lunes, 8 de octubre de 2018




De la independencia a la libertad: un gobierno electivo I
Bajo el ilustrado genio y guía de José Joaquín de Olmedo, y por el esfuerzo y sacrificio de los pobladores de toda la Provincia de Guayaquil, se alcanzó su independencia y libertad el 9 de Octubre de 1820. En la proclama, Olmedo hace un llamado a la fraternidad: “Orden, unión y amor fraternal: Americano o español que ame la patria es nuestro hermano. La opinión es una y general; sostenedla firmes y cerrad entrada a todas las sugestiones de la discordia”.[1]
A pocas horas del triunfo de la revolución el vecindario fue convocado a celebrar un cabildo abierto y “por voluntad del pueblo y de las tropas” se proclamó a Olmedo como Jefe Político.[2] Y una vez juramentados los patriotas que mayoritariamente habían formado parte del Cabildo colonial,[3] celebraron un acto religioso, y “volvieron a las Casas Consistoriales los mismos señores del Ayuntamiento y unidos con los señores de la Junta de Guerra acordaron que era preciso e indispensable se estableciese una junta provisional de Gobierno”.[4]
Concluido en el Cabildo este sencillo, pero trascendental acto, Olmedo, el padre de toda la patria ecuatoriana, proclamó el acto de libertad cumplido el 9 de Octubre:
“Guayaquileños:
El hermoso estandarte de la patria tremola hoy en todos los puntos de esta plaza; un orden sin ejemplo ha reinado en la mutación de gobierno, ningún crimen ha manchado el alma generosa de los hijos de la Libertad”.
“Guayaquileños:
La naturaleza ha privilegiado nuestro suelo; malas leyes lo habían esterilizado; pero ahora el soplo del germen de la libertad empezará a cubrirla de flores y frutos. Orden, unión, amor fraternal. Americano o español que ame la patria es nuestro hermano. La opinión es una y general, sostenedla firmes, y cerrad la entrada a todas las sugestiones de cobardía”.[5]
Al día siguiente, como Jefe Político dispuso la organización de la División Protectora de Quito,[6] y en cabildo abierto convocó a la reunión del Primer Colegio Electoral, asamblea popular de constitución y antecedentes coloniales, cuyos diputados debían ser elegidos por pluralidad de votos y admitidos en la elección las cabezas de familia, exceptuando los esclavos. Tal convocatoria implicaba que cada uno de los partidos (entiéndase como los cantones de hoy) en que se dividía la provincia, debía elegir sus representantes.
Las principales disposiciones fueron las siguientes: “1.- Que se instale en esta ciudad, como cabeza de Provincia, una Junta compuesta de los diputados elegidos por cada pueblo en la forma que se dirá”.
“4.- Que todo juez de partido, luego que llegue a sus manos la orden que le comunique el señor Jefe Político interino, convoque en todo el partido, a todos los que sean cabezas de familia, para que, en el primer día festivo, elijan sus diputados, a pluralidad de votos, y que nadie sea rechazado”.
“5º Que el Pueblo de Samborondón elegirá, dos; el de Babahoyo, dos; Baba, uno; con Pimocha, cuatro; el de Puebloviejo con las Ventanas, dos; el de Palenque, uno; el Estero, uno; el del Balzar, uno; el de Daule, cinco; el de Santa Lucía, uno; el de Yaguachi, dos; Balao con la Puná, uno; Naranjal, uno; Machala, tres; el Morro, dos; Chongón, uno; Colonche, uno; Chanduy, uno; Punta de Santa Elena, dos; Jipijapa, cuatro; Montecristi, dos; Charapotó, uno; Pichota, uno; Portoviejo, dos; la Canoa con Chone, uno; y la Ciudad de Guayaquil, diez y seis.[7] Observemos que la Asamblea no se constituyó en base a una mayoría de citadinos.
Este hecho dice todo acerca de Olmedo, su voluntad de conformar un gobierno representativo y plural, expresa a plenitud su espíritu republicano y liberal, quien, con una apertura totalmente extraña para la época, plantea a los pueblos elegir libremente sus diputados para el gran evento político que se avecindaba, y todo esto, con una reglamentación previa. Cuarenta y cinco representantes fueron los elegidos por los padres o cabezas de familia de cada pueblo o cabecera de partido de la Provincia, a los cuales se sumaron dieciséis de la capital, la flor del pensamiento liberal guayaquileño.[8]
Esta participación de los sectores sociales de la región incluía a los caciques indígenas, lo cual, indica la presencia de un espíritu democrático nunca antes visto en América, ni siquiera en la primera constituyente de los Estados Unidos. Fue una acción integradora que rompió taras y limitaciones sociales impuestas por la corona española.
“Guayaquil, octubre 20 de 1820.
Con el motivo de haber recibido un oficio del Jefe Político, el señor don José Joaquín  Olmedo de fecha 11 del que nos gobierna, con acuerdo del Señor Comandante General de las Armas don Gregorio Escobedo, en que me comunica haber Proclamado el pueblo en unión de las tropas de la independencia para que lo publicara por Bando y juntamente juramentar a todos los vecinos de este pueblo de mi mando, lo que ejecuté incontinenti el día 15 del mismo con toda la solemnidad acostumbrada pues todos han quedado llenos de complacencia y regocijo como se han demostrado con sus alegrías que han tenido”.
“Agrega, además, que el primer día festivo haga una junta de todos los vecinos que reconozcan familia para que a pluralidad de votos nombren un Diputado para que pase a esta ciudad de los cuatro sujetos que se van ha nombrar por elección de los pueblos para el nuevo Gobierno, lo que platiqué el mismo día 15 como se me ordena: Ysalio Clesto, Don Gregorio Santa Cruz, el que pasaría para esa antes del día 8 del entrante mes a prestar su voto a nombre del pueblo por conveniente. Todo lo que participo a vuestra señoría de mi pronto cumplimiento para su inteligencia.
Dios Guíe a Vuestra Señoría Muchos Años. Naranjal y octubre 18 de 1820. Juan Manuel de León y Baldes”.[9]
El 8 de noviembre de 1820, al cumplirse, por voluntad de sus hijos, una de las primeras transformaciones democráticas en América, se alcanzó la libertad y la autonomía de la Provincia Libre.[10] Mientras se reunía la Asamblea Legislativa que elegiría un gobierno definitivo, Olmedo, el civilista, fiel a su ilustración democrática y republicana, como presidente del Ayuntamiento Constitucional manejó los hilos de la política y eliminó el absolutismo practicado por la administración militar de Gregorio Escobedo, quien, además, venía hostilizando constantemente al Colegio Electoral.[11] Evidenciando que no se trataba de una acción salida del conglomerado social, sino del gobierno de una sola persona.
Esta medida permitió dejar en manos de la Asamblea la creación de un gobierno que además de la organización de la administración pública, atendiese sin interrupciones la movilización militar requerida para afirmar y defender la libertad, y como acción inmediata, emprender la campaña emancipadora de Quito.
Continuará



