viernes, 1 de junio de 2018




La constante expresión del rechazo guayaquileño.

Sabemos que la Provincia Libre fue anexada a Colombia manu militari por Bolívar y con el apoyo de unos cuantos guayaquileños encabezados por Vicente Ramón Roca y José Leocadio Llona. [1]A fin de, artificiosamente, dar un respaldo legal a la anexión y obtener el pronunciamiento favorable, primero del Cabildo y luego del Colegio Electoral, el procurador Llona, fabricó el “multitudinario respaldo” de 193 firmas. Con este documento se presentó ante el Concejo en pleno, exhibiendo una representación que pedía la incorporación a Colombia. Al ser analizadas tales firmas que había recogido, se comprobó que, de los 193 firmantes, 78 eran religiosos e hijos de familia, y en sus cuatro sextas partes correspondían a analfabetos. Además, quedó al descubierto, que en el documento constaban tres firmas triplicadas y diez duplicadas. 

Naturalmente, tal representación sufrió el rechazo de los cabildantes, quienes resolvieron que “No siendo la expresión de las ciento noventa y tres firmas de las personas que suscriben la instancia, la que forma el voto libre de los vecinos de esta capital, devuélvase por inconforme al decoro y regularidad con que procede esta Corporación.” [2]Además, la entrada de Bolívar a la ciudad con los hombres de la Guardia, exasperó aun más el odio de aquellos guayaquileños que no tenían el poder de las armas y que rechazaban la forma como la incorporación había sido cumplida. “Así se explica el comentario de Illingworth que. cuando su Excelencia el Libertador entró en la Provincia y fui a su encuentro; el señor (Vicente Ramón) Roca me acompañó en medio de las maldiciones de sus paisanos.” [3]Estas deformaciones de la verdad, con las que se quiso dar un viso de legalidad a la forzada incorporación, provocaron que los guayaquileños apenas en enero de 1823, a seis meses de la fecha de anexión, se manifestaran desafiantes a la fuerza militar, aun con la presencia de Bolívar en el país. El descontento y la crítica constante y el repudio a la acción cometida, se manifestaba públicamente.

El señor Procurador General expuso: que con motivo de las falsas imputaciones que se hacen cada día contra la conducta del pueblo de Guayaquil, en su agregación a la República de Colombia, como también contra S.,E. el Libertador, era preciso que la Municipalidad, como que representa los derechos del público, tomase a su cargo hacer una manifestación que vindique y ponga a cubierto la conducta que se ha observado, y en que se conocerá las justas causas que ha tenido Guayaquil para su agregación. Este Ayuntamiento, penetrado de tan necesario y laudable objeto, comisionó al mismo señor Procurador General, para que formase el plan y obra del manifiesto [4]y que lo presentase al Cuerpo para su aprobación. [5]

“En Guayaquil hubo una conspiración de asesinos para matar y saquear. [6]No mando el parte oficial porque no ha venido aun (...) Aquí el coronel de milicias, Aguirre, quiteño, buen colombiano, ha tenido una disputa sangrienta con la municipalidad por un negocio insignificante. Aguirre prendió a cuatro de los capitulares y los mandó a mi encuentro porque dice que son bochincheros y enemigos de Colombia. No falta una docena de descontentos, porque no les han dado destinos lucrativos, Sucre consultó si debía emplearlos y le aseguraron los hombres principales de aquí, que eran hombres perdidos, viciosos, aunque antiguos patriotas. El hecho es que esta docena de bochincheros ha empezado a moverse desde que vieron la carta de San Miguel, mas no pueden hacer nada porque aquí la democracia hace poco papel, porque los indios son vasallos de los blancos y la igualdad destruye la fortuna de los grandes. Más desean aquí un inca[7]que un libertador: así esté Vd. cierto que no habrá novedad por esta parte. No había comunicado a Vd. esta miserable noticia antes, porque todavía no se ha tenido de la sala de justicia que debe fallar en el negocio de Aguirre contra los capitulares. (...) Yo puse en libertad inmediatamente a dichos capitulares, y ellos se muestran agradecidos de este rasgo constitucional, sin embargo, no he dejado de aprobar en mi corazón el celo de Aguirre, porque siendo quiteño y el jefe del antiguo partido de los Montufar ha mostrado que la gente principal de Quito es fuertemente adicta a Colombia.” [8]

