jueves, 24 de mayo de 2018




Bolívar y Guayaquil, después de la independencia



La importancia de Guayaquil
Guayaquil durante siglos, aparte de ser el único puerto por el cual fluía el comercio exterior de la Audiencia de Quito, había alcanzado ser, si no el primero, uno de los más importantes puertos de la América española en el Pacífico. Además, tenía el más completo y bien provisto astillero. Esto le otorgaba una importancia vital y evidente, a los ojos de los colonialistas empeñados en la defensa de su último reducto. Los independentistas entendían esto. De allí que, para ellos era un punto estratégico y llave para la entrada de Bolívar desde el norte, y logrando la completa emancipación de la América meridional. Así fue como, tan pronto la provincia proclamó su libertad, se produjo una abierta pugna entre Bolívar, con su proyecto de una Colombia grande y San Martín, que intentaba sumarla a un país inexistente, aun por liberarse. La posición de Guayaquil, estratégica y financieramente, sus recursos naturales y humanos para el servicio militar, se hicieron ostensibles. A medida que Bolívar se aproximaba al sur y se informaba de estas posibilidades, meditaba y mentalizaba la posesión de Guayaquil. Su interés y determinación por anexarla, por la fuerza si fuere necesario, adquirían mayor intensidad. 

Las clases dirigentes guayaquileñas, se dividieron en tres tendencias: 

a). Aquellos que pugnaban por sumarse al Perú, lo hicieron por sus intereses comerciales vinculados a Lima por siglos. La actividad comercial y las grandes fortunas de esta ciudad provenían de esa relación. De allí que, cierto número de ciudadanos destacados, por el puro interés económico, empeñaron sus simpatías hacia la tendencia que auspiciaba San Marín. 

b). Los que creían llenar sus aspiraciones con la anexión a Colombia, se inspiraban en el carisma de Bolívar y su heroica trayectoria. Dotes que eran exaltadas por sus más caras admiradoras, los miembros femeninos de la familia Garaycoa, que pugnaban por sumarse a un país, con el cual no tenían vínculo alguno. Para los guayaquileños, pese a haber estado en algún momento supeditados al virreinato de Nueva Granada, este era un país lejano y totalmente desconocido. Una minoría bastante escasa, pero ultra exaltada, era la que llevaba como bandera su agregación a Colombia a todo trance.“Para ello, contaba a su favor con el prestigio del Libertador, el suficiente poder militar y la posesión de la totalidad del territorio hoy ecuatoriano. Esto les infundió la audacia necesaria para calumniar a Olmedo e imponer su tendencia”. [1]Estas dos preferencias, se enfrentaron violentamente y la ciudad, se vio inmersa en una lucha nunca antes vista ni sufrida. Los unos por hacer prevalecer el juego de sus intereses netamente comerciales y sociales, y los otros obnubilados por el carisma y la personalidad del Libertador. 

c). Los más numerosos, encabezados por Olmedo, pero sin fuerza militar, se aferraban a una autonomía asociada sujeta a la decisión del Colegio Electoral, que ya había demostrado el acierto de su participación que, democráticamente decidiría bajo cuál de sus poderosos vecinos buscarían su amparo. Además, el gobierno de la Provincia Libre, con Olmedo a la cabeza, estaba consciente de sus limitaciones y para entender esto, nada mejor que leer la carta que Olmedo dirige al general Mires, que fue el primero en traer a Guayaquil la clara intención de someterla al Libertador. [2]Poco más tarde, con mayor autoridad otorgada por Bolívar, lo haría Sucre. [3]

La formación de la división “Protectora de Quito”, como acto seguido a la revolución del 9 de Octubre de 1820 y propuesta de libertad a toda la Audiencia de Quito, antes de la llegada de Bolívar, evidencia también las intenciones de mantener la autonomía dentro de un país independiente. Pero al momento de hacer respetar su decisión no tuvieron el poder de las armas, pues lo agotaron en el esfuerzo por liberar a quienes no desearon que lo hiciesen los guayaquileños. 

Al efecto promete los elementos de guerra necesarios de los que existen en los parques, cuantos recursos pueda proporcionar el país y ochocientos hombres de las tropas veteranas de la provincia por ahora, y pagados y mantenidos por ella; que, incorporados a la división destinada por el Libertador a obrar en el sur de la república, darán este nuevo testimonio de su devoción e interés por Quito, Cuenca y demás pueblos subyugados aún. [4]

