domingo, 2 de septiembre de 2018



Referentes políticos de la libertad americana.
El gran impulso del republicanismo, que se dio en las Cortes de Cádiz[1] tuvo su oportunidad de manifestarse como propuesta y plasmarse en la Constitución de la monarquía española promulgada en 1812, fue el fundamento de la ideología liberal que practicaban destacados españoles como José María Queipo del Llano, Agustín Argüelles, Joaquín Lorenzo Villanueva, José Canga Argüelles, Francisco Martínez de la Rosa, entre otros. Pensamiento político que, desde sus primeros pinitos como doctrina política, ya había recorrido un tortuoso camino desde el siglo XVII sometido a una larga prueba y a las exigencias de los países occidentales en plena transformación socio-económica.
Esta ideología liberal, que permitió abolir en España las instituciones feudales, suprimir el tribunal de la Inquisición, imponer un control más rígido a la Iglesia e introducir oficialmente la libertad, facilitó en su momento, a los próceres republicanos de las nacientes sociedades iberoamericanas, una vasta y rica herencia ideológica que les permitiría fijarlas en las nuevas estructuras institucionales.[2]
“El pensamiento liberal enraizado en el humanismo renacentista y en la filosofía individualista del siglo XVIII, fue la espina dorsal, del envolvente proceso revolucionario que derivó en la independencia de las colonias americanas y el fundamento político sobre el cual se organizaron los nuevos estados republicanos en el continente”.
“En la primera fase revolucionaria, las ideas liberales contenidas en manifiestos políticos, tales como la Declaración de Independencia de los Estados Unidos (1776) y la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano (1789), tuvieron gran predicamento entre los caudillos que perseguían la independencia política y administrativa de las tierras colonizadas”.
“Por el Contrario, en la fase de organización republicana se advierten tendencias pragmáticas entre los encargados de organizar los nuevos estados. El respeto a las libertades individuales: igualdad política y social de los ciudadanos; respeto a la propiedad; libertad de conciencia, de organización, asociación y expresión; repartición equitativa de los impuestos, injertadas a complejas realidades socioeconómicas, adquirieron matices propios, traduciéndose las propuestas liberales en planteamientos reformistas de difícil aplicación por las características estructurales de la sociedad”. [3]
El proceso evolutivo de los acontecimientos históricos de esos tiempos, hicieron que el conjunto de las aspiraciones coloniales se fuera concretando en buscar la independencia de España. La mayoría de las Colonias al unísono se rodearon de aspiraciones independentistas del imperio español (como en España se identificaba al inmenso espacio americano, repartido en virreinatos, capitanías generales y audiencias), el desarrollo de la lucha por la independencia fue lento pero constante hasta alcanzar su cometido. La invasión francesa y sus efectos traumáticos para la Península, la independencia de los Estados Unidos, la “República Negra” de Haití, el liberalismo defendido desde las Cortes de Cádiz, y la profusa circulación de la traducción de Los Derechos del Hombre, ejecutada por el prócer colombiano Antonio Nariño, proporcionaron la cobertura ideológica para buscar una relación autonómica y menos dependiente con la Península, cuyos referentes políticos se encuentran en las ideas de la Ilustración y del Liberalismo.
La Ilustración, corriente de pensamiento altamente desarrollada en Francia en el siglo XVIII, idealizó la razón como modo de progreso que traería la felicidad al mundo. Sus propuestas ligadas al desarrollo tecnológico y a las ciencias naturales tenían como finalidad el mejoramiento social vinculado estrechamente con la educación. Y el Liberalismo, como expresión política de la anterior, preconizaba la centralidad del sujeto en la conquista tanto de sus garantías y derechos individuales, como políticos, consecuentemente, basados en la capacidad de elegir y ser elegidos. Sin embargo, fueron ideas que no alcanzaron a dominar todos los espacios sociales, sino que, por un bajo nivel de instrucción y cultura, se difundieron solo entre intelectuales, académicos y en los espacios políticos surgidos de la Revolución Francesa.
Los ideales de la revolución norteamericana, y las ideas filosóficas y políticas de la Revolución Francesa, junto al juego económico del mundo moderno, se tomaron el pensamiento colonial español a partir del segundo tercio del siglo XVIII. Y su influencia fue determinante para que la incipiente aristocracia de propietarios rurales liberales, semilla de nuestros próceres, se liberase de la tutela ideológica española y comprendiese la situación política de la época. A principios del siglo XIX son las ideas de la Restauración las que ayudan a estimular los sentimientos republicanos y americanistas de la elite dominante.
Remontando los siglos para hallar ciertos hechos, tenemos en la Audiencia de Quito la llamada “Revolución de las Alcabalas” (1592), que de revolución no tuvo nada porque nada transformó, sino que fue un ruidoso levantamiento y reclamo para que se derogase una ordenanza que, al crear “más impuestos significaba vida más cara y mayor pobreza”.[4]
En 1780, el levantamiento de Tupac Amaru en Perú, que durante tres años acarreó “orgías de embriaguez y homicidios, sacrificando a hombres mujeres, y niños blancos (…) Según se dice, durante las turbulencias de 1780-3, murieron 100.000 personas”.[5]
