Guayaquil,
ciudad estratégica
Guayaquil, durante siglos, aparte de ser el único puerto desde el
cual fluía tanto el comercio interior como el exterior de la Audiencia de
Quito, había llegado a ser, si no la primera, una de las más importantes
ciudades hispanas del Pacífico sudamericano. Su posición estratégica y financiera,
recursos naturales y humanos, eran de suma importancia. De allí que tan pronto
la Provincia proclamó su libertad, despertó el interés de Bolívar y de San
Martín, quienes urgían de fondos para financiar sus campañas, e iniciarlas
cuanto antes.[1]
Pero como se lee en sus numerosas cartas,
podemos decir que Bolívar consideraba la campaña de liberación de Quito poco menos
que un paseo campestre. “No puede usted imaginarse con que placer me acerco a
la patria de Vd., más por conocer a su digno Jefe que por otro motivo alguno”.[2]
“Este año doy a Vds. libre toda Colombia, si una burla de la suerte no hace
fallar mis empresas. Dos ejércitos tengo ofensivos: el primero, marcha a
Quito”.[3]
El 23 de agosto de 1821, informa a Santander que había decidido
emprender la acción armada sobre Guayaquil para respaldar a Sucre que ya se
encontraba presionando a los guayaquileños por la incorporación incondicional a
Colombia: “Los Húsares de Bogotá deben marchar volando para San Buenaventura
para que sean los primeros que lleguen a Guayaquil, procurando agarrar todo
hombre útil para el arma. Que el comandante los conduzca hasta el puerto y
vuelva (…) Mande Vd. a Guayaquil cuantas tropas se puedan embarcar en San
Buenaventura en uno o muchos viajes, ordenando a los generales Torres y Sucre,
que guarden una rigurosa defensiva, sin comprometer ni remotamente la suerte de
sus tropas”.[4]
El 29 de enero de 1822, desde el cuartel general en Popayán, sabe
que cuenta con un liberado Panamá: “Sin duda una parte del ejército de Colombia,
a las órdenes del señor coronel Carreño, debe haber asegurado ya la suerte de
ese precioso emporio de comercio y relaciones del mundo (…) me lisonjeo que
V.S. prestara todos los auxilios que estén a su alcance para que dichas tropas
puedan inmediatamente salir con todos los elementos necesarios para su marcha y
operaciones debiéndose embarcar para la costa de Esmeraldas o Guayaquil (…) en
los buques de guerra que se puedan conseguir en los puertos del Istmo”.[5]
Las tropas a que se refiere, son aquellas que serían relevadas del
istmo para trasladarlas a cooperar con la libertad de Quito, para lo cual,
debía enviarlas por la vía de Esmeraldas o Guayaquil para encontrarse con las
fuerzas comandadas por él, con las que suponía superar Pasto, para cerrar una
pinza sobre esa capital. A O’Leary, su edecán, con el mismo fin le pide que
instruya del plan de operaciones a los coroneles Fábrega y Carreño, para que la
campaña “tenga relación con la expedición que debe salir de Panamá para
Esmeraldas o Guayaquil”.[6]
Con estos proyectos dispuso la movilización de
fuerzas que estaban destinadas a independizar Panamá, abrir la ruta marítima
para desembarcar en Esmeraldas, y con el apoyo de Cochrane enviar refuerzos a
la ya liberada Guayaquil, para él a la cabeza de su ejército atacar por el
norte y en acción conjunta con las fuerzas al mando de Sucre tomar Quito con un
movimiento de pinza. Sin embargo, estos planes no fueron sino eso, proyectos y
nada más.
Pero la operación sobre Panamá y San
Buenaventura debió suspenderse: “la expedición del istmo no se hará tan pronto
a menos que el Lord Cochrane no tome las dos fragatas de guerra que están en
Panamá”.[7]
Pero la ayuda de Cochrane nunca llegó y las naves españolas que permanecían en
el istmo, ponían en peligro a las tropas transportadas por mar hacia Guayaquil.
Por eso el Libertador asegura a
Santander: “Las cosas de Guayaquil exigen mi persona con la Guardia; aquel es
un caos de ingratitud y mala fe.[8]
Lord Cochrane parecía pronto a servirnos, pero el gobierno de Guayaquil lo ha
disuadido de este designio“.
Efectivamente, Cochrane se negó y evitó ser
utilizado por Bolívar para someter a la
ciudad y la provincia, pues en la visita que hiciera al astillero de Guayaquil
para carenar sus naves, quedó favorablemente impresionado por la forma
democrática de Gobierno que regía en ella.
Pero no fue una disuasión ejercida por los guayaquileños, sino que el almirante
inglés tuvo una clara comprensión de qué era lo que buscaban los guayaquileños
y aspiraban conseguir con su revolución y campaña libertadora. Ante esta
situación Bolívar decidió marchar por Pasto con los resultados anotados.