Prefirieron, en cambio, entregar a Bolívar la capital y la región, sin otra condición que la de mantener privilegios aristocrático-coloniales y obtener las promesas, y prerrogativas que constan en una carta que el Libertador envió a Santander el 21 de junio de 1822, apenas a doce días de haber entrado a Quito, que dice: “Desde ahora anuncio a Ud. que debo permanecer mucho tiempo en el Sur para no perder el fruto de nuestros sacrificios por este país. El departamento de Quito, debe ser según mi opinión, (¿capital?) de todas las provincias del Sur: primero porque está en la frontera, segundo, para que sea fuerte; (...) cuarto, porque está muy lejos del centro; quinto, porque Quito no debe perder su importancia; (...) séptimo, para que Guayaquil no sea la capital del departamento y no tenga influencia en las provincias subalternas, y por otros motivos que ahora no digo.” [5]

La obsesión de Bolívar vista a través de la correspondencia   
A Bolívar le resultaba intolerable la idea de un país independiente al sur de Nueva Granada, no controlada por él y al margen de su proyecto de Colombia. “ni la España ni ninguna Potencia Europea reconocerá pequeñas Repúblicas por los peligros de que están amenazadas, y mucho menos la de Quito que, colocada en medio de las grandes Repúblicas de Colombia y del Perú, vendría a ser objeto de pretensiones y de guerra, a que no podría ella ocurrir por sí sola y que la envolverían frecuentemente en los desastres de contiendas ruinosas y aún de facciones intestinas por el cuidado que tendrían las naciones vecinas de dividir los ánimos y ganar partido en su interior para sostener sus pretensiones.” [6]

La abundante correspondencia que sostuvo el Libertador con distintas personalidades, apenas celebrado el armisticio con Morillo, a menos de dos meses del 9 de Octubre, y después de este, deja en claro que contaba con Guayaquil de una forma u otra, pues estando aun en Venezuela escribe a Santander: “No sabemos si Guayaquil reconoce o no el gobierno de Colombia y si es parte de nuestro territorio.” [7]Pero enterado de las estratégicas condiciones que reunía la ciudad-puerto, inicia su marcha para conquistar el sur sin contar que sería entrampado en Bomboná. “Estoy en marcha para Quito y Guayaquil. El general Valdés me precede con la vanguardia del ejército del sur, y el general Sucre lo seguirá de cerca.” [8]“Me hallo en marcha para ir a cumplir mis ofertas de reunir el imperio de los Incas al imperio de la Libertad; sin duda, que más fácil es entrar en Quito que en Lima.” [9]

Su oportunismo lo evidencia, al desconocer totalmente el camino y los obstáculos que le esperaban, y menos sospechaba, que solo podría entrar con la ayuda desde el sur, gracias a Guayaquil independiente.  “es necesario que Vds. dirijan todos sus esfuerzos al Sur, para que esté tomado Quito antes del armisticio: éste es mi mayor encargo por ahora, porque es lo más importante y más necesario, y porque la paz se está esperando por instantes, y porque si no tenemos Quito, no lo cederán.” [10]Ya sabemos que la toma de Quito, fue solo posible hacerlo desde Guayaquil. “A mediados de septiembre estaré en Bogotá de paso a Quito. Pero cuidado, amigo, que me tenga Vd. adelante 4 ó 5.000 hombres, para que el Perú me dé dos hermanas de Boyacá y Carabobo. No iré, si la gloria no me ha de seguir (...) El fruto de once años no lo quiero perder con una afrenta, ni quiero que San Martín me vea, sino es como corresponde al hijo predilecto.” [11]

En junio de 1821, poco tiempo después de Mires, Sucre desembarcó en las costas manabitas, y el 15 de ese mes el Cabildo se dirige a Bolívar, felicitándose por su presencia. de lo cual, pronto estarían arrepentidos. Con el hombre de confianza de Bolívar, su fuerza militar y energía personal, las cosas cambiaron radicalmente, y el gobierno no pudo evitar la celebración de un nuevo tratado, que anuló el anterior. A partir de entonces, comenzó un verdadero asedio y una obsesión para incorporarla a Colombia, si fuere necesario con la utilización de la fuerza. Con esta presión ejercida por quien ostentaba plenos poderes del Libertador, la Junta se vio obligada a declarar como conveniente la necesidad de reunir la provincia a alguna de las grandes asociaciones de la América meridional, y por lo atractivo que resultaba su agregación a Colombia, iba a recomendarlo a la Junta Electoral, entre tanto, la provincia quedaba bajo los auspicios y protección de esta.

Este nuevo convenio, dentro del normal juego de intereses, facultaba a Bolívar a incluirla en todo tratado de “alianza, paz o comercio que celebrare con las naciones amigas, enemigas y neutrales”, y autorizaba a Sucre, para negociar en su nombre, “la regularización de la guerra entre Colombia y España por el tratado del 25 de noviembre pasado, comprenda también a la provincia de Guayaquil”. Entre los pocos bienes que otorgaba a la provincia el citado convenio, estaba el de reconocer a los guayaquileños, “los más importantes apoyos a la libertad de Quito” (Arts. 2º. 5º y 6º del convenio celebrado), como una de sus más caras aspiraciones patrióticas.

