miércoles, 27 de junio de 2018

9 DE OCTUBRE DE 1920
Parte final

Olmedo se enfrenta a Bolívar y se opone al sometimiento de Guayaquil a Colombia a como diera lugar. Pero lo enfrenta no con armas, sino con los postulados que figuran en el Acta de Independencia de Guayaquil y en el Reglamento Provisorio de Gobierno (Anexos). El 17 de marzo de 1821 escribe al Libertador, diciendo,”la provincia de Guayaquil está dispuesta a sostener el voto de ser libre; y no lo está menos a cooperar con todas sus fuerzas a la hermosa causa de América, excitada por sus propios sentimientos y estimulada por el sublime ejemplo que le han dado los pueblos de Colombia“.[1]

Bolívar, moviliza bajo su mando 3000 soldados de elite del ejército colombiano, veteranos de cien batallas. Aplicando una conocida táctica militar deja en Babahoyo una retaguardia de 1300 hombres, viaja a Guayaquil y frente a los 1700 restantes la somete manu militari a Colombia. Olmedo, humillado y calumniado por los bolivarianos, luego de ser testigo indefenso al uso de la fuerza contra una sociedad progresista, liberal y amante de la libertad, abandona su amada ciudad. 

Sometida al centralismo propio de la concepción administrativa de Bolívar, Guayaquil sobrevivió bajo una clase militar que había sido guerrera exitosa, pero incapacitada para gobernar eficientemente.La frecuentes y violentas exacciones aplicadas para mantener la guerra en el Perú, las levas impuestas a punta de bayoneta y las cargas tributarias exageradas,[2]aumentaron el odio hacia Bolívar.

Con Sucre convenientemente asesinado. El 14 de agosto de 1830 se reunió en Riobamba la Asamblea Constituyente ecuatoriana, y consagró a Juan José Flores como primer presidente de la nueva república.En noviembre 9 de 1830, Bolívar escribió a Juan José Flores desde Barranquilla; un verdadero vaticinio de los problemas que le acarrearía la presencia de Vicente Rocafuerte en el país. 

Tiene “las ideas más siniestras contra usted y contra mis amigos. Es capaz de todo y tiene medios para ello. Es tan ideático, que habiendo sido el mejor amigo mío en nuestra juventud y habiéndome admirado hasta que entré en Guayaquil, se ha hecho furioso enemigo mío, por los mismos delitos que usted ha cometido: haberle hecho la guerra a La Mar y no ser de Guayaquil (…) Es el federalista más rabioso que se conoce en el mundo, antimilitar encarnizado (…) Si ese caballero pone los pies en Guayaquil, tendrá usted mucho que sufrir y lo demás, Dios lo sabe”.[3]

Flores sustentó su gobierno, permanentemente acusado de corrupción, en una fuerza de ocupación constituida por tropas extranjeras, que asaltaban y asolaban especialmente los campos serranos, inspirando en el pueblo “una mezcla de suspicacia, resentimiento y hostilidad”.[4]Apenas dos años habían transcurrido con Flores en la presidencia, y su desprestigio e impopularidad eran tales, que la oposición creció rápidamente. 

La Sociedad El Quiteño Libre, empeñada en estimular los ánimos, creó una hoja periódica a fin de mantener la efervescencia política previa a la lid parlamentaria que se avecinaba. Notables jóvenes quiteños opuestos a la dominación extranjera figuraban en primera línea, pero quien se destacaba por su inteligencia, agresividad y valor era el coronel inglés Francisco Hall.

En febrero de 1833, después de su larga permanencia al servicio de México, Vicente Rocafuerte llegó a Guayaquil. Se trasladó a Santa Elena para recuperar su salud, pero el llamado que le hiciera la Sociedad El Quiteño Libre de trasladarse a Quito para encabezar la oposición a Flores, pudo más que sus quebrantos. Una vez en la capital, en forma abrumadora fue proclamado diputado por Pichincha al Congreso de 1833, al que asistió el 10 de septiembre como jefe del bloque de oposición, formado poruna minoría republicana ilustrada y dueña de una oratoria fogosa y beligerante.[5]

En la sesión del 14 de septiembre, a la que Rocafuerte no asistió por enfermedad, la mayoría aprovechó para otorgar a Flores las facultades extraordinarias. Como reacción contra este abuso, Rocafuerte, envió una nota juzgando con dureza al Congreso:“Incapaz de ser traidor a mis juramentos, y viendo la imposibilidad de llenar las esperanzas de mis comitentes, mi conciencia y mi patriotismo me imponen el deber de separarme de un Congreso que ha perdido toda su fuerza moral, con la intempestiva concesión de facultades extraordinarias, y que ha cooperado al triunfo de la tiranía militar, sobre la ruina de la Constitución y las Leyes”. 

