domingo, 17 de junio de 2018



Guayaquil en su sitio definitivo 


La situación parecía interminable, 13 años de una serie de mudanzas, construcciones y destrucciones. Era como el juego del gato y el ratón, españoles que abandonaban una posición y reconstruían la ciudad en otra, enfrentados a indígenas que resistían y destruían lo que habían reedificado. Situación intolerable que los conquistadores estimaron que debía terminar y nuevamente trasladaron la ciudad hacia otro lugar, siempre buscando la seguridad y el beneficio de los ríos. 
En efecto, a principios de 1547, llegó a Puerto Viejo el pacificador Lcdo. Pedro de La Gasca para someter la rebelión de Pizarro y destituye al gobernador pizarrista. El 16 de abril de ese año, por orden de La Gasca, el capitán Francisco de Olmos ejecuta al gobernador de Guayaquil, el también pizarrista Miguel de Estacio. Cumplido lo cual, La Gasca continúa su viaje hacia Lima acompañado de Olmos y escoltado por el capitán Martín Ramírez de Guzmán, dejando al padre de este último, Rodrigo Vargas de Guzmán, al mando de la Guayaquil como Alcalde Ordinario.
Temerosos a las retaliaciones que pudiera tomar Pedro de Puelles, teniente de Pizarro en Quito, los guayaquileños consideran la urgencia de mudar la ciudad a un lugar más protegido, preferentemente en la ribera occidental del Guayas. Esta vez no era el acosamiento de los indios el que –como en otras oportunidades– los obligaba a trasladar su pequeño poblado, sino la persecución de sus propios coterráneos.
Pero transportar a todo el vecindario, su menaje y animales no era cosa sencilla, requerían de balsas de un tamaño considerable. Pero ¿cómo construirlas rápidamente si en las inmediaciones de Guayaquil, situado tras la isla Santay, en la ribera oriental del Guayas, nunca existió la madera de balsa por la salinidad del río.
Aunque vigilantes y atentos a la defensa de su ciudad, y pese al temor de un ataque inmediato de Gonzalo Pizarro, no tuvieron otra alternativa que esperar el tiempo que les tomaría talar la mencionada madera en los bosques de Bulubulo o Balzar, donde abundaba.

Hacia cualquiera de los dos destinos, debieron viajar cientos de kilómetros para alcanzar tales bosques naturales, cortar la madera, descortezarla, porque de lo contrario pierde flotabilidad y se pudre rápidamente, luego arrastrarla hasta la orilla de un río con suficiente caudal, armar las balsas y viajar aguas abajo hasta Guayaquil.
Por las grandes distancias que debieron recorrer, la lentitud del viaje movidos solo por las corrientes y el arduo trabajo que debieron realizar para extraer la madera, asumo que les tomó aproximadamente tres meses, después del ajusticiamiento de Estacio (16 de abril de 1547), para construir, adecuar y situar en la ciudad las balsas necesarias para el traslado del vecindario.
Quien conozca bien el comportamiento del Guayas en ese sector, coincidirá conmigo en que, conducidos por el alcalde ordinario, Rodrigo Vargas de Guzmán, se embarcaron los 150 habitantes con todos sus aperos y animales. Navegaron río abajo hacia el sur de la isla Santay y arrastrados por la corriente se arrimaron a la Puntilla (río arriba de Punta de Piedra) en la orilla que actualmente ocupa nuestra ciudad.
En ese punto, los conquistadores esperaron la marea creciente y navegando próximos a la orilla, donde la corriente es más poderosa, subieron y atracaron en la playa de piedra de Las Peñas, en la falda del cerro Santa Ana. “Y pese a la larga búsqueda de un emplazamiento adecuado, el lugar elegido finalmente –la ladera meridional del Cerro de Santa Ana o Cerrillo Verde, en la orilla occidental del Guayas”.[1]