Ya superados los primeros escollos, y suscrita la intención, Sucre, que se encontraba acantonado con sus tropas en Babahoyo, envió una proclama, fechada el 11 de agosto de 1821, invitando a dar el paso para que el pueblo decida su destino. “Recibiendo el mando de las tropas que deben salvaros, dice Sucre, he jurado a mis compatriotas, que el suelo en que visteis la luz no será profanado por los tiranos. (...) ¡Guayaquileños! Colombiano como vosotros, es mi deber verter mi sangre por vuestra gloria; pero amante de vuestra felicidad, yo os invito al paso que decida vuestros destinos. (...) vais a incorporaros a la sociedad colombiana: al convidaros a vuestra decisión os recomiendo la uniformidad, la unión más estrecha y la resolución más firme de morir o de ser libres”. Finalmente entró en la ciudad, y con el fin de presionar a Olmedo y al gobierno. El 30 del mismo mes, dirigió una carta en la que insistía al ayuntamiento en la inmediata convocatoria de la representación, so pena de utilizar la fuerza para vencer su obstinada y permanente negativa.

En una segunda carta, con manifiesta pérdida de la paciencia por el modo como los guayaquileños amaban su libertad y trabajaban por su autonomía, dice: “Cuando la junta de guerra de Babahoyo solicitó a V.E. la reunión de la Junta Electoral creyó este reclamo en sus atribuciones (...) Una negativa tan obstinada no manifiesta la menor mira generosa por parte del Gobierno, y los males de la provincia exigían ya, ó salvar nuestra complicidad de estas mira, ó impeler al Gobierno a satisfacer los votos públicos”. Alegaba lo delicado de su posición, que estando en campaña debía distraer su tiempo por atender la incorporación de Guayaquil y que una resolución tan simple como era la de resolverla, que además contaba con el apoyo del pueblo, no necesitaba de tantos preparativos. Finalmente viene la amenaza diciendo: “Si V.E. la concede ó la convoca, podemos juzgar ese desprendimiento mal justificado en cuatro meses; si V.E. la niega, yo repito que las armas de Colombia no se prostituyen a consideraciones particulares, y que ellos deben salvar su honor, los deberes de Colombia y los verdaderos intereses de la provincia”          

Por el tono que fue tomando la situación, resultó imposible a la Junta de Gobierno mantener la negativa a la convocatoria de la Junta Electoral. De tal suerte, que el 31 de agosto se celebró una reunión del ayuntamiento, a la que asistió Sucre en persona, quien ratificó los términos amenazantes de su carta. La mayoría de las personalidades que por entonces lo conformaban eran colombianistas, consecuentemente partidarios de la agregación a Colombia. Entre estos y Sucre, consiguieron una declaratoria en pro de la anexión. 

“Mande Vd. a Guayaquil cuantas tropas se puedan embarcar en San Buenaventura en uno o muchos viajes, ordenando a los generales Torres y Sucre, que guarden una rigurosa defensiva, sin comprometer ni remotamente la suerte de sus tropas.” [12]“Parece que, por todas partes, se completa la emancipación de la América, Se asegura que Iturbide ha entrado en junio a Méjico. San Martín debe haber entrado, en el mismo tiempo, a Lima; por consiguiente, a mi es que me falta redondear a Colombia, antes que se haga la paz, para completar la emancipación del Nuevo Continente. Vea Ud., amigo, ¡si en estas circunstancias debo yo perder el tiempo y dar lugar a que algún aficionado (se refiere a San Martín) se apodere del vehículo del Universo...!” [13]“Yo creo que no debo cambiar en nada mi primer plan, para asegurar, de todos modos, la toma de Quito. De otro modo, arriesgamos una nueva campaña del Sur.” [14]

Sucre, después de haber alcanzado lo que se proponía a nombre de Bolívar, es decir, la celebración del convenio de anexión pacífica de la Provincia Libre a Colombia, Sucre, abandonó la ciudad para reunirse con su ejército y atacar a Aymerich. Y es precisamente a partir de la derrota que sufre Sucre en Huachi, y su repliegue a Guayaquil [15]para evitar, a todo trance que caiga en poder del enemigo (pues le cerraría el paso al sur y permitiría rehacerse al ejército español), que Bolívar. percatado del desastre, ve a Guayaquil en su verdadera dimensión estratégica y por primera vez da como un hecho que es parte del sur de Colombia. 



