viernes, 28 de septiembre de 2018




Los hechos coyunturales previos al 9 de Octubre de 1820
La asonada del 10 de Agosto de 1809, algunos piensan que debe ser considerada como un punto de partida del proceso independentista de nuestro país. Sin embargo, su situación fue muy distinta a la de Guayaquil, pues pese a la determinación que pudo haber en el pueblo quiteño y sus líderes por alcanzar una transformación, tuvo grandes limitantes que impidieron su éxito. Pues en ese tiempo, tanto Bolívar como San Martín se hallaban en Europa apenas conspirando e ideando una acción libertadora. La invasión de Napoleón a España y la usurpación del gobierno monárquico español, convocó a la formación de juntas patrióticas, que con el mismo objetivo de defender la nación y proclamar la fidelidad al rey, se formaron, con las mismas características y finalidades tanto en España, como en varias capitales americanas, entre ellas Quito, no se puede negar que, en el fondo, todas se trataron de buscar transformaciones que les procuren una gestión autónoma, aunque subordinada a la Península. Pero la falta de apoyo externo e interno y el poder militar español que estaba intacto lo impidieron.
No así para el 9 de Octubre de 1820, en que Guayaquil buscó inscribir su proyecto de libertad y alcanzar su independencia en el momento en que Hispanoamérica estaba madura para intentar la ruptura total con el coloniaje. Además, el numeroso grupo de republicanos ilustrados dueños del poder económico, que también amaba la libertad y la independencia y lideraba la ciudad, tuvo un panorama internacional y militar distinto al de 1809, que garantizaba el éxito mediante las siguientes coyunturas:
a).- En 1810, mientras España luchaba contra el dominio francés (1808-1813), en importantes ciudades de Nueva Granada se levantó la búsqueda de la autonomía. El 19 de abril marcó el inicio de la revolución venezolana. Chile comienza el proceso de búsqueda de su autodeterminación. En Argentina el pueblo inició la revolución de mayo.
b).- Expulsados los franceses del territorio español, Fernando II entró en Madrid (1814) y en su primer decreto dejó sin efecto la constitución liberal promulgada en Cádiz en 1812, restableciendo el sistema absolutista. Para entonces, todas las colonias americanas se desgajaban del tronco patrio, pues, tal medida nunca fue de las mejores para evitar o atenuar una secesión inevitable.
c).- Lord Cochrane bloqueaba El Callao y dominaba el mar desde el sur de Chile hasta Panamá, imposibilitando toda acción naval española. Además, su presencia en el golfo de Guayaquil estimuló a los habitantes del sur de la ciudad, establecidos en las islas de Jambelí y de El Salado, para desarrollar una acción guerrillera.
En dos cartas fechadas 6 y 7 de enero de 1820, consta la presencia de naves enemigas en la “Boca de Balao Grande haciendo agua y leña”. Y la noticia de dos “indios balzeros que apresaron los insurgentes, como también haberse hecho a la vela sus buques que se hallaban en Balao”.[1]
La sorpresiva entrada de la escuadrilla chilena al golfo alarmó al gobernador Mendiburu, quien organizó un cuerpo de voluntarios para la defensa, con lo cual se ganó la felicitación del virrey: “por cuyo zelo y actividad doy a usted las gracias, encargándole verifique lo propio con todos los oficiales e individuos del mismo cuerpo, que con tan buena voluntad se presentaron a este importante servicio”.[2]
Los amagos de Cochrane sembraron temor en el virrey, ordenando este al “Comandante de los Escuadrones de Milicias Disciplinadas Dragones de Guayaquil” que se apersone por el urgente carenaje de la Prueba: “espero que Vuestra Señoría haiga continuado sus faenas con anuencia del Capitán de ese Puerto hasta recorrer sus fondos que es lo esencial y lo exige la seguridad con que debe salir a la mar; procurando Vuestra Señoría en exercicio a su acto por el mejor servicio de Su Majestad la pronta habilitación de dicho buque para su incorporación a las fuerzas nobeles del Puerto del Callao”.[3]
 “He recibido el Oficio de Vuestra Señoría No. 900 en que me da cuenta de hallarse fondeadas entre Punta de Arena y la Boca de Machala dos Fragatas y dos Bergantines insurgentes, y los aviso a Vuestra Señoría para su inteligencia”.[4] “Quedo instruido por el oficio de Vuestra Señoría No. 895 hallarse cruzando en el Muerto el Bergantín enemigo que dexo Cocrhan; y se lo avise en contestación”.[5]
En las cartas registradas a continuación, Cochrane no deja duda de los riesgos que corría su flota, por la carencia de un astillero cercano a las operaciones navales, que lo obligaba a despachar sus naves a Valparaíso para carenarse, etc., debilitando su fuerza naval con riesgo de ser sorprendido por alguna fuerza enemiga. Esta angustia que lo embargaba está claramente reflejada en el entusiasmo con que el lord inglés acoge la independencia de Guayaquil: “la campaña ha principiado bajo los más favorables auspicios; ya tenemos un puerto amigo y un astillero a sotavento”.[6]