El 16, en sesión secreta del Congreso se leyó la nota y por considerarla ofensiva Rocafuerte fue destituido.[6]Un acto valiente del guayaquileño y los diputados opositores que les acarreó la extradición y el sufrimiento de violentas medidas inconstitucionales.Por otra parte, el 12 de octubre de 1833 se rebeló en Guayaquil el venezolano comandante Pedro Mena, conocido criminal que integrara en Venezuela una pandilla de asaltantes y ladrones, designado por Flores jefe militar de la plaza.[7]

Junto a las tropas, Mena provocó  saqueos y atropellos en la ciudad, y cuando Rocafuerte viajaba al exilio hacia Lima por la vía de Naranjal, Mena, que se presentaba como defensor de la libertad y de los perseguidos, se dispuso a rescatarlo, pues vio en ello la coyuntura para prestigiar su alzamiento ante la sociedad guayaquileña, profundamente preocupada por sus antecedentes y arbitrariedades.

El 18 de octubre llegó Rocafuerte a la ciudad, y con él la confianza en la seguridad pública. Reunido el Cabildo lo designó Jefe Supremo para neutralizar el poder de Mena. Nombramiento que aceptó por considerar que la sociedad se hallaba en situación peligrosa. Flores con sus tropas se había desplazado a Guayaquil, y 23 de octubre toma la ciudad. 

Mena huyó sin presentar resistencia y se embarcó en la fragata Colombia, que viéndose perdido había requisado previamente. Aquella noche, Rocafuerte asistía a una invitación del comandante de la fragata “Fairfield” de la Marina de Guerra de los Estados Unidos. Al amanecer, con Guayaquil sometido, Flores solicitó al capitán la extradición de Rocafuerte, pero éste la negó por haber este subido abordo como su invitado.

Dos días más tarde, reaparece en Puná un Rocafuerte estimulado por el rencor acumulado hacia Flores y apoyado por los levantiscos chihuahuas, “vuelve a declararse Jefe Supremo, establece su Gobierno en la Puná al frente de 600 soldados con el apoyo de cinco goletas y de la fragata Colombia, verdadera fortaleza flotante de 64 cañones”,[8]importante flotilla con la que impuso un bloqueo a Guayaquil, que afectó notablemente a sus finanzas.

Las cosas empezaron a complicarse para Flores, y sedujo a Mena para que traicionara a Rocafuerte dejando desguarnecida la isla por un día. El 18 de junio de 1834 Rocafuerte fue sorprendido y capturado junto a sus oficiales y arribaron a Guayaquil cargados de grillos como delincuentes expuestos a la pena capital. Sin embargo, ocurrió todo lo contrario, Rocafuerte permaneció preso hasta el 3 de Julio en que, salió libre y triunfante pues convino con Flores la alternabilidad en la presidencia y su designación como Jefe Supremo de Guayaquil.[9]

El 19 firmaron otro pacto para poner término a los males de la Guerra, mediante el cual se unieron en estrecha amistad. “Fue franca y generosa” y los condujo a “trabajar de consuno en el restablecimiento del orden, de la paz y de las instituciones liberales”.[10]Las especulaciones de Flores que la liberación de Rocafuerte acabaría con los Chihuahuas, no fueron sino eso, pues la guerra civil se tornó aun más sangrienta.

El 20 de julio, el astuto y hábil presidente Flores, conforme al pacto establecido con Rocafuerte, dio paso a una alternabilidad en el poder, decretó que “habrá un olvido absoluto y perpetuo de todos los sucesos que últimamente han agitado la República”.[11]Y el 25, “Se establece una autoridad Superior en este Departamento con el título de Jefe Superior Provisorio del Guayas”.[12]




[1]José Joaquín de Olmedo, Epistolario, Segunda parte, recopilación de Aurelio Espinosa Pólit, Quito, Corporación de Estudios y Publicaciones, p. 369, 1989.
[2]Mark Van Aken, “El rey de la noche”, Quito, Ediciones BCE, Pág. 41, 1995.
[3]Correspondencia del Libertador con el general Juan José Flores, 1825-1830, Quito. Pontificia Universidad Católica del Ecuador y Banco Central del Ecuador, Págs. 284-285, 1977.
[4]Van Aken, Pág. 59
[5]Jaime E. Rodríguez O. “El Nacimiento de Hispanoamérica, Vicente Rocafuerte y el hispanoamericanismo, 1808-1832”, México, Fondo de Cultura Económica, Págs. 304-305, 1975.
[6]Neptalí Zúñiga “Rocafuerte: Su vida pública en el Ecuador” Vol. XIII, Quito, Talleres Gráficos Nacionales, Págs. 31-37, 1947.
[7]Dr. Francisco Aguirre Abad, “Bosquejo Histórico de la República del Ecuador”, Guayaquil, Corporación de Estudios y Publicaciones, Pág. 264, 1972.
[8]José María Le Gohuir Raud S.I., “Historia de la República del Ecuador”, Quito, NINA Comunicaciones, Págs. 87-88. 1935.




[9]El resto del país estaba tomado por Valdivieso y los “Restauradores”.
[10]Mensaje de Rocafuerte a la Convención de Ambato, 22 de junio - 22 de agosto 1835.
[11]“El Ecuatoriano del Guayas”, 24 de julio de 1834.
[12]“El Ecuatoriano del Guayas”, 31 de julio de 1834.

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