Referentes
políticos de la libertad americana.
El gran impulso del republicanismo,
que se dio en las Cortes de Cádiz[1]
tuvo su oportunidad de manifestarse como propuesta y plasmarse en la
Constitución de la monarquía española promulgada en 1812, fue el fundamento de
la ideología liberal que practicaban destacados españoles como José María
Queipo del Llano, Agustín Argüelles, Joaquín Lorenzo Villanueva, José Canga
Argüelles, Francisco Martínez de la Rosa, entre otros. Pensamiento político
que, desde sus primeros pinitos como doctrina política, ya había recorrido un
tortuoso camino desde el siglo XVII sometido a una larga prueba y a las
exigencias de los países occidentales en plena transformación socio-económica.
Esta ideología liberal, que permitió abolir en España las
instituciones feudales, suprimir el tribunal de la Inquisición, imponer un
control más rígido a la Iglesia e introducir oficialmente la libertad, facilitó
en su momento, a los próceres republicanos de las nacientes sociedades
iberoamericanas, una vasta y rica herencia ideológica que les permitiría
fijarlas en las nuevas estructuras institucionales.[2]
“El pensamiento liberal enraizado en el humanismo renacentista y
en la filosofía individualista del siglo XVIII, fue la espina dorsal, del envolvente
proceso revolucionario que derivó en la independencia de las colonias americanas
y el fundamento político sobre el cual se organizaron los nuevos estados
republicanos en el continente”.
“En la primera fase revolucionaria, las ideas liberales contenidas
en manifiestos políticos, tales como la Declaración de Independencia de los Estados
Unidos (1776) y la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano (1789),
tuvieron gran predicamento entre los caudillos que perseguían la independencia
política y administrativa de las tierras colonizadas”.
“Por el Contrario, en la fase de organización republicana se
advierten tendencias pragmáticas entre los encargados de organizar los nuevos
estados. El respeto a las libertades individuales: igualdad política y social
de los ciudadanos; respeto a la propiedad; libertad de conciencia, de organización,
asociación y expresión; repartición equitativa de los impuestos, injertadas a
complejas realidades socioeconómicas, adquirieron matices propios,
traduciéndose las propuestas liberales en planteamientos reformistas de difícil
aplicación por las características estructurales de la sociedad”. [3]
El proceso
evolutivo de los acontecimientos históricos de
esos tiempos, hicieron que el conjunto de las aspiraciones coloniales se fuera
concretando en buscar la independencia de España. La mayoría de las Colonias al
unísono se rodearon de aspiraciones independentistas del imperio español (como
en España se identificaba al inmenso espacio americano, repartido en
virreinatos, capitanías generales y audiencias), el desarrollo de la lucha por
la independencia fue lento pero constante hasta alcanzar su cometido. La
invasión francesa y sus efectos traumáticos para la Península, la independencia
de los Estados Unidos, la “República Negra” de Haití, el liberalismo defendido
desde las Cortes de Cádiz, y la profusa circulación de la traducción de Los
Derechos del Hombre, ejecutada por el prócer colombiano Antonio Nariño,
proporcionaron la cobertura ideológica para buscar una relación autonómica y
menos dependiente con la Península, cuyos referentes políticos se encuentran en
las ideas de la Ilustración y del Liberalismo.
La
Ilustración, corriente de pensamiento altamente desarrollada en Francia en el
siglo XVIII, idealizó la razón como modo de progreso que traería la felicidad
al mundo. Sus propuestas ligadas al desarrollo tecnológico y a las ciencias
naturales tenían como finalidad el mejoramiento social vinculado estrechamente
con la educación. Y el Liberalismo, como expresión política de la anterior,
preconizaba la centralidad del sujeto en la conquista tanto de sus garantías y
derechos individuales, como políticos, consecuentemente, basados en la
capacidad de elegir y ser elegidos. Sin embargo, fueron ideas que no alcanzaron
a dominar todos los espacios sociales, sino que, por un bajo nivel de
instrucción y cultura, se difundieron solo entre intelectuales, académicos y en
los espacios políticos surgidos de la Revolución Francesa.
Los ideales de la revolución norteamericana, y las ideas filosóficas y
políticas de la Revolución Francesa, junto al juego económico del mundo moderno,
se tomaron el pensamiento colonial español a partir del segundo tercio del
siglo XVIII. Y su influencia fue determinante para que la incipiente
aristocracia de propietarios rurales liberales, semilla de nuestros próceres,
se liberase de la tutela ideológica española y comprendiese la situación
política de la época. A principios del siglo XIX son las ideas de la
Restauración las que ayudan a estimular los sentimientos republicanos y
americanistas de la elite dominante.