Estas palabras de Bolívar, “conspiración de asesinos” se sustentan en la exageración y en lo falso de su actitud, pues él, lo que buscaba, era destruir todo lo que de alguna manera pudiera significar un peligro potencial a la permanencia de Guayaquil en Colombia. Recordemos que no tuvo ningún escrúpulo en dar cabida a la pequeñez de la calumnia de Llona y Roca, con tal de eliminar del panorama político a Olmedo y a la Junta de Gobierno. Es necesario reparar también cómo explota y estimula las diferencias regionales con la expresión “quiteño, buen colombiano”. Y, al referirse a que lo principal de Quito, es colombianista, cómo privilegia y valora los servicios que su elite prestó para lograr la ansiada anexión. Los complotados, a que se refiere, no eran asesinos, eran capitulares, o sea miembros del Municipio, y tan no era una conspiración “para matar y saquear”, que los cabildantes que no intervinieron, y adversos a los complotados, la califica de “revolución.”

Con motivo de estar entendida esta Municipalidad, que han fugado dos de los más complicados en la revolución que, se intentaba en esta ciudad el día quince por la noche, de este presente mes, en que se hallaba de Jefe de Día el Comandante Peña, habiendo salido de ronda, encontró el cuartel de la Aguardentería muy descuidado, acordó esta Corporación hacerlo presente al señor Intendente por medio de un oficio, a fin de que tome las medidas convenientes; pues, si acaso los revoltosos no consiguieron su fin en el acaecimiento anterior, viendo el descuido y confianza con que se les trata, pondrán los medios más oportunos para lograr su depravados intentos. [9]

La misma violencia e intransigencia que desplegó para incorporar a Guayaquil a como diera lugar, la mantuvo como una constante en el tiempo. Cuando los peruanos, posesionados de Guayaquil, se negaron a desocuparla luego del tratado de Guayaquil, él, el Libertador en persona, marchó desde Colombia al frente de las tropas para recuperarlo. Esta empresa no la confió ni siquiera a Sucre, peor a Flores, el verdadero causante y atizador del fuego de la guerra con ese país. Él era el único capaz de someter a los guayaquileños empeñados en la permanencia de las tropas, que representaban la intención autonomista de La Mar. 
El próximo artículo trata sobre el 16 de abril de 1927, apenas a cinco años de sujeción a Bolívar se produce la primera revolución que buscaba la autonomía de la Provincia Libre.



[1]Ninguno de los dos nombrados, participó  
[2]Acta del Cabildo de Guayaquil celebrado el 13 de julio de 1822, AHG.
[3]Cubitt, en Julio Estrada Ycaza, Op. Cit., p. 521.
[4]El Procurador General era el señor José María Santistevan, quien al no ser aprobado el manifiesto que le encargaron, renunció, Acta del cabildo celebrado el 24 de enero de 1823, Tomo XXX, 1822-1825, AHG. 
[5]Acta del cabildo celebrado el 3 de enero de 1823. Archivo Histórico del Guayas, Tomo XXX, 1822-1825. 
[6]Bolívar, que, a conveniencia de sus ambiciones, acogió sin vacilar las calumnias endilgadas a Olmedo, y lo humilla con la amenaza de un juicio de residencia, no vacila en llamar asesinos y saqueadores a miembros del Cabildo porteño a quienes, a nombre de un Guayaquil frustrado e irrespetado, asumen una actitud de rebeldía. Nótese también lo exagerado y hasta falso de las expresiones de alabanza al “buen colombiano” quiteño Aguirre.
[7]Los incas jamás lograron poner un pie en el litoral, no resistían el calor ni las plagas.
[8]Simón Bolívar, Op. Cit. Vol. I, carta a Santander de enero 30 de 1823, pp. 716-719. No podemos dejar de reparar en los referentes cómo Bolívar privilegia y valora el servicio que las elites quiteñas le prestaron para lograr sus fines.
[9]Acta del cabildo celebrado el 17 de enero de 1823, Tomo XXX, 1822-1825, AHG.

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