Una hipótesis

El tiempo que debió emplearse para preparar esta fuga masiva, partiendo del 16 de abril de 1547, en que Estacio es ejecutado, hace muy posible que el nuevo asiento de Guayaquil en la cumbre del cerro Santa Ana, por pura casualidad haya sido alcanzado el 25 de julio de ese año. Esta coincidencia finalmente ha beneficiado a la ciudad y evitado una distorsión de fechas históricas. 
Por otro lado, la historiadora Dora León Borja, el 25 de julio de 1963, en diario El Universo, admite que pese a la amenaza, no se mudaron inmediatamente y agrega: “Sin embargo, es solamente en junio de 1547 que los vecinos de Guayaquil –temiendo las represalias de los pizarristas de Quito– trasladan le ciudad definitivamente a su actual emplazamiento”.
Apenas un mes de diferencia existe entre la fecha que rescata la historiadora y julio que sostiene nuestra hipótesis, que admite la posibilidad que pudo haber coincidido el asentamiento de Guayaquil en el cerro Santa Ana con la fiesta patronal de nuestra ciudad, que aun se celebra cada 25 de julio. Hipótesis de difícil confirmación (pero que no deja de ser posible), por cuanto la totalidad del archivo que contenía cien años de documentos, en que debió constar todo el trayecto histórico de la ciudad, desapareció en 1633 durante el incendio de la Casa Consistorial.
Sin embargo, hay un documento que, si bien está fechado 234 años después, es un buen fundamento para creer en tal coincidencia. Este es el acta del Cabildo celebrado en Guayaquil el 24 de julio de 1781, que consta en el libro de actas Nº 21, que comprende desde 1780 a 1783, que textualmente dice lo siguiente: “En este Cabildo se trató sobre la fiesta con que se solemniza el Real Estandarte, en memoria de la conquista de esta ciudad y su Provincia cuya función se verifica el día de mañana veinte y cinco del corriente en que celebra la Iglesia al Apóstol Santiago”.
Me pregunto yo ¿Qué significa aquello de la conquista de la ciudad y su provincia? Nada más lógico de responder que a partir del 25 de julio de 1547, la ciudad quedó definitivamente trasladada y afianzada en un sitio y territorio que tenía una posición segura. Pues, no volvió a sufrir ataques indígenas ni destrucción alguna de parte de ellos. 
Y así establecidos, los guayaquileños, desde este asentamiento estratégico “conquistaron” la provincia al posesionarse de la gran cuenca del Guayas. Y dueños de ambos espacios, a fuerza de trabajo tesonero conquistaron la ciudad y la provincia, iniciando la riqueza que en poco más de doscientos años, convirtió a Guayaquil en la ciudad más importante y rica de la América meridional. 
Desde entonces, utilizando el gran sistema fluvial del Guayas, estructuran la economía del país dominando primero el comercio con la Sierra centro-norte y sur, y posteriormente el internacional. El Guayas y su extensa red fluvial fueron sistema cardiovascular y columna vertebral de la socio-economía de la Audiencia, y la ciudad-puerto de Guayaquil, se convirtió en actora y principal motor de nuestra historia. Icono de la culminación del proceso de independencia iniciado el 10 de Agosto de 1809, de la cultura y las grandes transformaciones sociales ocurridas en el Ecuador.
Los traslados y mudanzas de Santiago realizadas entre su fundación, el 15 de agosto de 1534 hasta el 25 de julio de 1547, no fueron sino un conjunto de actos jurídicos cumplidos en la búsqueda de un espacio seguro para afianzarse y crecer. Fueron emplazamientos fugaces en que los vecinos estuvieron más preocupados por apagar incendios y salvar la vida que por la trascendencia y permanencia de la ciudad.