Remontando los siglos para hallar
ciertos hechos, tenemos en la Audiencia de Quito la llamada “Revolución de las
Alcabalas” (1592), que de revolución no tuvo nada porque nada transformó, sino
que fue un ruidoso levantamiento y reclamo para que se derogase una ordenanza
que, al crear “más impuestos significaba vida más cara y mayor pobreza”.[4]
En 1780, el levantamiento de Tupac
Amaru en Perú, que durante tres años acarreó “orgías de embriaguez y
homicidios, sacrificando a hombres mujeres, y niños blancos (…) Según se dice,
durante las turbulencias de 1780-3, murieron 100.000 personas”.[5]
El levantamiento de veinte mil
comuneros del Socorro, en Nueva Granada, (1781), que pese a ser un real
antecedente de la independencia colombiana, fue una expresión nacida de la
burguesía autora y gestora de nuestra libertad, que en esos momentos no buscaba
precisamente la independencia, pues, al grito de “Viva nuestro Rey de España,
pero no admitimos el nuevo impuesto de Barlovento”, llegaron a Santa Fe.[6]
Igual significado tuvieron los
movimientos frustrados que se produjeron a partir de 1808, en México, Buenos
Aires, Lima, Chuquisaca, La Paz (julio, 1809) y Quito (agosto,1809), cuya única
finalidad fue respaldar a Fernando VII contra la invasión napoleónica,
llegándose a considerar la posibilidad que el soberano viniese a América a
gobernar el Imperio. Estos últimos antecedentes nos conducen a pensar que la
afirmación que hacen muchos historiadores, especialmente ecuatorianos, que los
levantamientos de los criollos, mestizos e indios ocurridos a lo largo del
periodo colonial hasta 1809, son el principio de la lucha por alcanzar la
independencia, es totalmente arbitraria.
También se
sostiene que hubo partidos políticos en los propósitos independentistas
americanos del siglo XVIII – XIX. Esto tampoco es exacto, pues, en la
independencia de los Estados Unidos (1776), si es que existían, no
intervinieron, ya que eran considerados de efectos divisionistas. Aun en la
época de la Convención Constitucional de 1787, los norteamericanos veían en
estos una especie de camarillas políticas que se formaban para perseguir
intereses egoístas en perjuicio de los intereses generales de la nación.[7]
Igualmente la
Revolución Francesa (1789) no contó, propiamente dicho con partidos políticos organizados pero sí con corrientes ideológicas
identificables, respecto a la forma cómo debía llevarse adelante el proceso
revolucionario: girondinos y jacobinos. Recordemos que al ser convocados los
Estados Generales, las fuerzas organizadas pertenecían aun a la antigua
Francia. Y cuando el 5 de mayo se inauguró la Asamblea, fueron tres los órdenes
establecidos, estado llano, nobleza y clero, los factores dominantes.[8]
Poco se ha
reparado, aunque sí ha sido mencionado por importantes historiadores, un
aspecto de la lucha anticolonial que se dio en América. Es el referido a la
lucha anticolonial y republicana de los haitianos. En efecto, este constituye
un aspecto que no puede ignorarse. Y no se lo debe hacer, porque significa que
está actuando otro factor influyente en el criollismo americano fue el
surgimiento de la “República Negra de Haití” (1790), como un proyecto liberal a
consecuencia de la Revolución Francesa que se intentó establecer en la colonia
francesa de ese nombre. La cual, al recibirse las nuevas sobre los sucesos que
convulsionaban Francia, tres provincias haitianas, “las del Norte, Oeste y del
Sur, se dieron la representación con el nombre de Asambleas provinciales, que
formaron una Asamblea general, reunida en Saint-Marc el 15 de abril de 1790,
que se propuso reformar la Constitución de la colonia (…) Toussaint-Loverture,
hijo del jefe de una tribu del Dahomey (África), redactó una Constitución que
le daba el título de gobernador vitalicio y tomó posesión (26 de enero de 1801)
de la parte oriental de la isla”.[9]
La historia europea también brinda una serie de hechos
interesantes que influyeron en la independencia americana. La guerra entre
España y Francia (1793) y luego la de estas dos contra Inglaterra (1796)
debilitaron la presencia de la metrópoli en las colonias americanas. Los
triunfos ingleses cambiaron la configuración del poder no solo en Europa, sino
que también afectaron a los virreinatos. Sobre todo en la medida que el
comercio ultramarino de las últimas décadas del XVIII e inicios del XIX fue
mayoritariamente inglés, especialmente después de Trafalgar (1805).
El cambio repentino que acarreó la invasión napoleónica en España
provocó la caída de la monarquía milenaria, remeció los cimientos de las elites
y de la burocracia política al crear una crisis de legitimidad que fue recibida
de diversas maneras según cada virreinato, contribuyendo así a acelerar el
proceso que conduciría a su independencia. La creación de la Junta Central en
Cádiz (principios de 1810), la emisión de una constitución liberal en 1812 y el
retorno al absolutismo en 1814, para que tan solo seis años después, una
rebelión liberal en España[10]
vuelva a cambiar la naturaleza política de la corona, fueron acontecimientos
que impactaron una y otra vez a las clases dominantes americanas.