[1] Mariano Fazio Fernández, Op. Cit., Pág. 92
[2] En la ciudad de Santiago de Guayaquil, a nueve días del mes de octubre de 1820, y primero de su independencia, reunidos los señores que le han compuesto (…) dijeron: que habiéndose declarado la Independencia por el voto general del pueblo, al que estaban unidas todas las tropas acuarteladas (…) debía primeramente recibirse el juramento al señor Jefe Político que se ha nombrado y lo es el señor Doctor Don José Joaquín de Olmedo por voluntad del pueblo y de las tropas”. Esta voluntad consta en el acta de la Independencia de Guayaquil.
[3] Al 9 de Octubre de 1820, el Cabildo guayaquileño, centro de la conjura, estaba compuesto por: Rafael María Ximena, José María Villamil, Diego Noboa, Luís Fernando Vivero, Vicente Espantoso, como electores de alcaldes; Gabriel García Gómez, de regidores; José Joaquín Olmedo, José Antonio Espantoso, José María Maldonado, Francisco Marcos, entre otros.
[4]  Acta de la Junta Provisional de Gobierno, de octubre 14 de 1820, AHMCD/1567-0000002
[5] José Joaquín de Olmedo, Poesía-Prosa, Biblioteca Ecuatoriana Clásica, Quito, CEP, Pág. 429, 1989.
[6] Concentraron su esfuerzo en irradiar la libertad a todo el territorio interandino. Volcaron sus recursos para cumplir con el proyecto continental que concentró los afanes de los libertadores del sur y del norte. Ambos casos demandaron grandes sacrificios humanos y económicos de todos los habitantes de la Provincia Libre, sin excepción, también de Cuenca, Riobamba y Ambato. La leva de hombres, la confiscación de semovientes y ganados, afectó a gran parte de la población rural, fue un sacrificio colectivo que demandó mucho dinero y grandes trastornos sociales. El soporte financiero de la Provincia Libre y la vida trastocada de muchos pueblos convertidos en centros de reclutamiento, y adiestramiento, son hitos que nos dan una idea del sufrimiento que significó la lucha libertadora generada desde Guayaquil.

[7] Copia textual tomada de la Revista del Archivo Histórico del Guayas Nº 2, Guayaquil, AHG, Págs. 74-75, 1972.

[8] Es entonces cuando el civilista, creador y forjador de nuestro Ecuador liberal y republicano, asume su papel histórico. La independencia ganada habría sido un triunfo incompleto si no se la estructuraba y perfeccionaba, con la reunión de un cuerpo legislativo regulador de la vida de la comunidad.

[9] Designación de Gregorio Santa Cruz como representante de Naranjal. MMG, documento Nº 153, DH Nº 4 1820, carpeta Nº 78.

[10] La Junta Superior de Gobierno quiso perennizar el acontecimiento y acordó fijar en la Sala Capitular, una placa inscrita en grandes caracteres con la leyenda: “GUAYAQUIL INDEPENDIENTE EN 9 DE OCTUBRE; GUAYAQUIL LIBRE EN 8 DE NOVIEMBRE DE 1820”. Posteriormente, ya en la República esta fecha fue reconocida como El Día de la Provincia. Y a solicitud del Archivo Histórico del Guayas, la M. I. Municipalidad de Guayaquil, en su sesión del 1 de noviembre de 2000 resolvió consagrar y declarar el 8 de Noviembre de 1820 como “DÍA DE LA AUTONOMÍA HISTÓRICA DE GUAYAQUIL”.
[11] “Esta hostilidad es todo un símbolo de la vida republicana de Hispanoamérica: la representatividad popular, la legalidad, de un lado; la fuerza de las armas, el espíritu militarista, del otro”. Fazio, Pág. 94.

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