junta de Gobierno firmó con Mires un convenio.[5]
Pero este triunfo sería muy efímero, como veremos más adelante, con la llegada
de Sucre y la plena representación que ostentaba del Libertador, quedaría nulo
y sin efecto alguno.
Bolívar, había instalado su
cuartel general en Cali, desde allí escribió a Olmedo para exigirle el
reconocimiento del Gobierno de la integración de Guayaquil a la República de
Colombia, “Hablo de las comunicaciones que dirijo tanto al Gobierno como al
general Sucre.[6] Por ellas verá Vd. que
exijo el inmediato reconocimiento de la República de Colombia, porque es una Galimatías
la situación de Guayaquil. Mi entrada en ella en tal estado sería un ultraje para
mí y una lesión a los derechos de Colombia”.[7]
Cali era una buena posición pues
le permitía la opción de tomar uno u otro camino para penetrar a Quito: salir
al mar por Buenaventura, que desechó al enterarse de la presencia de la flota
española que ponía en riesgo a sus tropas, o avanzar hacia Pasto por la vía de
Popayán.[8]
En esta ciudad del valle permaneció dos semanas, y de allí pasó a Popayán, en
la sierra, donde confirmó la información que lo alertaba sobre el camino a
Pasto: un terreno difícil y escarpado, cuyo clima inclemente se caracterizaba
por ser muy soleado y cálido durante el día y gélido por las noches.
Además, la recluta de hombres no
era cosa sencilla, las enfermedades y las muertes causadas por la insalubridad
predominante en la ruta, las deserciones estaban a la orden del día, y lo que
es peor, los pastusos eran mayoritariamente realistas y las noticias llegadas
de Guayaquil muy desfavorables. “Así es que, a pesar de mi desesperación y del
desaire que voy a padecer quedándome aquí indecentemente, tengo que quedarme,
sin embargo, para no padecer otro desaire mayor, que será ir hasta el Juanambú
y volverme a venir como los demás que han hecho esta marcha”.[9]
Las malas noticias de Guayaquil,
se refieren a la situación de riesgo en que se encontraba
la Provincia de Guayaquil por la derrota del 3 de enero.[10] El 11 encargó a Sucre el
mando del cuerpo de ejército acantonado en Popayán para que asuma la campaña
del sur. Y el 21 le ordenó marchar hacia Guayaquil. Sucre se encaminó hacia
Pasto y constató que, por lo agreste y malsano del territorio, y las posiciones
inexpugnables que ocupaban las tropas del coronel Basilio García, era imposible
el paso a Quito por tal camino. Como las circunstancias urgían su presencia,
decidió trasladar sus tropas por la vía marítima: “Yo estoy como V.E.
persuadido que la libertad de Quito se adquiere por Guayaquil, infinitamente
más fácil que por Pasto…”.[11]
Y así lo hizo.
Bolívar, no obstante, esta
experiencia de Sucre, optó por tomar ese escabroso camino en la creencia que
esto le permitiría atacar a Quito por dos flancos, él por el norte y Sucre por
el sur. Pero, hombre experimentado y astuto, a fin de evitar el combate en
condiciones tan desfavorables, increpaba y amenazaba al coronel García: “Yo
estoy cansado de las burlas de V.S., y desearía mucho que cesaren nuestras
comunicaciones (…) Es por la última vez que dirijo a V.S. palabras de paz.
Muchos pasos he dado para evitar a V.S., a esa guarnición y al desgraciado
pueblo de Pasto, todos los horrores de la guerra”.[12]
También recurrió a todo tipo de
argucias para engañar y convencer al coronel español Basilio García de
entregarse sin luchar; en contubernio con Santander fraguaron artículos
periodísticos falsos que anunciaban “que la madre patria había reconocido finalmente
la libertad de Colombia”,[13]
no obstante, éste no cayó en el embuste. Finalmente, tras un mes de espera y
después de pedir a Santander “Mande Vd. a Guayaquil cuantas tropas se puedan
embarcar en San Buenaventura en uno o muchos viajes, ordenando a los generales
Torres y Sucre, que guarden una rigurosa defensiva, sin comprometer ni
remotamente la suerte de sus tropas”,[14]
no le quedó otra opción ir en busca del enemigo.
Ante un paisaje imponente, de quebradas, profundos barrancos y
elevados picos cubiertos de nieve, cruzó el río Juanambú y el Domingo de Pascua
se encontró con las tropas españolas atrincheradas en Bomboná al mando del
bravo coronel García. Al rayar el alba, dio la orden de ataque, y al caer la
noche ambos cuerpos continuaban la encarnizada lucha. Y sin vencidos ni
vencedores, el coronel español ordenó el repliegue, al tiempo que Bolívar en
retirada, cruzaba nuevamente el Juanambú, para concentrarse a Trapiche,
abrumado por los varios cientos de muertos y casi mil heridos que había sufrido
en el combate.
Pero Bolívar no cejó en sus amenazas y alardes frente a la
enconada resistencia de las tropas mandadas por García, hasta que “En esas
instancias llegaron noticias desde el sur que informaban que el general Sucre
había vencido a los realistas en Pichincha y había entrado triunfante en Quito.
Ante ello, el comandante español envió dos parlamentarios a manifestarle a
Bolívar que aceptaba la capitulación”.[15]
[1]
AHMCD/1567 -
0000015
[2]
Descripción que aparece publicada en el primer número
extraordinario de “El Patriota de Guayaquil”, publicado el martes 16 de octubre
de 1821: “2 piezas de montaña con su montaje correspondiente, 1.500
fusiles, 100 balas de 24, 100 cartuchos vacíos de 24, 100 balas de 18, 100
cartuchos vacíos de 18, 100 balas de 16, 100 cartuchos vacíos de 16, cien balas
de 12, 100 cartuchos vacíos de 12, 200 balas de 8, 200 cartuchos vacíos de 8,
145 tiros a bala de a 4 de montaña, 150 tiros de metralla de 4 de montaña,
40.000 tiros de fusil a bala, 10.000 piedras de chispa, 50 quintales de
pólvora”.
[3]
Olmedo, Epistolario (Fragmento de carta), Pág. 358.
[4]
Olmedo, Epistolario, Pág. 359-362.
[5]
Vernaza, Recopilación, Págs. 218-220.
[6]
Vernaza, Recopilación, carta a Sucre,
Págs. 223-224.
[7]
Bolívar, Op. Cit., Págs. 612-613.
[8]
Popayán estaba en manos de las tropas de Bolívar antes del armisticio celebrado
en noviembre donde constaba que “La División del Sur conservará el territorio
que haya dejado a su espalda en su marcha a Quito, y conservará las posiciones
que ocupe el acto de la notificación del tratado”. Carta de Sucre al
vicepresidente de Cundinamarca, de octubre 31 de 1820. Archivo de Sucre, Tomo
I, Pág. 190.
[9]
Bolívar, Op. Cit., Págs. 632-634.
[10]
Abel Romeo
Castillo, El Patriota de Guayaquil,
sábado 9 de junio de 1821.
[11]
Carta de Sucre a Santander, 02/04/1821, De la Rosa, A. E. Págs. 202 – 203, en
Jorge G. Paredes M., Op. Cit., Pág.
13.
[12] Bolívar, Op. Cit., Págs. 636-637.
[13] Gerhard Masur, Op. Cit., Págs. 394-395.
[14]
Bolívar, Op. Cit., Págs. 580-582.
[15]
García Hamilton, Op. Cit., Pág. 217.