Progreso y desarrollo de Guayaquil: Breve descripción del itinerario de progreso


Parece ser que a Guayaquil estaba destinado el sitio de su último traslado. Pues no solo adquirió seguridad y tuvo algo de protección por la ubicación estratégica, sino que, además, ha constituido a lo largo de su historia un importante referente que ha ayudado a su consolidación como ciudad de progreso.
Es a partir de esta última mudanza que la ciudad, libre de ataques e incendios causados por los indígenas y convertida en sedentaria sobre el Cerrillo Verde con figura de silla jineta o estradiota, único lugar a propósito para vigilar y protegerse del enemigo, afianzó su estratégico emplazamiento para no moverse de él jamás.
Españoles y criollos buscaron la expansión de sus actividades a base de encomiendas y otras concesiones. A partir de entonces, las probanzas de méritos se convierten en moneda corriente, como elemento principal en la búsqueda de ventajas en la posesión de tierras productivas e indios para trabajar.
Al 15 de agosto de 1534, fecha de la fundación de Santiago, no debe dársele importancia ni trascendencia en el tiempo. Tampoco convertir en objeto de polémica a la mayor o menor antigüedad de Guayaquil respecto de otra ciudad colonial de la Audiencia de Quito. Pues, además de constituir una discusión inútil, el 25 de julio de 1547, además de ser nuestra fiesta patronal no tiene otro significado para Guayaquil que ser el punto de partida de su historia y desarrollo efectivo hasta nuestros tiempos. 
De esta conciliación de fechas, saldrán beneficiados los estudiantes y maestros, pues alejados de la polémica que se ha venido sosteniendo, la enseñanza-aprendizaje, libre de confusiones, se centrará en la realidad de una urbe triunfante a lo largo del tiempo. 
Esta publicación, de ninguna manera intenta confrontar, oponerse o discutir las importantes conclusiones, concreciones e interpretaciones históricas logradas en muchos años de investigaciones por Miguel Aspiazu Carbo, Rafael Euclides Silva, Julio Estrada, y la más profunda y exhaustiva realizada por los académicos Ádam Szaszdi y Dora León Borja de Szaszdi. 
Nuestro propósito no es otro que facilitar a estudiantes, maestros y ciudadanos en general, una herramienta ágil para una buena comprensión de la tan diversa, extensa y controvertida trayectoria histórica que siguió Guayaquil durante los primeros años de su existencia. En otras palabras, es un estudio historiográfico hecho en lenguaje coloquial que simplifica lo escrito especialmente para el real y detallado conocimiento de investigadores. 
Simultáneamente a la “conquista de la ciudad” en la fecha indicada, se produce en Guayaquil un cambio trascendental: deja de ser el puerto de Quito que estableció Benalcázar para la logística que demandaba la conquista del norte y asume su propio destino. En el Libro Segundo de Cabildos de Quito, acta del 11 de marzo de 1549, consta que el Ayuntamiento quiteño a través del pacificador Pedro de La Gasca, solicita a la Audiencia de Lima restituya a Guayaquil en su ubicación anterior. 
“Pedir que por cuanto la çibdad de Santiago se pobló de próximo en el paso de Guaynacaba e para ir e venir se ha de ir con balsas y por ser puerto de esta çibdad le viene daño, pedir que se pueble donde solía, questaba en parte más conveniente para la dicha çibdad e para los pasajeros que vienen a ella e bien de los naturales que en ella sirven”. 

Este acontecimiento, aparentemente sin importancia, es el primer paso de Guayaquil hacia su transformación como ciudad-puerto, en que no solo cumple sus funciones de puerta de entrada y salida de la riqueza comercial que impulsó al país hacia su desarrollo, sino que, siendo rica y punto intermedio entre Acapulco y Viña del Mar, se convierte en plaza y parada obligada al teatro, ópera, y toda expresión cultural que llegaba a los grandes escenarios situados en la ruta. 
Además, numerosos guayaquileños que habían alcanzado la ilustración republicana de finales del siglo XVIII y principios del XIX, cuyo pensamiento los llevó a lograr por sí solos su propia independencia y a constituirse en el centro político-militar que financió y organizó la independencia del Ecuador, fueron el medio por el cual la ciudad asumió la gran cultura venida de Europa por los viajes realizados por los ricos productores y empresarios del cacao. 
“Guayaquil no es solo una fecha fundacional, un santoral y un proceso de mudanzas, es mucho más que eso. Siempre deberemos entenderla como un proceso-producto histórico, geopolítico, socio-urbano, cultural y simbólico. Por eso nacionales y extranjeros han dicho que nuestra ciudad es un destino histórico. Desde esta perspectiva de proyecto inacabado, siempre en construcción, debemos identificarla y pensarla. Pensar la ciudad y sus procesos de cambio es una necesidad y una tarea de ella y nosotros”.[2]





[1]María Luisa Laviana Cuetos, “Guayaquil en el siglo XVIII, recursos naturales y desarrollo económico”, Sevilla, Escuela de Estudios Hispano-Americanos de Sevilla. C.S.I. CCSIC., 1987, p. 29.
[2]Willington Paredes Ramírez en, JA Gómez, “La Fundación de Guayaquil, y su permanencia en el tiempo a partir del 25 de Julio de 1547. Guayaquil, AHG, Pág. 14, 2007.

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