[1]Julio Estrada Ycaza, La Lucha de Guayaquil por el estado de Quito, Guayaquil, AHG, 1984, p. 479.
[2]La ligera indicación que hace US. en su nota sobre la agregación de esta provincia a la heroica República de Colombia, merece una contestación tan detenida y extensa que más bien debe ser motivo de varias conferencias. Por ahora me contento con decir a US que, después de proclamada la Independencia de la provincia, nuestros únicos votos han sido sostenerla y cooperar a la causa de América y al engrandecimiento de la República. Desde los principios hemos conocido que esta provincia por su pequeña extensión, por su corta población, por la escasez de luces, y por el atraso lamentable de la agricultura y de las artes, no puede ni debe ser un Estado independiente y aislado, y necesita apoyo de un Estado más fuerte y poderoso para progresar en la carrera de su prosperidad y marchar con firmeza en la de su libertad. (...) de manera que, aunque el Gobierno estuviese autorizado para hacer una declaración sobre este asunto, no sería oportuna ni ventajosa. (...) En lo que debe fijarse toda la consideración por ahora es en los medios de consolidar la independencia de la provincia, no en afirmar su reunión a un Estado con quien ya está tan unida por tantos lazos y tantas relaciones. En efecto, dispuesta como está a cooperar activamente a la libertad de las provincias comarcanas, preparada a prestar al ejército libertador cuantos auxilios estén en su poder, y segura de recibir los que necesite, se le puede considerar de hecho agregada a cualquier Estado con quien tenga tales relaciones. Aurelio Espinosa Pólit,J. J. Olmedo, Epistolario,Quito, Corp. de Estudios y Publicaciones, 1989, carta de Olmedo al general Mires, febrero 27 de 1821, pp. 359-362.
[3]Cuando la junta de guerra de Babahoyo solicitó a V.E. la reunión de la Junta Electoral creyó este reclamo en sus atribuciones (...) Una negativa tan obstinada no manifiesta la menor mira generosa por parte del Gobierno, y los males de la provincia exigían ya, o salvar nuestra complicidad de estas mira, o impeler al Gobierno a satisfacer los votos públicos (...) la división está mal distraída y peor situada; teniendo que atender los negocios de Guayaquil al tiempo que se halla en campaña (...) un voto tan latamente esperado, un anhelo tan conocido en el pueblo por esta incorporación no necesita tantos preparativos insignificantes, tal vez viciosos para declararlo (...) Si V.E. la concede o la convoca, podemos juzgar ese desprendimiento mal justificado en cuatro meses; si V.E. la niega, yo repito que las armas de Colombia no se prostituyen a consideraciones particulares, y que ellos deben salvar su honor, los deberes de Colombia y los verdaderos intereses de la provincia. Antonio José de Sucre, De mi propia mano, México, Fondo de Cultura Económica, 1995, Fragmento de una carta de Sucre a Olmedo, p. 37.
[4]Antonio José de Sucre, De mi propia mano, “Tratado de Guayaquil”, México, Fondo de Cultura Económica, 1995, pp. 36-38.
[5]Simón Bolívar, Obras Completas de Bolívar,Vol. I, carta de Santander del 21 de junio de 1822, recopilación de Vicente Lecuna, La Habana, Editorial Lex, 1947, pp. 646-648.
[6]Vicente Lecuna, La entrevista de Guayaquil,  Caracas, 1962-1963. Instrucciones de Bolívar a Sucre, 21 de enero de 1821. 
[7]Simón Bolívar, Op, Cit, Vol. I, carta a Santander, del 21 de diciembre de 1820,  pp. 521-522.
[8]Simón Bolívar, Op. Cit., Vol. I, carta a Rocafuerte, del 10 de enero de 1821, p. 523.
[9]Simón Bolívar, Op. Cit., Vol. I, carta a San Martín 10 de enero 1821, p. 524.
[10]Simón Bolívar, Op. Cit., Vol. I, carta a Santander del 10 de julio de 1821, pp. 572-573.
[11]Simón Bolívar, Op. Cit., Vol. I, carta a Santander del 10 de Agosto de 18221, Op. Cit., 578
[12]Simón Bolívar, Op. Cit., Vol. I, carta a Santander, 23 de agosto de 1821, pp. 580-582.
[13]Ibídem, Vol. I, carta a Pedro Gual del 16 de septiembre de 1821, pp. 589-590,
[14]Ibídem, Vol. I, carta a Santander, del 15 de octubre de 1821, pp. 599-600
[15]Después de la brillante victoria de Yaguachi, parecía que la campaña de Quito por esta parte iba a ser la más feliz; pero ha sido todo lo contrario. El día 12 se ha perdido completamente el cuerpo principal de la división que constaba de mil hombres en las llanuras de Ambato. Apenas se ha salvado cien hombres. Antonio José de Sucre, Op. Cit.  Carta a Santander, septiembre 18 de 1821, fragmento, pp. 43-49.

No hay comentarios:

Publicar un comentario