sábado, 1 de septiembre de 2018



Situación económica a finales de la colonia
 “El crecimiento económico de las Indias durante los siglos XVI, XVII y XVIII explica el desarrollo urbano, arquitectónico, cultural y científico y el perfeccionamiento de la organización político-administrativa, cuyos más altos grados se alcanzaron en los últimos años del reinado de Carlos IV”.[1] Los ingresos de la corona en el periodo de este monarca tuvieron un crecimiento espectacular, lo cual supuestamente aumentaba su poder. Mas, la realidad fue otra, los gastos burocráticos crecieron con mayor rapidez y proporción que los ingresos, mermando los “beneficios netos” del monarca. Cada vez percibía más ingresos, pero se diluían en la burocracia, nuevas obligaciones e inversiones en recursos bélicos.
Al producirse las reformas borbónicas del siglo XVIII se modificó el funcionamiento de la economía colonial y en las elites criollas se produjo una especie de prisa por alcanzar la independencia total. Circunstancia a la que se “une un cada vez mejor dibujado concepto de patria. El patriciado local había echado raíces hondas en sus respectivos territorios americanos, y veía relajarse los lazos de unión con la metrópoli”.[2] Conjunto de circunstancias dadas a lo largo del tiempo, que se concentran en cada vez más marcados deseos de alcanzar la libertad.
Por esta razón “Cuando la Corona decidió a comienzos del siglo XIX bombear recursos en forma masiva a la Metrópoli para sufragar gastos bélicos, los notables indianos dejaron de seguir creyendo en el pacto establecido entre ellos, la Iglesia y la Corona a comienzos del siglo XVI. La independencia comenzó a ser vista como una salvación”.[3]
La creación de nuevos virreinatos como el de Nueva Granada en 1736 y el del Río de la Plata en 1776, sobre todo el último, al eliminar al Alto Perú del territorio del virreinato peruano, limitó una de las principales fuentes de riqueza minera y redujo casi a cero un articulado circuito comercial ligado a Potosí. Fue así como la alta dependencia de la economía peruana a la extracción de plata tuvo un efecto negativo al agudizar el atraso industrial y agropecuario, y con ello la diversificación económica del virreinato.
Todas las actividades sociales, especialmente las económicas, fueron afectadas por la propuesta y las acciones de las Reformas Borbónicas. Las relaciones comerciales se vieron favorecidas. El comercio marítimo también sufrió diversos cambios desde la aplicación de las Reformas y por el creciente apogeo de Buenos Aires, la Metrópoli se vio en la necesidad de flexibilizar aun más el trato con las colonias. A la muerte de Carlos III (14 de diciembre de 1788) el potencial marítimo español había caído a un bajísimo nivel.
Su sucesor, Carlos IV, en 1796 concedió libertad a los comerciantes de ultramar para utilizar sus propios buques en sus tratos con la Península, mas, la debilidad naval española era tal, que de los 171 navíos que aquel año salieron de puertos americanos tan solo 9 llegaron a Cádiz en 1797. Las consecuencias acarreadas por estas pérdidas y la poca frecuencia de los contactos con la Península influyeron en el ámbito político, pues en los reinos ultramarinos empezó a crecer una sensación de lejanía y abandono cada vez mayor.
Sin embargo, hay cifras manejadas por estudiosos que demuestran que la libertad de comercio vigorizó el tráfico marítimo con buques más veloces, como exigencia de la rapidez, la que también demandaba la aceleración del comercio y esta a su vez por el incuestionable crecimiento demográfico. “Entre 1765 y 1795, el número de barcos que cruzaron el Atlántico procedentes de todos los puertos coloniales se multiplicó por nueve, en el quinquenio de 1760-1765, surcaron sus aguas 185 barcos, mientras que en el de 1790-1795 lo hicieron 1.643”.[4]
Era de esperarse que en medio de las luchas entre las grandes potencias imperiales de la época, España terminara por perder el control marítimo. También era evidente que quien asumiría el vacío comercial dejado por España en el Pacífico serían primero Inglaterra y más tarde los Estados Unidos, ambas naciones desarrollaron un comercio más ágil y dinámico. Entre 1788 y 1809 unos 257 barcos norteamericanos desembarcaron en Chile y Perú,[5] dejando mercaderías por valor de un millón de libras esterlinas aproximadamente. Esta importación de productos provenientes tanto del comercio legal como del ilegal acarreó una saturación del mercado provocando una vertiginosa caída de los precios que afectó, principalmente, a las elites comerciantes limeñas y consecuentemente a las guayaquileñas.
De esta forma, la influencia de ambas naciones en el Pacífico se hizo permanente configurando las relaciones comerciales que luego funcionarían en la nueva República. “Para América mejorar las perspectivas tras el total eclipse napoleónico. La presión de los industriales y mercaderes británicos, descartado el peligro bonapartista, impone modificaciones a la política de su potente imperio. Ahora interesa más la perspectiva americana para la expansión del comercio, que las buenas relaciones con la disminuida España. A mayor abundamiento, Inglaterra tiene a la sazón armamento sobrante y viejo que pudo colocarse lucrativamente en estos países. Los productos de aquí, cacao, café, frutas, cueros y mulas, muy apreciados allá. Para los patriotas mejoran progresivamente las posibilidades de obtener armas” (José Luis Salcedo-Bastardo, 1977, 111).
Para 1790, el 80% de los tradicionales yacimientos mineros que habían provisto de grandes cantidades de oro y plata no funcionaban o tenían un rendimiento mínimo. El cierre definitivo de la mina de Huancavelica en 1808, el principal abastecedor de mercurio o azogue para las minas de plata, acrecentó el problema de la minería. Pero el principal problema que afrontó la actividad minera y por lo cual quedó prácticamente destruida a fines de la colonia, no fue la falta de mitayos o de azogue, sino la falta de capitales para su renovación.
En 1812, la minas de plata de Cerro de Pasco, Huarochirí y Potosí sufrieron una grave crisis. Aun así, la plata siguió monopolizando prácticamente el espectro de minerales extraídos en las minas, que por el contrario sí se habían diversificado en una serie de yacimientos menores, que no articulaban la economía provincial de la manera que lo hicieron los grandes yacimientos en los siglos anteriores.
Estas tensiones convocaron a criollos notables como: Olmedo, Rocafuerte, Vivero, Roca, Marcos, etc., el limeño Vicente Morales Suárez, los argentinos Francisco López Lisguer, Manuel Rodrigo y Luis Velasco. Los centroamericanos José Miguel Ramos Arizpe, José Miguel Guridi y Alcocer y José María Coutó,[6] a propender a la búsqueda de la independencia liderando los movimientos que surgían en cada uno de sus países.
No era su meta recuperar los viejos privilegios sino continuar la expansión de sus negocios y consolidar su autonomía económica y política. Con mayor razón “tras comprobar que la Monarquía no ofrecía las suficientes vías de crecimiento esperadas y que el naciente liberalismo peninsular se mostraba claramente colonialista con respecto a las regiones indianas”.[7]