Mas la llegada a Quito del general Mourgeón y la toma del navío
“Alejandro I”[9]
lo obligan a variar su estrategia y decide llegar a Quito por Pasto: “es preciso hacerlos marchar, volando, volando, y que un
cuerpo de reserva salga para ocupar Pasto, porque la ocasión es favorable y no debemos malograrla de modo alguno. (...) Insto,
insto mucho por la expedición del Sur (...) Valdés debe tener entendido
que es un axioma militar que por donde pasa
una cabra, pasa un ejército (...) por el mapa yo no encuentro nada en él
que sea inexpugnable. Sin duda debe ser la culpa del diseño o del ingeniero”. [10]
Es casi dos
años más tarde, precisamente, cuando quedó entrampado en las alturas de Bomboná, desde el 7 de abril hasta el 9
de junio de 1822, que se percató que no era la omisión de un ingeniero sino la
realidad geográfica que le cerraba el paso. Es al abrírsele, desde el sur, las puertas de Pasto, gracias a la
independencia de Guayaquil, que confiesa a Santander cuan equivocado
estaba en su ligera apreciación: ”Había pensado no escribir a Vd. sino de
Pasto, o del otro mundo (...) Cada posición es un castillo inexpugnable“.[11]
Evidentemente, tenía muy poca información de lo agreste que era el
territorio de Pasto, no así de las condiciones climatológicas y lo malsano de
la ruta de la marcha. “Yo calculo que sacaré de aquí 3.000 hombres; y calculo
que no me vayan al hospital más que 50 hombres diarios, lo que es el mínimo
posible. Calculo que en sesenta días que debemos gastar a Quito mandamos no más
de 3.000 hombres al hospital. ¿Con qué combatimos?”.[12]
En abril, ya en la ruta hacia Pasto, Como dice Alfonso Rumazo
González, “donde se anida lo más tozudo del realismo. Los pastusos son más
monarquistas que los propios españoles y se disponen a cerrarle la marcha a la
revolución republicana”. El Libertador trepa por
“estas engreñadas breñas” toma el campo de Cariaco, rebasa el Juanambú e
instala su cuartel general en Trapiche.
Preocupado por las posiciones inexpugnables que dominaban las
tropas realistas comandadas por el coronel Basilio García y el costo en vidas
que significaría atacar frontalmente, intenta impresionarlo demandando su
rendición, “para evitar a V.S., a esa guarnición y al desgraciado pueblo de
Pasto, todos los horrores de la guerra; pero la medida de obstinación ha
llegado a su colmo, y es necesario, o que V.S., esa guarnición y el pueblo de
Pasto entren por una capitulación honrosa, útil y agradable, o que se preparen
a vencer o morir”.[13]
Bolívar estaba en un verdadero atolladero. Su plan militar había
comenzado y el tenía interés personal en aumentar su gloria, como actor y figura
principal de la liberación de Quito. Pero, “estos hombres son los más tenaces,
más obstinados, y lo peor es que su país es una cadena de precipicios donde no
se puede dar un paso sin derrocarse. Cada posición es un castillo inexpugnable,
y la voluntad del pueblo está contra nosotros, que habiéndoles leído
públicamente aquí mi terrible intimación, exclamaban que pasarán sobre sus
cadáveres”.[14]
Finalmente, emprende la acción militar conocida como batalla de
Bomboná, cuyo final no acusa vencedor ni vencido, pero fue tan grande el precio
que tuvo que pagar por este magro resultado, que volvió sus pasos sobre el
Juanambú a esperar… Bolívar no pudo cumplir su acción
militar sobre Quito, porque evidentemente desconocía la región de Pasto, lo
agreste de las alturas de Bomboná y no contaba con que la feroz resistencia de
los pastusos realistas haría que sus temores sobre una “burla de la suerte”
resultaran ciertos. Sin embargo, no podemos desconocer que la presencia de su
ejército, pese a su inmovilidad obligada, forzó a las tropas realistas a
permanecer parapetadas en sus puestos, impidiendo que Aymerich incrementara las
fuerzas para resistir la marcha de Sucre desde Guayaquil. Finalmente, gracias a
Guayaquil y su gloriosa gesta del 9 de Octubre, se le abrieron las puertas por
el sur.