Las autoridades de Guayaquil y el virrey tenían conocimiento preciso del movimiento de la escuadra chilena. En carta del 20 de diciembre de 1819 intercambiaron información sobre el zarpe del navío “San Martín”, la fragata “Independencia” y el bergantín “Araucano”, para reparar averías y carenarse. Igualmente, que el 26 de enero de 1820 la fragata “Independencia” zarpó hacia el norte para incorporarse a la flota.
Estas oportunidades fueron aprovechadas para movilizar el único recurso que tenían los españoles, la fragata “Prueba”: “Supongo en consecuencia que lo menos se separasen de las aguas de ese (*) para ir a Balparaíso (sic) los últimos buques enemigos el 15 de diciembre dándoles 35 días para su biage (sic) y que quando no el 30 del propio diciembre muy a los principios de enero entrava (sic) lista la fragata de Su Majestad La Prueva (sic) para dar la vela y venirse al Callao en cumplimiento de lo provenido a su Comandante anteriormente, y por tanto que este próxima a llegar a aprovechando tan buena ocasión y antes que los enemigos vuelvan a bloquear este puerto pero si por desgracia permaneciere aun en ese, dirá Vuestra Señoría a su Comandante que no pierda momento en hacerse a la vela como y de la manera que le advierte el Señor “.[7]
“Con mas motivo hoy reitero a Vuestra Señoría lo conveniente que es, que la fragata de guerra Prueba salga a la mar al momento si ya no lo hubiere verificado a la llegada de las dos fragatas de guerra Venganza y Esmeraldas, y así mismo que la de verificado cuantos auxilios estén a su alcance bajo de la inteligencia de que la Prueba pone acaso en duplicado riesgo esa plaza por el selo (sic) que es para un Marino inglés además de la importancia de este puerto”.[8]
d).- En mayo de 1820 llegó a Guayaquil la noticia que el gran ejército de 10.000 veteranos de las luchas napoleónicas, reclutado desde 1819 y destinado a sofocar la rebelión para retomar las colonias, se había sublevado el 1 de enero de 1820 en Cabezas de San Juan, Cádiz. Liderado por el coronel Rafael de Riego y Núñez, un liberal convencido, quien capturó a su jefe el conde de Calderón y se apoderó del enorme arsenal de la Carraca de Cádiz, que acumulaba el material bélico destinado a la lucha en ultramar.[9]
e).- El 8 de septiembre de 1820, San Martín desembarcó en Paracas y “apenas habían llegado á Guayaquil las primeras noticias de haber desembarcado la expedición libertadora en el Perú, cuando el espíritu de independencia comenzó a mover los ánimos de los moradores“.[10]
f).- Bolívar se aproximaba desde el norte y tenía a Quito en la mira: el 21 de septiembre, antes de la independencia de Guayaquil, se dirige al general español Pablo Morillo: “La continuación de las hostilidades debe producirnos la ocupación del resto de Venezuela y Quito”.[11] Y en el artículo 7º de las bases de la propuesta de armisticio dirigida a Morillo el 26 de octubre, cuando aun no conocía de la independencia de Guayaquil, consta lo siguiente: “La división del Sur conservará el territorio que haya dejado a su espalda en su marcha a Quito, y conservará las posiciones en que se encuentre al acto de la notificación del tratado”.[12]
Es decir, si meditamos lo ocurrido en torno a estos acontecimientos, no cabe ninguna duda que la revolución guayaquileña madurada por largo tiempo, estaba lista y no podía fallar. Tampoco, sobre su oportunidad e importancia: el 9 de Octubre de 1820 despojó a España de la posesión de la cuña geográfica y estratégica que significaban el puerto de Guayaquil, su astillero y arsenal, para la defensa de Quito y del Perú. Finalmente, León Febres Cordero concede mucha importancia a estas circunstancias y destaca su alcance estratégico para la emancipación continental.[13]
g).- Y la última coyuntura que facilitó la independencia de Guayaquil, una sociedad a la cual sobraba decisión, pero carecía de militares de línea, fue la oportuna llegada, en los últimos días del mes de septiembre de 1820, de los tres oficiales del batallón Numancia procedentes de Lima. Los capitanes Miguel Letamendi y Luis Urdaneta, quienes habían pedido voluntariamente su baja, que el virrey de la Pezuela, por la desconfianza que sentía hacia ellos, “se apresuró a conceder a los solicitantes para no dejarles espacio ni posibilidad de un arrepentimiento”.[14]
En cuanto al tercero de ellos, León Febres Cordero, arribó a Guayaquil realmente huyendo de la persecución de las autoridades peruanas por sus actividades independentistas. Su presencia en Guayaquil coincidió con los momentos en que se organizaba la ruptura total con el régimen colonial, por lo que necesitaban someter a los cuarteles, pero no tenían militares para hacerlo. Esto provocó la gran acogida expresada por los principales comprometidos: José Joaquín de Olmedo, Luis Fernando Vivero, José de Antepara, José María Villamil, Rafael Ximena,  Juan Francisco Elizalde, Francisco de Paula Lavayen, Francisco Marcos, Francisco María Claudio Roca, Gregorio Escobedo, entre otros.[15] 