El levantamiento de veinte mil comuneros del Socorro, en Nueva Granada, (1781), que pese a ser un real antecedente de la independencia colombiana, fue una expresión nacida de la burguesía autora y gestora de nuestra libertad, que en esos momentos no buscaba precisamente la independencia, pues, al grito de “Viva nuestro Rey de España, pero no admitimos el nuevo impuesto de Barlovento”, llegaron a Santa Fe.[6]
Igual significado tuvieron los movimientos frustrados que se produjeron a partir de 1808, en México, Buenos Aires, Lima, Chuquisaca, La Paz (julio, 1809) y Quito (agosto,1809), cuya única finalidad fue respaldar a Fernando VII contra la invasión napoleónica, llegándose a considerar la posibilidad que el soberano viniese a América a gobernar el Imperio. Estos últimos antecedentes nos conducen a pensar que la afirmación que hacen muchos historiadores, especialmente ecuatorianos, que los levantamientos de los criollos, mestizos e indios ocurridos a lo largo del periodo colonial hasta 1809, son el principio de la lucha por alcanzar la independencia, es totalmente arbitraria.  
También se sostiene que hubo partidos políticos en los propósitos independentistas americanos del siglo XVIII – XIX. Esto tampoco es exacto, pues, en la independencia de los Estados Unidos (1776), si es que existían, no intervinieron, ya que eran considerados de efectos divisionistas. Aun en la época de la Convención Constitucional de 1787, los norteamericanos veían en estos una especie de camarillas políticas que se formaban para perseguir intereses egoístas en perjuicio de los intereses generales de la nación.[7]
Igualmente la Revolución Francesa (1789) no contó, propiamente dicho con partidos políticos organizados pero sí con corrientes ideológicas identificables, respecto a la forma cómo debía llevarse adelante el proceso revolucionario: girondinos y jacobinos. Recordemos que al ser convocados los Estados Generales, las fuerzas organizadas pertenecían aun a la antigua Francia. Y cuando el 5 de mayo se inauguró la Asamblea, fueron tres los órdenes establecidos, estado llano, nobleza y clero, los factores dominantes.[8]
Poco se ha reparado, aunque sí ha sido mencionado por importantes historiadores, un aspecto de la lucha anticolonial que se dio en América. Es el referido a la lucha anticolonial y republicana de los haitianos. En efecto, este constituye un aspecto que no puede ignorarse. Y no se lo debe hacer, porque significa que está actuando otro factor influyente en el criollismo americano fue el surgimiento de la “República Negra de Haití” (1790), como un proyecto liberal a consecuencia de la Revolución Francesa que se intentó establecer en la colonia francesa de ese nombre. La cual, al recibirse las nuevas sobre los sucesos que convulsionaban Francia, tres provincias haitianas, “las del Norte, Oeste y del Sur, se dieron la representación con el nombre de Asambleas provinciales, que formaron una Asamblea general, reunida en Saint-Marc el 15 de abril de 1790, que se propuso reformar la Constitución de la colonia (…) Toussaint-Loverture, hijo del jefe de una tribu del Dahomey (África), redactó una Constitución que le daba el título de gobernador vitalicio y tomó posesión (26 de enero de 1801) de la parte oriental de la isla”.[9]
La historia europea también brinda una serie de hechos interesantes que influyeron en la independencia americana. La guerra entre España y Francia (1793) y luego la de estas dos contra Inglaterra (1796) debilitaron la presencia de la metrópoli en las colonias americanas. Los triunfos ingleses cambiaron la configuración del poder no solo en Europa, sino que también afectaron a los virreinatos. Sobre todo en la medida que el comercio ultramarino de las últimas décadas del XVIII e inicios del XIX fue mayoritariamente inglés, especialmente después de Trafalgar (1805).
El cambio repentino que acarreó la invasión napoleónica en España provocó la caída de la monarquía milenaria, remeció los cimientos de las elites y de la burocracia política al crear una crisis de legitimidad que fue recibida de diversas maneras según cada virreinato, contribuyendo así a acelerar el proceso que conduciría a su independencia. La creación de la Junta Central en Cádiz (principios de 1810), la emisión de una constitución liberal en 1812 y el retorno al absolutismo en 1814, para que tan solo seis años después, una rebelión liberal en España[10] vuelva a cambiar la naturaleza política de la corona, fueron acontecimientos que impactaron una y otra vez a las clases dominantes americanas.
También es necesario señalar que en todos los lugares de Hispanoamérica había un fermento revolucionario que se regaba y dinamizaba por todo el continente. En virreinatos como el del Río de la Plata y Nueva Granada se organizaron grupos de criollos en verdaderas guerras civiles, que apostaban por el separatismo en la medida que al luchar contra el absolutismo y por el control de la economía colonial favorecían sus intereses. En los virreinatos del Perú[11] y de México, por ejemplo, las elites permanecieron fieles a la corona en la medida que ésta garantizaba sus beneficios y fueros. Y, es más, alzaron su voz para llamar al separatismo en los momentos en que España parecía dar un giro liberal y ya no podía encargarse de mantener la situación colonial en América.