Es la presencia de las tropas triunfadoras de Pichincha, creadas,
enviadas y financiadas desde Guayaquil, para abrirle las puertas de Pasto, la
que logra que el coronel García y los pastusos se rindan, permitiéndole salir
del entrampamiento en que se hallaba: “A poco de haber recibido en Pasto el Coronel
Basilio García la intimación de Bolívar, supo de la desgraciada batalla de
Pichincha y la capitulación del general Melchor Aymerich, presidente de la
Audiencia de Quito. Viéndose rodeado de enemigos a quienes no podía resistir,
contestó al Libertador que se hallaba dispuesto a capitular con arreglo a las
bases propuestas”.[15]
Entonces, Bolívar se dirige aliviado a Santander: “Este señor se
ha portado muy bien en esta última circunstancia, y le debemos gratitud porque
Pasto era un sepulcro nato para todas nuestras tropas. Yo estaba desesperado de
triunfar y sólo por honor he vuelto a la campaña. Tenga Vd. entendido que mi
intimación fue la que produjo el efecto, pues aquí no se sabía nada de la
batalla de Sucre (la de Pichincha), ni se ha sabido hasta el 1º (de junio). Por
lo mismo no quiero que atribuyan a Sucre el suceso de mi capitulación: primero
por que bastante gloria le queda, y segundo, por que es verdad y muy verdad que
estaban resueltos a capitular sin saber nada de Sucre”.[16]
Está pintado el ego del Libertador: se apropió del éxito de la
jornada, no reconoció que Pasto le cerraba el paso ni que salió del atolladero
gracias a los méritos militares de Sucre el coronel Andrés de Santa Cruz,
triunfadores de Pichincha. “El general Sucre, el día de la acción. No sacó más
ventajas que yo, y su capitulación (la de Aymerich) no le ha dado mucha más ventaja que a mí,
porque, a decir verdad, nosotros hemos tomado el baluarte del Sur y él se ha
cogido la Capua de nuestras conquistas (se refiere al más grande triunfo de
Aníbal en su invasión al Imperio Romano). Yo creo que con un poco de delicadeza
se le puede hacer mucho honor a la Guardia sin deprimir la división de Sucre”.[17] (el
paréntesis es nuestro).
Y por supuesto, jamás admitiría que fue la independencia de
Guayaquil la que dio paso a la batalla del Pichincha, que le abrió las puertas
a Quito. Finalmente, con el camino expedito, abierto por Sucre, escribe a
Santander: “Sucre quedará mandando en Quito, y yo pasaré al Sur con las tropas,
con el objeto de pacificar aquello y de tener la entrevista con San Martín.
Supongo que en esta marcha militar no perderé nada, al contrario, redondearé
Colombia. Según son mis deseos deben ser las probabilidades; porque Vd. sabe
que Guayaquil no es Cartagena, que se defiende con sus murallas, y porque
además yo empleo más la política que la fuerza en las empresas de esta
naturaleza”.[18]
Mediante golpe de mano armada tomó Guayaquil aduciendo que la
Junta de Gobierno pretendía entregarla al ejército de San Martín, pues en 1822
el Perú aun no existía como nación, apenas lo logra en 1824. Y lo hizo sabiendo
de antemano que el propio Protector ya había sido advertido por él y que no
tenía opción alguna. Bolívar requería de la riqueza de la ciudad-puerto y su
facilidad para la movilización de tropas al Perú. Estaba
seguro que Colombia no sobreviviría si dejaba que en el sur subsistiesen los
ejércitos realistas, y para eso necesitaba ser el único líder, requería de la
estratégica posición de Guayaquil, de sus recursos monetarios, alimenticios y
su contingente humano.
[1]
Carta de Olmedo a San Martín, 14 de julio de 1821.
[2]
Carta a Olmedo, 2 de enero de 1822, Bolívar Op. Cit., Págs. 612-613.
[3]
Bolívar, Op. Cit., Pág. 417.
[4]
Bolívar, Op. Cit., Págs. 580-582.
[5]
Bolívar, Op. Cit., Págs. 626-627.
[6]
Bolívar, Op. Cit., Págs. 629-630.
[7]
Bolívar, Op. Cit., Págs. 613-615.
[8]
Con esta expresión, deja en claro su predisposición contra una provincia y su
gobierno, de los cuales era imposible que tuviese otra información que la
procedente de los pro anexión a Colombia, y naturalmente de Sucre. “Solo Olmedo
[9]
Los números extraordinarios el semanario “El Patriota de Guayaquil” publicados
el 18 de febrero de 1822, difundieron el hecho que la corbeta Alejandro, como
capitana de una flotilla de la armada española compuesta por las fragatas
Prueba y Venganza, navegaron hacia el sur desde El Chocó y en el área del golfo
de Guayaquil y en la seguridad de capturar a Bolívar y San Martín, quienes
supuestamente debían reunirse en Guayaquil en ese mes, apresaron tres
embarcaciones de comercio americanas.
[12]
Bolívar, Op. Cit., Págs. 627-629.
[13]
Bolívar, Op. Cit., Págs. 637-638.
[14]
Bolívar, Op. Cit., Págs. 638-640.
[15]
José Manuel Restrepo, desmiente esta pretensión: “Historia de la Revolución de
Colombia”, Tomo IV, Págs. 358-359.
[16]
Bolívar, Op. Cit., Págs. 638-640.
[17]
Bolívar Op. Cit., Págs. 638-640.
[18]
Bolívar, Op. Cit., Pág. 640.