[1] Cartas fechadas en Lima, f.1 y f.2 del 6 y 7 de enero de 1820, cruzadas entre el virrey Joseph de la Pezuela y el gobernador de Guayaquil, brigadier general Mendiburu. Archivo Histórico del Guayas.
[2] Carta f.5 de enero 13, AHG.
[3] Carta f.6 de enero 13, AHG.
[4] Carta f.8 enero 22
[5] f.9 enero 22

[6] Relato de M. J. Fajardo, “La Independencia de Guayaquil”, Guayaquil, BCE, Pág. 62, 1983.
[7] f.12 sin fecha
[8] f.23 17 de febrero
[9] Según Salvador Madariaga, Bolívar había calificado a los sucesos de Cádiz como “un golpe de fortuna loca” porque se pudo evitar el embarque de 10.000 soldados veteranos para enfrentar a las tropas patriotas.
[10] Juan Manuel Restrepo, Historia de la Revolución de Colombia, t. III, Medellín, Editorial Bedout, Pág. 90. 1969.
[11] Carta de Bolívar a Morillo, “Simón Bolívar, Obras Completas”, Tomo I, Vicente Lecuna, La Habana, Editorial Lex, Págs. 496-497, 1947.
[12] “Simón Bolívar”, Págs. 501-502.
[13] La importancia estratégica de Guayaquil, para el desarrollo de las campañas bélicas libertarias, fue tan obvia que resulta ocioso destacar cualquiera de los factores que así lo demuestran. Basta remitirse a la arenga que el capitán León de Febres Cordero debió pronunciar ante la única manifestación de duda, que se produjo en José María Villamil la noche del 7 de octubre de 1820: “¿Cuál el mérito, dijo, que contraeremos nosotros, con asociarnos a la revolución, después del triunfo de los generales Bolívar y San Martín? Ahora que están comprometidos, o nunca: un rol tan secundario en la independencia es indigno de nosotros. De la revolución de esta importante provincia puede depender el éxito de ambos generales, en razón al efecto moral que producirá, aunque nada más produjera. El ejército de Chile conocerá que no viene a país enemigo y que en caso de algún contraste tiene un puerto a sotavento que podemos convertir en un Gibraltar. El general Bolívar nos mandará soldados acostumbrados a vencer; y de aquí le abriremos las puertas de Pasto que le será muy difícil abrir atacando por el norte. (...) Pasto es inabordable por el Norte, y que más necesario se hace la inmediata revolución de Guayaquil, para abordarlo por el Sud”. José de Villamil, “Reseña de los acontecimientos políticos y militares de la Provincia de Guayaquil”, en “La Independencia de Guayaquil: 9 de Octubre de 1820”, Guayaquil, BCE, Artes Gráficas Senefelder, Pág. 14, 1983.
En esta clara visión de estratega militar, Febres Cordero, manifiesta tres factores decisivos con que aportarían los guayaquileños mediante aquel célebre octubre: a) “conocerá que no viene a país enemigo”, b) “en caso de algún contraste tiene un puerto a sotavento”, y c) “le abriremos la puertas de Pasto (...) Pasto es inabordable por el Norte”.

[14] Paredes, Op. Cit. Pág. 6

[15] A estos estímulos debemos sumar que Esmeraldas se rebeló y declaró independiente el 5 de agosto de 1820, pero en forma muy fugaz, pues inmediatamente fue sofocado el movimiento. Dos meses más tarde logró su libertad junto con Guayaquil, que una vez proclamada y triunfante, condujo a la declaración de independencia de muchas ciudades del interior, como Cuenca y Cañar, el 3 de noviembre; Guaranda, el 10; Ambato, el 12; Loja, el 18; destruyendo los cimientos del gobierno colonial.


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