[1] “Las Cortes de Cádiz supusieron un hito en la historia del parlamentarismo universal al conjugar intereses de todos los representantes parlamentarios incluidos los americanos y asiáticos”. Foro de discusión y debate científico y plural, Universidad Jaume I de Castellón, España, 2003-2010.
[2] Jaime E. Rodríguez O. “El nacimiento de Hispanoamérica: Vicente Rocafuerte y el hispanoamericanismo, 1808-1812”, Fondo de Cultura Económica, México, Págs. 30-31, 1980.
[3] José Luís Salcedo-Bastardo, “Organización de la República Boliviana 1825-1828”, 1973, Pág. 55. 70. Ibíd., Pág. 57. 71. O’Leary, Vol. 1, 1981. 72. José Luís Romero, 1977, Pág. XXXII. 73. George Sabine, 1988, Pág. XXXII. María Luisa Kent, Concurso Manuela Sáenz, 2007.     


[4] Alfredo Pareja Diezcanseco, “Historia del Ecuador” Vol. I, Quito, Edit. Casa de la Cultura Ecuatoriana, Pág. 269, 1958.
[5] Este movimiento no puede honradamente considerarse como el intento efectuado por una nación oprimida para vengar sus injuriar; no hubo levantamiento general de los indios ni siquiera cohesión contra los insurrectos. Error más craso es todavía el de considerarlo como el principio de la lucha a favor de la independencia. Universidad de Cambridge, Historia del Mundo en la Edad Moderna”, tomo XXIII, Buenos Aires, Edit. La Nación, Págs. 337-338, 1913.
[6] Germán Arciniegas, “20.000 comuneros hacia Santa Fe”, Bogotá, Plaza & Janés, Pág. 108, 1988.
[7] Dada la enorme importancia de los partidos políticos en la época actual, puede causar extrañeza descubrir que los Padres Fundadores de la América del Norte veían con recelo a los partidos. Los forjadores de la Constitución no incluyeron en ese documento ninguna referencia a los partidos políticos. George Washington, en su famoso “Discurso de Despedida” advirtió solemnemente a sus compatriotas sobre los peligros de los partidos políticos y los perniciosos efectos del espíritu de partido”. Albert Saya, John Allums, Merrit Pound. Principios del Gobierno Americano, Buenos Aires, Editorial Distribuidora Argentina, Págs. 158-159, 1978.
[8] Valerio Pujol, Compendio de Historia Universal, ciudad de Guatemala, Tipografía Nacional, Págs. 568-569, 1934.
[9] Enciclopedia Espasa, volumen # 27. Pág. 542.
[10] 1 de enero de 1820, levantamiento de Rafael de Riego, respaldado por liberales que exigían la vigencia de la constitución de 1812.
[11] “En virreinatos como el del Perú, en los que la población blanca representaba solo el doce por ciento de la total, los indios, a pesar de que se resistían a participar en la guerra, fueron mayoría en el ejército fiel al Rey. En el Perú, se dejó sentir enseguida el efecto de que indios y negros fuesen enrolados en el ejército. Ellos eran la base fundamental de la mano de obra en los distintos sectores productivos, por lo que, al no trabajar, disminuyeron las producciones, con los consiguientes efectos económicos negativos”. Boletín de la Real Academia de la Historia, Pág. (11) 219.

6 comentarios:

  1. Resulta interesante reconocer que los apoyos políticos dados a los liberales provinieron de las élites criollas que buscaban mantener sus prebendas y beneficios Muy pocos de ellos buscaban dotar de libertad al pueblo
    Gracias Dr. Gómez Iturralde

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  2. Muy enriquecedor conocer los entresijos de la Historia de Guayaquil y Ecuador

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    1. "Igual significado tuvieron los movimientos frustrados que se produjeron a partir de 1808, en México, Buenos Aires, Lima, Chuquisaca, La Paz (julio, 1809) y Quito (agosto,1809), cuya única finalidad fue respaldar a Fernando VII contra la invasión napoleónica, llegándose a considerar la posibilidad que el soberano viniese a América a gobernar el Imperio." Los paíse que corresponden a esas ciudades reclaman esas fechas inicio de su libertad. Qué opina Ud.?

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  3. Interesante diversidad de opiniónes.

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