También es
necesario señalar que en todos los lugares de Hispanoamérica había un fermento
revolucionario que se regaba y dinamizaba por todo el continente. En virreinatos como el del Río de la Plata y Nueva
Granada se organizaron grupos de criollos en verdaderas guerras civiles, que
apostaban por el separatismo en la medida que al luchar contra el absolutismo y
por el control de la economía colonial favorecían sus intereses. En los
virreinatos del Perú[11] y
de México, por ejemplo, las elites permanecieron fieles a la corona en la
medida que ésta garantizaba sus beneficios y fueros. Y, es más, alzaron su voz
para llamar al separatismo en los momentos en que España parecía dar un giro
liberal y ya no podía encargarse de mantener la situación colonial en América.
[1]
“Las Cortes de Cádiz supusieron un hito en la historia del parlamentarismo
universal al conjugar intereses de todos los representantes parlamentarios
incluidos los americanos y asiáticos”. Foro de discusión y debate científico y
plural, Universidad Jaume I de Castellón, España, 2003-2010.
[2]
Jaime E. Rodríguez O. “El nacimiento de Hispanoamérica: Vicente Rocafuerte y el
hispanoamericanismo, 1808-1812”, Fondo de Cultura Económica, México, Págs.
30-31, 1980.
[3]
José Luís Salcedo-Bastardo, “Organización de la República Boliviana 1825-1828”,
1973, Pág. 55. 70. Ibíd., Pág. 57. 71. O’Leary, Vol. 1, 1981. 72. José Luís
Romero, 1977, Pág. XXXII. 73. George Sabine, 1988, Pág. XXXII. María Luisa
Kent, Concurso Manuela Sáenz, 2007.
[4]
Alfredo Pareja Diezcanseco, “Historia del Ecuador” Vol. I, Quito, Edit. Casa de
la Cultura Ecuatoriana, Pág. 269, 1958.
[5]
Este movimiento no puede honradamente considerarse como el intento efectuado
por una nación oprimida para vengar sus injuriar; no hubo levantamiento general
de los indios ni siquiera cohesión contra los insurrectos. Error más craso es
todavía el de considerarlo como el principio de la lucha a favor de la
independencia. Universidad de Cambridge, Historia del Mundo en la Edad
Moderna”, tomo XXIII, Buenos Aires, Edit. La Nación, Págs. 337-338, 1913.
[6]
Germán Arciniegas, “20.000 comuneros hacia Santa Fe”, Bogotá, Plaza &
Janés, Pág. 108, 1988.
[7]
Dada la enorme importancia de los partidos políticos en la época actual, puede
causar extrañeza descubrir que los Padres Fundadores de la América del Norte
veían con recelo a los partidos. Los forjadores de la Constitución no
incluyeron en ese documento ninguna referencia a los partidos políticos. George
Washington, en su famoso “Discurso de Despedida” advirtió solemnemente a sus
compatriotas sobre los peligros de los partidos políticos y los perniciosos
efectos del espíritu de partido”. Albert Saya, John Allums, Merrit Pound.
Principios del Gobierno Americano, Buenos Aires, Editorial Distribuidora
Argentina, Págs. 158-159, 1978.
[8]
Valerio Pujol, Compendio de Historia Universal, ciudad de Guatemala, Tipografía
Nacional, Págs. 568-569, 1934.
[9]
Enciclopedia Espasa, volumen # 27. Pág. 542.
[10]
1 de enero de 1820, levantamiento de Rafael de Riego, respaldado por liberales
que exigían la vigencia de la constitución de 1812.
[11]
“En virreinatos como el del Perú, en los que la población blanca representaba
solo el doce por ciento de la total, los indios, a pesar de que se resistían a
participar en la guerra, fueron mayoría en el ejército fiel al Rey. En el Perú,
se dejó sentir enseguida el efecto de que indios y negros fuesen enrolados en
el ejército. Ellos eran la base fundamental de la mano de obra en los distintos
sectores productivos, por lo que, al no trabajar, disminuyeron las
producciones, con los consiguientes efectos económicos negativos”. Boletín de
la Real Academia de la Historia, Pág. (11) 219.
Resulta interesante reconocer que los apoyos políticos dados a los liberales provinieron de las élites criollas que buscaban mantener sus prebendas y beneficios Muy pocos de ellos buscaban dotar de libertad al pueblo
ResponderEliminarGracias Dr. Gómez Iturralde
Muy enriquecedor conocer los entresijos de la Historia de Guayaquil y Ecuador
ResponderEliminar"Igual significado tuvieron los movimientos frustrados que se produjeron a partir de 1808, en México, Buenos Aires, Lima, Chuquisaca, La Paz (julio, 1809) y Quito (agosto,1809), cuya única finalidad fue respaldar a Fernando VII contra la invasión napoleónica, llegándose a considerar la posibilidad que el soberano viniese a América a gobernar el Imperio." Los paíse que corresponden a esas ciudades reclaman esas fechas inicio de su libertad. Qué opina Ud.?
EliminarLo saluda Víctor Carrión.
ResponderEliminarSaludos maestro
ResponderEliminarInteresante diversidad de opiniónes.
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