[1] Boletín de la Real Academia de la Historia, Gonzalo Anes y Álvarez de Castrillón, “La América virreinal y los procesos de independencia”, Madrid, Tomo CCIII – Cuaderno III, Pág. (6) 214,  septiembre-diciembre, 2006.
[2] Mariano Fazio, Op. Cit., Pág. 14.
[3] Pedro Pérez Herrero, Patria y libertad de comercio, Revista La Aventura de la Historia, Nº 60, Madrid, Arlanza Ediciones SA., Pág. 72.
[4] Pedro Pérez Herrero, Op. Cit. Pág. 71.
[5] Entre 1800 y 1820, fondearon en Guayaquil por varias oportunidades los bergantines “Arrow” y “Albión”, las fragatas “Júpiter”, “Beaver”, “Bárbara”, “Alcides”, “Victoria”, “Ballón”. Información que consta en los documentos AHG-EPJ-1354, EPJ-1185, EPJ- 1518, EPJ-1252 (39 (33) (70), EPJ-1232, EPJ-1235, EPJ-1504.
[6] Jaime E. Rodríguez O., El nacimiento de Hispanoamérica, Vicente Rocafuerte y el hispanoamericanismo, 1808-1832, México, Fondo de Cultura Económica, Págs.31-32, 1980.
[7] Pedro Pérez, Op. Cit. Pág. 75.

1 comentario:

  1. Estudios serios y documentados como este, nos ayudarán a formarnos un mejor criterio sobre las causas y consecuencias de episodios trascendentes como nuestros procesos independentistas.
    Gracias Dr. Gómez Iturralde por compartir sus conocimientos.
    Espero segur leyendo sus artículos

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